ciclismo - Campeonato de Europa

Incontenible Pogacar: de campeón mundial a campeón de Europa

El esloveno no tiene rival y vuelve a derrotar a Evenepoel. Juan Ayuso se quedó sin aire para luchar por el bronce

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Tadej Pogacar, en el Campeonato de Europa afp

Rendido a la grandeza, el público francés que puebla como un hormiguero la subida al Valle del Infierno hace la ola a Pogacar cuando pasa por sexta y última vez por la colina que desmadeja el Campeonato de Europa de Ciclismo. Es la admiración ... máxima, símbolo de pleitesía a su majestad Tadej.

El ciclismo ha cambiado sus registros, ha volcado su historia según decreta el prodigio esloveno. Atacar a 100 kilómetros, 90 o 76 como este domingo en la Provenza francesa, ya no tiene misterios ni límites. Pogacar lo hace por costumbre. Lo hizo en el Mundial de Ruanda y repitió en el Europeo, que ganó como siempre: en exhibición y derrotando a Remco Evenepoel, imponente plata que no se rinde.

El bronce fue para Paul Seixas, el joven francés (19 años, 11 días) llamado a colmar el inmenso vacío de poder que aflige al país vecino, sin un potencial ganador de grandes pruebas desde los tiempos de Laurent Fignon. Juan Ayuso se quedó de nuevo a las puertas: sexto y descolgado de la pelea por la medalla de bronce.

En una encomiable actitud que bendice el refrán (con el rival no se pacta, se pelea), Remco Evenepoel lanza el primer derrote del Campeonato de Europa cuando, al paso por la tormentosa cota del Valle del Infierno, faltan más de cien kilómetros para la meta.

Es la manera de anticiparse al ciclón, de prevenir el mal mayor que seguro llegará. Ataca el belga y en el movimiento se refleja su carácter indomable, no rendirse sino insistir ante una fuerza superior. Pero el movimiento no afecta a Pogacar, quien seguro de su potencia se pega a su adversario y anula el factor sorpresa.

Viajan en trío Pogacar, Evenepoel y Seixas, con Ayuso en el segundo escalón. El tremendo Valle del Infierno separa la paja del grano en la siguiente vuelta: Pogacar da gas y no hay persecución pese a la voluntad de Remco.

Una nueva carrera se prepara para ese paseo imperial, en el que parece que no existe el esfuerzo y que todo fluye. Se llama talento. Pogacar vuelve a abrumar al personal y se dirige hacia otro oro. Un minuto es la distancia que establece respecto a Remco, que ha abandonado a los demás y persigue en solitario. Son 800 metros, un margen imposible de neutralizar.

Ayuso aspira al bronce, pero tampoco esta vez. Seixas, el ciclista más joven del campeonato, acelera en la última subida y arruina al español, que llega en un sexto puesto muy alejado de sus ambiciones.

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