Hezonja fue el demonio en el infierno de Belgrado

El duelo entre serbios y españoles fue muy igualado hasta que el balcánico dijo basta. Diez puntos del de Dubrovnik en el tercer cuarto despojaron de toda esperanza a los balcánicos. El Madrid olió sangre y, tras un parcial de 0-8, amarró una nueva victoria en el Stark Arena, el estadio al que todos temen y en el que los blancos se sienten como en casa.

Quien ha tenido la suerte de ver en directo un partido del Partizan en Belgrado vive feliz, se siente privilegiado, muy pocos en el planeta pueden presumir de haber estado en el ambiente más bello y hostil del baloncesto mundial. Es un milagro que los duelos en el Stark Arena comiencen puntuales, himno a capela y más de 20.000 aficionados endemoniados monopolizan la previa. Pero lo hacen. El balón siempre vuela a la hora y esta vez, era el Madrid quien volvía a un infierno que domó de forma magistral hace 10 meses.

Tardaron los blancos tres minutos en sumar sus primeros puntos, dos tiros libres de Poirier, pero su efectividad defensiva era óptima y los serbios ni soñaban con alejarse en el marcador. Se intuía un duelo opresivo, de fricción, toda posesión era un bolo imposible de digerir. Los protagonistas necesitaban hasta tres intentos para asegurar un rebote y los golpes eran un hábito si uno intentaba acercarse al aro rival. Un embudo que deshizo Mario Hezonja con un triple simplemente espectacular, en la última jugada del primer cuarto y desde una distancia irrisoria.

Frank 'The Tank' Kamisky era el héroe local, destrozaba en el rebote a Tavares y a Yabusele y mantenía a los suyos por delante en el marcador, pero el Madrid no paraba de competir. Incluso se permitía el lujo de dar minutos a la perla Hugo González, solo 17 años. Pero fueron dos genialidades de Gaby Deck, una acrobática bandeja y un gran palmeo, las acciones que le permitieron llegar al descanso con una ventaja de dos puntos.

Estaba fantástico Causeur en la defensa sobre Punter, fuera del partido el astro de los serbios, y Hezonja silenció por segunda vez el Stark con una canasta imposible, falta incluida. Hasta algún aficionado, de forma cariñosa, ídolo el croata en Belgrado, le pedía que aflojase, porque su partido era de escándalo. Pero el Partizan no se rendía y dos triples seguidos, obra de Avramovic y Kamisky, dinamitaron toda opción española de escabullirse.

Se disparó el ritmo en el tercer cuarto, mucho más cansados ambos bandos y, por ende, más abiertos a dejar algún que otro espacio en defensa. Y el nuevo escenario benefició al Madrid. Un mate de Tavares, un triple de Campazzo y otra genialidad de Hezonja, también de tres puntos, permitieron a los visitantes sacar la máxima ventaja del duelo, seis tantos.

Causeur, de nuevo el argentino y Poirier confirmaron el hundimiento balcánico y los blancos encararon el desenlace con una renta de 14. El golpe fue demasiado duro, nunca se repuso el Partizan, un equipo fundado por guerrilleros durante la Segunda Guerra Mundial que, cada vez que juega con el Madrid, baja la mirada como un niño pequeño.