De cara

La celebrada excusa Lenglet

«Ahora al resultadismo, la esencia del primer Simeone, ya no le importan los resultados. O le bastan cuando se llaman empate, aunque lo dejen a ocho puntos del líder»

Frenazo del Atlético en Balaídos

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Lenglet agarra a Jutglá en la acción que le supuso la expulsión EFE

Hay mucho de voluntario en las frustraciones del Atlético, que vuelven con insistencia, a la que el equipo sale fuera de casa. Porque fue gratuita, injustificable, la acción con la que Lenglet decidió irse de Balaídos. Y poco atribuible a su entrenador, al que ... sin embargo sí se le puede adjudicar responsabilidad directa en algunos desperfectos anteriores (el paso atrás tras tomar ventaja) y posteriores (la gestión cobarde y conformista de la inferioridad númerica). Hay equipos que no pierden la perspectiva del escudo cuando se quedan con diez, y las pruebas son recientes, y otros que hasta lo celebran como excusa.

Como el Atlético, que efectivamente multiplicó esfuerzos y pasajes solidarios, pero con la mirada siempre corta, sintiéndose inferior y limitándose a protegerse (finalmente en vano) a cambio de renunciar a un ataque que necesitaba. Ahora al resultadismo, que era la esencia del primer Simeone, ya no le importan los resultados. O le bastan cuando se llaman empate, aunque lo dejen a ocho puntos del líder. Y nunca se explican, o se sortean con chistes de mal gusto o tomaduras de pelo.

El Atlético sabe y puede jugar mejor y más atrevido, ir a por los rivales y someterlos, marcar un gol y después buscar otro y otro. Incluso con Simeone en el banquillo. Lo ha demostrado, venía de hacerlo y de forma casi abusiva la semana pasada, aunque jugando en casa. Fue capaz de eso una plantilla que se vendió consensuada y que ahora una vez más parece hecha contra el gusto del entrenador.

Que no se fía de sus laterales izquierdos (uno de ellos recién fichado) y descoloca entonces ahí en la banda no sólo a un central, sino al mejor de los que dispone. Que para sustituir al medio derecho titular tiene que tirar de un lateral, en cuyo puesto original previamente ha puesto a un centrocampista. O que cuando necesita un regate no tiene dónde encontrarlo porque vendió a todos los futbolistas que poseían esa característica.

Pues incluso ese plantel deforme demostró que sabe jugar más ambicioso y a otra cosa. Pero la querencia ahí es otra y no tarda en asomar. En los ocho partidos de Liga el Atlético se ha adelantado y sólo en uno conservó la ventaja, penalizado acaso por ese freno que activa el entrenador. «Sí, se lo ordeno yo por SMS», dijo una vez para ironizar sobre ese error crónico que no acepta como tal. Porque no le importa tanto el remedio como la coartada. Y en Vigo se la dio Lenglet. Así que orgulloso. Adiós al título, pero no pasa nada.

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