1935-2024
Griffa, somos el Atleti
«Fue el que impuso en el Atlético de Madrid un estilo en el que cabía la derrota, no aceptar la derrota»
Muere Jorge Griffa, a los 88 años, el argentino que inyectó el carácter ganador al Atlético de Madrid
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Iniciar sesiónUn minuto. Queda un minuto para que acabe la final en Chamartín, 2 de julio de 1961 (la vida empezaba en Madinabeytia y terminaba en Collar) y el Atlético de Madrid defiende en el Bernabéu el Campeonato de España que había ganado allí mismo ... el año anterior por 3 a 1. 120 mil personas desafían los límites del estadio. El rival es el mismo del año pasado, el dueño del casoplón, el rey del fútbol continental Copa de Europa a Copa de Europa, el Real Madrid. En ese instante del partido, el Atleti va ganando por 3 a 2 y viaja un balón en dirección al área colchonera. El delantero centro de los blancos es el mejor futbolista del planeta, Alfredo Di Stéfano, la Saeta Rubia, lo sabe todo el mundo y muy especialmente los taxistas del 'Aleti' que iluminan las noches oscuras. La pelota está llegando al pecho del 9 merengue que piensa ya en orientarla de primera y golpear. Y entonces, sobre su hombro derecho, aparece en vuelo horizontal Jorge Bernardo Griffa Monferoni, natural de Casilda, Argentina, 26 años de edad, defensa central del Club Atlético de Madrid, que golpea con la frente y aleja 35 metros la pelota en dirección a la estrella del partido, el Galgo Joaquín Peiró. Di Stéfano mira al marcador, mira al árbitro que tiene un ojo puesto en el reloj, se da cuenta de que eso se acaba y exclama: ¡otra vez nos lo van a hacer! Y Griffa, el hombre que cambió el alma del Atleti, dice en ese momento la frase que todo lo explica: «Pelao, ¡somos el Atleti!».
Jorge Griffa, el mayor descubridor de talentos del fútbol argentino con una lista que empieza en Balbo y Batistuta y termina en el infinito, llevaba dentro el don del fútbol; sabía qué condiciones son imprescindibles para hacer un futbolista de un tipo que juega al fútbol y cuáles las imprescindibles para que un grupo de once sea un equipo. Él, primero él, fue el que impuso en el Atlético de Madrid un estilo en el que cabía la derrota, no aceptar la derrota. Y los jóvenes, con Adelardo a la cabeza, hicieron de aquello una norma. Isacio Calleja, el hermano palentino de Griffa, daba a todo aquello cobertura intelectual. Eran una pandilla, vivían todos en la misma zona y acudían juntos caminando al Metropolitano cuando el invierno caía. Jorge Griffa se compró su primer coche siete años después de llegar a España, un 600 verde, porque dejamos Cuatro Caminos y el Manzanares le pillaba lejos; en el vistazo atrás le acompaña la frase de Martín Fierro que repetía siempre: «la plata, como la vida, parece que no se acaba y en una vuelta de taba t'encontrás que ya no hay más».
Sólo a un líder se le permite poner motes y gracias a Griffa, Miguel San Román es El Pechuga. Su amigo del alma, siempre en el banquillo, está junto al míster Balmanya en el foso de Sarriá. 3 de abril de 1966. Si gana el Atleti es Campeón de Liga. Ha marcado Ufarte, que siempre lo hace en los partidos importantes, y nos cerramos atrás. En esas, de la cueva sale el 5 con la bola, ve a Collar en la izquierda, abre y sigue corriendo. A Domingo Balmanya, cuenta Pechu, se le salía la yugular: ¡Griffa, atrás, atrás! ¿Dónde va ese loco, dónde va?. Griffa llega al área, se abre espacio entre todos y marca el tanto que confirma la victoria del Atleti campeón. Griffa.
Un minuto. Con un minuto empieza la eternidad del futbolista, su minuto de silencio. El del jueves 18 de enero de 2024 en el Metropolitano dibujará sobre el estadio la silueta, brazos al cielo, del hombre que nos enseñó a gritar, a los ojos de todos, ¡Somos el Atleti!. Siempre Griffa.
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