Atlético 1 - Bayern 1
El Bayern congela la euforia atlética
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Crónica
El Bayern de Múnich nunca descansa. En el Wanda congeló la euforia del Atlético, autor de un gran partido con Joao Félix al mando. Muller empató al final de penalti y el Atlético se la juega en la última jornada. Si gana o empata ... en Salzburgo se clasifica para octavos de final. Y si pierde, está eliminado.
No hay espectadores para frotarse los ojos, sino un vacío de asientos en rojo y blanco en el Wanda con el lema Atlético de Madrid 1903 y dos rayas horizontales. La parroquia colchonera se dejaría las manos y se atusaría el pelo en masa para festejar un desempeño sensacional de su equipo, dinámico, armónico, preciso y hasta elegante en la primera parte frente al Bayern Múnich. Un Atlético cadencioso, rítmico y simétrico al tiempo , en las antípodas del cholismo a ultranza que conquistó el corazón de la grada con Gabi presionando, Raúl García saltando o Diego Costa percutiendo.
El Bayern se dejó en el bolsillo del reposo a Neuer, Lewandowski, Goretzka, Coman, Kimmich o Muller , primeras figuras mundiales que presenciaron una virtuosa implicación de Joao Félix al mando de un grupo que ya no muerde o come piedras, sino que se asocia, gobierna, combina y remata a una velocidad estimable.
Fue delicioso recrear el ojo en la imaginación de Joao Félix , cuya capacidad para desbordar, conducir e inventar tal vez no se haya conocido en el Atlético desde los tiempos de Futre. Dio un curso el portugués en la elaboración, la creación o cualquier otra derivada del talento que se pueda imaginar. Glorioso con el balón en los pies, el luso ha roto. Alza la cabeza, pide el balón, baja a recibir y siempre obtiene lo que quiere, una posesión de la pelota con opción a desafiar al contrario.
Enganchado a su portento, el Atlético llegó con profusión hasta el área germana. Aunque con suplentes, campeón de Europa, no olvidemos.
Las tuvo de todos los colores el Atlético en la mejor primera mitad de la campaña que navega a toda vela. Giménez, Carrasco, Llorente y Correa medio cantaron el gol en una sucesión de aterrizajes frente a Nubel que no podía acabar de otra manera. En una de las muchas veces que Trippier encontró a Llorente y éste escapó del marca teutona para alcanzar la línea de fondo y centrar, Joao Félix la cazó sin remisión y la mandó a la cazuela.
Esa sociedad Trippier-Llorente , la profundidad de Carrasco por la izquierda, el criterio de Koke para organizar a cierta velocidad y la solvencia de la defensa, en especial un Mario Hermoso reafirmado, transportaron al Atlético a un estado próximo a la felicidad sobre el campo.
El Bayern sacude al Atlético en esa ensoñación. Recuerda de qué material está hecha esta institución con seis Copas de Europa. La unidad B de los germanos, con Sané, Douglas Costa, el joven Musiala, un campeón mundial como Lucas Hernández y más tarde la tropa pesada con Muller se despereza y advierte en cada punzada que el gol forma parte de su ADN . El Atlético lamenta las ocasiones perdidas por Correa o Llorente o la ausencia de un francotirador de guante fino como Luis Suárez.
El Bayern presiona y Joao Félix muestra signos de agotamiento. Empieza a jugar a lo Messi, parado al defender. En los contragolpes encuentra el Atlético una senda para progresar. El partido pertenece ahora al Bayern, que empuja con todo lo que tiene para salvar la noche. El Atlético se enroca en modo concha, a la vieja usanza, todos agrupados sobre la frontal de su área. Todos sus esfuerzos chocan contra Muller, el viejo zorro que provoca un penalti en el tramo final. Lo tira fenomenal y deja un empate que enfría a la nave rojiblanca.
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