El año que ensució el fútbol: de Rubiales a Negreira, los escándalos de 2023

La fechoría es vieja, pero se conoció ahora, el 15 de febrero. Resulta que entre 2001 y 2018, el Barcelona pagó casi 7,6 millones de euros a José María Enríquez Negreira, exárbitro que ejerció de vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) entre 1994 y precisamente 2018. Y todavía no se ha logrado saber para qué. Un caso que ha hecho tambalear la imagen del club azulgrana y ha puesto en tela de juicio la limpieza en el fútbol y el arbitraje. Como prueba para demostrar el funcionamiento irregular del CTA durante la etapa Negreira, la Guardia Civil utilizó el documento publicado en exclusiva por ABC el pasado 25 de marzo, donde quedaba de manifiesto la alteración caprichosa e injustificada de las calificaciones, pudiendo así decidir a su antojo las recompensas (ascensos de categoría e internacionalidades) y los castigos (descensos) a los árbitros. No hay castigo deportivo hasta saber el camino que tomará la justicia ordinaria, después de que la Fiscalía se querellara contra el club y sus exdirectivos por corrupción continuada en los negocios, falsedad en documento y administración desleal por los pagos, y el juez instructor imputara al Barcelona y a Negreira por cohecho.

En la entrega de medallas de la final del Mundial femenino, en la que España hizo historia imponiéndose a Inglaterra para conquistar su primera Copa del Mundo, Luis Rubiales propinó un beso en los labios a Jenni Hermoso. La forma de celebrar del entonces presidente de la RFEF se convirtió en una noticia de alcance mundial. Fue acusado de agresor sexual, machista y de haber abusado de su posición de poder, mientras él defendía su inocencia. Protagonizó una asamblea de la Federación para la historia, en la que se negó con rotundidad a dimitir, pero fue suspendido temporalmente al día siguiente. La presión sobre su persona y sus actos terminó por dejarle completamente aislado en su posición. La FIFA le inhabilitó por tres años, mientras aún queda por conocer el veredicto de la Audiencia Nacional en el juicio en el que se le acusa de agresión sexual y un delito de coacciones.

El escándalo no sólo se llevó por delante a Rubiales. Con las futbolistas crecidas en torno al #seacabó, los dirigentes fueron entregando más cabezas. La primera, la del seleccionador, Jorge Vilda, sustituido por Montse Tomé. Pero también Andreu Camps, el secretario general, Miguel García Cava, jefe de Integridad, Pablo García Cuervo, director de comunicación, y a última hora también a Víctor Francos, el presidente del CSD, a pesar de que fue el encargado de ceder a la presión de las jugadoras y forzar que se cumplieran todas sus peticiones.

Los episodios racistas se convirtieron en habituales. Sobre todo con Vinicius de protagonista. La gota que colmó el vaso llegó en Mestalla el pasado mayo. Un aficionado acompañó insultos verbales contra el brasileño con gestos imitando a un mono. El extremo del Real Madrid acudió a ese fondo y le señaló concretamente. El episodio desató una ola de apoyo hacia Vinicius, pero también de crítica hacia el fútbol español por la reincidencia en este tipo de ataques. Competición decretó el cierre de la zona de la grada de Mestalla desde donde se profirieron los insultos por cinco partidos. Otros jugadores sufrieron episodios similares, como el azulgrana Nnaji a las puertas del WiZink, pero tuvieron menos resonancia y protección.

El exjugador del Barcelona Dani Alves se encuentra en la cárcel desde el 20 de enero, acusado de violar a una joven de 23 años en una discoteca de Barcelona la madrugada del pasado 31 de diciembre. Casi un mes después, el futbolista acudió a prestar declaración ante los Mossos y fue detenido. Tras pasar a disposición judicial, ingresó en prisión preventiva –comunicada y sin fianza– donde se encuentra desde entonces. El juicio a Dani Alves, en el que la Fiscalía pide nueve años de cárcel, comenzará el próximo 5 de febrero en la Audiencia Provincial de Barcelona.

Ja Morant fue noticia por los escándalos que ha protagonizado fuera de las canchas de baloncesto. En marzo salió a la luz pública un vídeo de la estrella de la NBA en un club de alterne portando un arma de fuego, razón por la que fue sancionado ocho partidos. Dos meses después, Morant no escarmentó y posó con una pistola en un directo de la red social Instagram. El castigo que le impuso la liga fue de 25 partidos, una de las mayores de la historia. El base de los Memphis Grizzlies ya ha cumplido su sanción y ha regresado a un nivel excelente, a la espera de saber si finalmente ha conseguido aprender la lección.

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