Morante, en grado de excelencia a las faldas del Moncayo
Cuajó una soberbia faena a un toro de Sorando en el final de Tarazona con Juan Ortega a hombros
Roca Rey, en el camino que va del infierno a la gloria
Ángel González Abad
Tarazona
Una obra de sensibilidad extrema, del mejor toreo, de un torero pleno de maestría… Morante gusto y se gustó, deleitó y se deleitó, en una faena que rezumó arte por los cuatro costados. Todo sucedió en el cuarto toro del final de la feria de Tarazona ... , a las faldas del Moncayo, donde las brujas de Bécquer. Un colorado ojo perdiz de Román Sorando que el de la Puebla vio de lejos para cuajarlo desde que se abrió de capote.
El galleo por chicuelinas ya apuntó lo que podía venir después. Y llegó, vaya si llegó. Un atracón de Morante, que casi no daba tiempo a digerir. Sorprendió con un comienzo de faena de rodillas pegado a las tablas. Y erguido, los primeros naturales. Largos, inconfundibles, lentos, que de largura extrema fueron todos los muletazos del sevillano. A derechas, circulares enroscándose al toro. Cada vez más cerca, el torero cada vez más grande. Enormes los de pecho, y molinetes, pase de las flores y detalles de oro de su mejor repertorio; todo sin solución de continuidad, todo en un alto grado de excelencia, cumbre. El público, conmocionado, esperaba la estocada, que no llegó hasta el tercer intento. No importó, le pidieron la oreja con fuerza, el propio torero la esperaba desde el tercio y la agradeció cuando el usía no tuvo más remedio que imbuirse en el clamor.
En el que abrió plaza de la justa corrida de Sorando, ya apuntó muchas cosas que los aficionados le agradecieron.
Talavante, a revueltas con el cierzo
Ángel González AbadSalió a hombros junto a Joselito Adame en la apertura de Ejea de los Caballeros
Sebastian Castella, que sustituía a Daniel Luque, anduvo muy centrado con el flojito segundo, al que toreó muy templado y exprimió al máximo. Como con el quinto, pero en los dos la espada no fue su fuerte. Fue ovacionado en ambos, no sin antes escuchar uno y dos avisos respectivamente.
Extraordinarias las verónicas que Juan Ortega le sopló al tercero, sin que tuviera opciones con la muleta. Lo intentó en el sexto, que tuvo su punto de casta, y dejó retazos de regusto y buen toreo en una faena sin acabar de redondear, donde lo mejor lo hizo con la zurda. Estocada y dos orejas. A hombros se lo llevaron, pero en la anochecida sobrevolaba Morante.
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