PRIMAVERA SOUND 2014
The National se consagran ante la leyenda de los Pixies
El festival, que se despide esta noche con Caetano Veloso y Nine Inch Naisl, vibró el viernes con la sabiduría histórica de Dr. John
DAVID MORÁN
Se desplomó el cielo sobre el Primavera Sound mientras John Grant acunaba esas canciones en las que siempre llueve aunque luzca el más radiante de los soles y el recinto del Forum se transformó en una gigantesca piscina, pero nadie se movió. Bueno, casi nadie: ... los hubo que buscaron refugio bajo la pérgola, la placa fotovoltaica o en el Auditorio a la vera de Mick Harvey, pero fueron aún más quienes, paraguas en mano, mantuvieron el tipo bajo el aguacero mientras el exlíder de los Czars les dedicaba “Greatest Motherfucker”. “Por aguantar aquí”, sentenció un Grant que, con sus bellas letanías, desafió sin inmutarse las inclemencias meteorológicas que, tras una jueves de tregua, sacudieron ayer el arranque de la segunda jornada del festival barcelonés.
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No fue, sin embargo, más que un breve remojón; un aguacero inoportuno que caló a Grant y a Drive By-Truckers pero que, respetuoso, desapareció en cuanto Dr. John apareció sobre el escenario dispuesto a convertir el festival barcelonés en franquicia temporal del blues arrastrado y la fanfarria criolla. Apoyándose en el reciente “Locked Down” y apuntalando el ritmo con la muy oportuna “Revolution”, el de Nueva Orleans ofreció una lección de sabiduría musical, hipnotizó al público con su piano embrujado y elevó considerablemente la temperatura cuando se sumergió a fondo en su nutritiva marmita musical para rescatar “Let The Good Times Roll” y “Such a Nite”. Chapoteaba el público en el sonido de los pantanos de Mac Rebennac y el Primavera Sound, que esta noche cierra su XIV edición con dos reclamos tan dispares como Caetano Veloso y Nine Inch Nails, sumaba galones y desbloqueaba nuevos restos estilísticos.
Al por mayor
En un festival de estas dimensiones, ya se sabe, todo se magnifica, y quizá por eso mismo las californianas Haim, hermanísimas del pop con un pie en la pasarela y el otro en la radiofórmula, sublimaron su condición de estrellas porqué sí y acabaron firmando una actuación sorprendentemente enérgica y contundente. Podría haber sido el triunfo de la estética sobre todo lo demás, pero después de verlas aporreando tambores e inyectando nueva vida a “The Wire” y “Let Me Go”, quizá haya que empezar a ver su debut con otros ojos. Por contra, a las caricias eléctricas de una Sharon Van Etten especialmente comunicativa y parlanchina -incluso pidió perdón por una broma que hizo hace dos años en el mismo festival y que, según parece, nadie entendió- les hubiese sentado mejor algo más de recogimiento e intimidad.
¿Y los Pixies? Ah, los Pixies. Clásicos de indie y plato fuerte (o uno de ellos) de la jornada del viernes, los de Boston regresaron al festival después de sus actuaciones de 2004 y 2010 y podría decirse que, en efecto, a la tercera fue la vencida. Ante más público que en cualquiera de sus visitas anteriores, los estadounidenses se consagraron como gigantes del indie y dinosaurios del rock centrifugando lo mejor de su repertorio -salir del camerino anudando "Bone Machine", "Wave Of Mutilation", "U-Mass" y 'Gauge Away" ya es ganar media batalla- y retorciendo las canciones con una saña que se les daba por perdida.
Desde que renacieron hace más de una década, a los autores de “Doolittle” se les echaba en cara cierta tendencia a subir al escenario con el piloto automático, pero anoche demostraron que, cuando quieren, pueden seguir sonando afilados y cortantes. Se echó de menos a Kim Deal y canciones como "Magdalena 318" no acaban de encajar entre calambrazos mayores como "Caribou", "Isla de Encanta" o "Crackity Jones", pero Black Francis volvió a aullar de lindo y la banda acabó firmando hora y media de gozo eléctrico que, más allá de peros nostálgicos y algún que otro bajón, cerró a lo grande, soltando de una tacada "Monkeys Gone To Heaven", "Debaser", "Vamos" y "Where Is My Mind?".
Más allá de los Pixies y sus himnos electrificados, la auténtica consagración del festival llegó de la mano de The National, discretos artesanos del rock que, casi sin hacer ruido, se han acabado convirtiendo en una inflamada y ardorosa banda de masa. Centraron los Pixies, sí, pero fueron los autores de “Trouble Will Find Me” quienes remataron con una acrobacia de épica desatada, sacudidas eléctricas, euforia ceremonial y cuidadísimo aparato audiovisual.
Como Arcade Fire, los de Ohio parecen haber nacido para conquistar plazas mayores e inmensos festivales , y su paso por el Primavera Sound, rematado por una pletórica “Mr. November” y con la aparición de Justin Vernoon (Bon Iver) en “Slow Show”, no fue más que la prueba de que deben andar ya haciendo las maletas para mudarse a la liga del rock de estadios.
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