Olga Tokarczuk: «Europa es la mejor idea que se ha inventado en el último siglo»
La escritora polaca, Nobel de Literatura de 2018, inaugura en Barcelona un ciclo de conferencias sobre el Viejo Continente que cerrará J. M. Coetzee
«La libertad artística es la esencia de la democracia»
Barcelona
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Iniciar sesiónA Olga Tokarczuk no le gustan los planos de recurso ni los fotógrafos revoloteando a su alrededor, así que todo va rápido, muy rápido, en su estreno en Barcelona. Unos pocos minutos para gráficos, un par de tropezones técnicos en la Semana Grande ... de los Pinganillos, y palabra de Nobel en formato barra libre. En el menú, el poder de la literatura, la libertad artísticas y Europa como hallazgo del siglo. «Europa es la mejor idea que se ha inventado en el último siglo», defiende la autora de 'Los errantes', de visita en la ciudad para estrenar en el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB) un ciclo de charlas que cerrará el sábado otro Nobel, el sudafricano J. M. Coetzee, y en el que Lea Ypi, Enzo Traverso, Edurne Portela y Mathias Enard, entre otros, departirán sobre las claves de futuro del Viejo Continente.
«Tenemos que hacer todo lo posible por mantener la Unión Europea. Y eso lo digo como ciudadana polaca cuyo gobierno intenta marcar distancias cada vez mayores. En Polonia tenemos miedo de que los resultados de esta política puedan ser muy peligrosos y acaben dividiendo a la Unión Europea», proclama Tokarczuk, defensora de la región por encima de la nación («no sé cómo suena aquí en España, en Cataluña, pero me resulta más fácil experimentar la idea de región», dice) y visiblemente aliviada de estar lejos de su país ahora que, a tres semanas de las elecciones, el ambiente anda entre enrarecido y alocado. «La situación aún no es clara y ahora en Polonia hay una gran tensión», asegura.
Como muestra, relata, lo que ha ocurrido con 'The Green Border', película de Agnieszka Holland sobre la crisis de refugiados en la frontera con Bielorrusia y que parte del gobierno polaco calificó de «propaganda nazi». «Desde el punto de vista artístico es una gran película, fuerte y empática, pero la han atacado de una manera brutal. Su familia incluso decidió contratar guardaespaldas para protegerla. Yo misma le aconsejé que se fuera de Polonia durante un tiempo», relata Tokarczuk, de quien Holland adaptó 'Sobre los huesos de los muertos' con el título de 'El rastro'.
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Ya entonces, recuerda la autora de 'Los libros de Jacob', el revuelo fue considerable. «Es interesante que una obra de arte pueda ser una herramienta de lucha política, porque cuando escribí 'Sobre los huesos de los muertos' no esperaba que tuviese una lectura política. Tal vez sea ingenua, pero para mí era una historia bastante oscura sobre algo más metafísico; una historia sobre cómo los individuos dicen no a las reglas del mundo», explica.
Censura y autoncensura
Tokarczuk, premio Nobel de Literatura de 2018 y autora de la monumental y recién traducida al castellano 'Los libros de Jacob' (Anagrama), se ha convertido en una voz incómoda en una Polonia cada vez más escorada hacia lo extremo y reaccionario: el ministro de Cultura, Piotr Gliński, aseguró en su día que no había sido capaz de terminar ninguna de sus novelas; y sus libros fueron vandalizados y recortados hace un par de años dentro de la campaña «devuélvele el libro a Olga» por haber comparado (supuestamente) a Polonia con Bielorrusia.
Con todo, la autora de 'Un lugar llamado antaño' no cree que la censura haya formado parte de la ecuación de su carrera. O, por lo menos, no de momento. «Mis primeros libros fueron publicados justo en el momento en que la censura desapareció de la vida social -explica-. La mayoría de las editoriales aquí son completamente libres e independientes, así que nunca tuve la sensación de que estaba censurada en mi escritura». Otra cosa, añade, es que el veto profiláctico, el fantasma de la autocensura, venga ya de serie y de forma más o menos consciente. «Me he convertido en una escritora muy cuidadosa y muy consciente de que algunas de mis expresiones, metáforas o palabras podrían ser tomadas como una provocación o dar pie a malentendidos», explica. ¿Un ejemplo? «El año pasado estaba en un festival sentada en el escenario, la atmósfera era muy divertida, y empecé a bromear con la gente. En pocas horas, esas bromas se sacaron de contexto y las usaron en mi contra, creando un problema completamente loco», ilustra. Desde entonces, añade, todo son pies de plomo y respuestas cuidadosas. «¿Es eso censura? No lo sé, pero he aprendido a ser muy precisa porque todo puede ser manipulado y malinterpretado», añade.
El poder de la palabra, sí, aunque en este caso para mal. «Me parece que la literatura es una herramienta muy potente y sofisticada de ejercer la comunicación entre pueblos», reivindica Tokarczuk. Una herramienta tan potente que, añade, es capaz de desbordar barreras geográficas y sublimar delimitaciones lingüísticas. «No creo en una literatura nacional. Escribimos libros en diferentes idiomas, pero el tema, el contenido, es el mismo, y es es algo más profundo que el idioma y la cultura nacional local», asegura. Lo importante, insiste, no es el idioma, sino «las imágenes». «El idioma sirve para describir esas imágenes profundas, algunas de ellas muy antiguas, que vienen del pasado», añade.
Del pasado viene también 'Los libros de Jacob', novelón de más de mil páginas que recrea la vida de Jacob Frank, autoproclamado Mesías en pleno Siglo de las Luces, y espejo que Tokarczuk proyecta sobre el presente. «Esa Europa se parece bastante a la de hoy», destaca una autora que sabe bien qué la mueve («la obsesión es uno de los mejores motivos para escribir», dice) y que anda ahora rematando lo que será su próximo libro, «una novela histórica muy compleja, con muchos personajes«. Otra más, vamos. »Yo creo que será la última de este tipo porque me hago mayor y estoy cansada«, zanja.
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