«La libertad artística es la esencia de la democracia»
La Alianza Europea de Academias se reúne en Cracovia para apoyar a las instituciones culturales polacas en plena regresión de la libertad de creación
Valerio Rocco, director del Círculo de Bellas Artes: «En España la gente protestó contra la censura. Fue un aviso serio y la política lo ha entendido»
Cracovia
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Iniciar sesiónCuando la escritora polaca Olga Tokarczuk ganó el Nobel de Literatura, el ministro de Cultura de su país se mostró incómodo. Claro que para él era importante que un polaco ganara el Nobel, pero no esa polaca… Feminista, se había mostrado en contra de ... la deriva reaccionaria que estaba protagonizando el partido ultraderechista Ley y Justicia (Pis). «Desafortunadamente, tengo problemas con estos premios, y no es algo nuevo», dijo el titular de Cultura. «¿Quieres que hablemos sobre los libros de la señora Tokarczuk? Pues lo he intentado, pero nunca he terminado». Cuatro años después, en vísperas de unas elecciones parlamentarias, lejos de mejorar, la situación ha ido a peor.
«Polonia está siguiendo el camino de Hungría», advierte el escritor húngaro Ferenc Czinki, presidente de una asociación de escritores. «Quieren seguir en el poder y han entendido que controlar la creación artística es una herramienta poderosa. En Hungría han limitado las distintas plataformas en las que uno puede expresarse en libertad. Compran grupos mediáticos, luego intentan silenciar a los partidos de la oposición y ahogan financieramente a asociaciones como la que presido. Y esto está sucediendo en nombre de la democracia y el capitalismo. Mi pregunta es: ¿es una democracia aquella en la que el Gobierno pone su gente de confianza en todos los puestos posibles e invade los medios de comunicación?».
Czinki pertenece a la Alianza Europea de Academias (European Alliance of Academies), que reúne a setenta asociaciones de toda Europa, entre ellas el Círculo de Bellas Artes, la única española. Representantes de la Alianza se han reunido en Cracovia esta semana para conocer de primera mano la situación de la creación artística en Polonia, porque, en palabras de Jeanine Meerapfel, impulsora de esta iniciativa, algunos países europeos están implementando políticas culturales que limitan cada vez más la libertad creativa: «La independencia de las instituciones artísticas de las prescripciones políticas, nacionales y religiosas es la esencia de la democracia. Se está poniendo en peligro la autonomía de muchas academias, museos e instituciones culturales».
«¿Es una democracia aquella en la que el Gobierno pone su gente de confianza en todos los puestos posibles e invade los medios de comunicación?»
El encuentro 'Derechos y libertad de cultura' de Cracovia sigue a otros celebrados desde 2020 en Berlín, Budapest, Madrid, Ámsterdam y Cambridge. Y en esta ocasión han contado con una invitada de excepción, la relatora especial de la ONU en el ámbito de los derechos culturales, la griega Alexandra Xanthaki, quien dentro de un mes presentará un informe sobre la situación de los derechos culturales en el mundo. «La libertad artística y los derechos culturales también incluyen el derecho a tener voz, a expresar sus opiniones a través del arte y de las expresiones artísticas. Es el derecho a adoptar o rechazar determinadas prácticas culturales o religiosas, así como a revisar las tradiciones y los valores existentes. Ninguna sociedad permanece estática».
Todo esto está en cuestión en Polonia, según fueron informados los miembros de la Alianza, desde hace casi una década, cuando el partido Ley y Justicia llegó al poder y se propuso «reparar Polonia» de la etapa postcomunista, con medidas de corte tradicionalista en lo social y en lo cultural. Esa 'guerra cultural' de la que se habla ahora en España comenzó mucho antes en Polonia. Esto es, desde las instituciones públicas se promueven prácticas destinadas a la 'polonización' del país, con un regreso a los mitos nacionalistas, sobre todo a la resistencia de la Segunda Guerra Mundial y el anticomunismo.
Para llevar a cabo estas políticas, desde 2015 se practica un control férreo: el Gobierno ha cambiado la orientación de medio centenar de instituciones culturales y ha nombrado nuevos directores, algo que también han hecho las regiones controlados por la derecha populista. En Cracovia, la capital cultural de Polonia, el director del Teatro Juliusz Slowacki está en una situación muy delicada desde hace años, señalado directamente por el Ejecutivo y sin margen financiero porque Cultura ha dejado de financiarlo. Algo parecido le ocurre al Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia, dependiente de la alcaldía (de izquierdas), pero que desde hace dos años no puede comprar nueva obra porque el ministerio no aporta presupuesto.
Según el vicealcalde de Cracovia, Robert Piaskowski, «las ciudades se están convirtiendo en islas cada vez más importantes para la libertad de expresión y la libertad de cultura». Cracovia se ha erigido en la resistencia contra la regresión. «Cuando veo a gente corriente protestando frente a los teatros, sé que se trata de una guerra cultural sistemática. Y la cultura es a menudo una tapadera para desviar la atención de otras cuestiones importantes, como el colapso del Estado, la guerra, las irregularidades o la ineptitud política. La cultura, privada de la libertad de crear, se convierte en una herramienta en manos del sistema», advierte Piaskowski. «Cracovia apoya la libertad de cultura».
Cracovia se ha erigido como la resistencia contra la regresión de la libertad creativa en Polonia
Los miembros de la Alianza Europea de Academias presentes en la ciudad polaca conversaron con algunos agentes culturales de Cracovia y compartieron también los riesgos en sus países de origen. Valerio Rocco, director del Círculo de Bellas Artes, recordó casos de censura como el secuestro del libro 'Fariña', de Nacho Carretero, o la polémica que hubo en algunas ciudades durante las pasadas elecciones. «Hubo protestas, la sociedad civil se levantó contra la censura. Fue un aviso serio y creo que la política lo ha entendido».
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La escritora francesa Cécile Wajjsbrot, por su parte, alertó de la creciente concentración mediática y del riesgo que eso supone para la pluralidad informativa. «Las cosas no surgen de la nada. Construir imperios mediáticos lleva tiempo, igual que construir una dictadura. Controlar los medios es parte de ello. Es el primer paso –advirtió–. Comienza lentamente, con susurros. Luego las voces se hacen más fuertes, las palabras más claras y una mañana despiertas, escuchas la radio y te enteras de lo que está ocurriendo. Y piensas: ¿cómo ha sido posible, así de repente? Pero no ha sido tan repentino. Lo que va a suceder ya ha sucedido».
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SuscribetePeriodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la UCM y Máster ABC
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