Fernando Belzunce: «Si no hay información libre, no hay sociedades libres»
periodista, director general editorial de vocento
Después de tres años de trabajo y más de cien entrevistas, publica 'Periodistas en tiempos de oscuridad', un compendio de todo lo que puede decirse hoy de una profesión que, insiste, es vital para la supervivencia de la democracia
Lee un extracto del libro | El día que la premio Nobel Svetlana Alexiévich soñó con contar la realidad
Crítica, por Pedro Cuartango | 'Periodistas en tiempos de oscuridad', una brújula en el laberinto mediático
Madrid
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Iniciar sesiónFernando Belzunce (Pamplona, 1976) le explicó a su editorial que para su nuevo libro necesitaba tres años y más de cien entrevistas. Ellos asintieron, él cumplió su parte y ahora tiene sobre la mesa 'Periodistas en tiempos de oscuridad' (Ariel), un ensayo que más ... bien es un compendio de todo lo que puede decirse hoy de esta profesión. Hablan directores de periódicos, reporteros, empresarios de la comunicación, investigadores, columnistas, corresponsales de guerra, premios Nobel, premios Pulitzer, exiliados, jóvenes promesas, cronistas consagrados... Y el autor los escucha para componer un coro de voces al estilo Alexiévich, borrándose de la ecuación. Pero ahora le toca responder a él.
-El libro empieza con varios periodistas contando cómo nació su vocación. La primera, de hecho, es Svetlana Alexiévich, que da forma al libro. ¿Pero cómo llegó usted a la profesión?
-Llegué al periodismo por la escritura, que era lo que tenía claro de adolescente: me encantaba escribir, me encantaba leer. Luego hice prácticas en mil sitios –TVE, el 'Diario de Navarra', el 'Diario de Burgos'...– y al final entré en 'El Correo', y eso cambió mi concepción del periodismo. Trabajando allí descubrí que el periodismo era otra cosa, que esto no se trataba solo de escribir, sino que había un compromiso increíble con la profesión, y que esta tenía un sentido para la sociedad. La gente se guiaba por unos valores morales muy rectos, tenían muy claro qué era lo correcto y lo que no, y yo… A mí me parece que que tu vida se guíe por unos valores morales tan rectos hace que todo tenga sentido.
-Llegó a 'El Correo' en los tiempos duros de ETA, cuando los atentados eran comunes y los periodistas corrían peligro. Imagino que eso marca de por vida.
-A mí me marcó, y eso que yo no cubrí atentados: solo cubrí un par siendo jovencito. Pero estar en una redacción así claro que te marca. Cuando tienes veintitrés años y ves a tanta gente jugándosela por la verdad… Eso es una referencia moral. Eran tiempos tremendos. Nosotros clasificábamos las bombas por el número de columnas que ocupaba la noticia en la web: estaba la 'bomba A', la 'bomba AB' y la 'bomba ABC'. Ya era una rutina… Recuerdo el día que mataron a Santiago Oleaga [director financiero de 'El Diario Vasco']: eso fue absolutamente demoledor, un antes y un después. Ese día me marcó para siempre. Todo el mundo estaba increíblemente afectado, pero sacaron 'El Diario Vasco' adelante, y 'El Correo'. Eso era el compromiso. Y luego, con los años, he descubierto que en este oficio se ve a mucha gente así: gente con una fuerza tremenda, con una potencia arrolladora, gente que no ves en otras profesiones.
Periodismo en los tiempos de ETA
«El día que ETA mató a Santiago Oleaga me marcó para siempre. Descubrí lo que era el compromiso en el periodismo»
-Kapuscinski dijo aquello de que los cínicos no sirven para este oficio. No sé si es verdad, pero en este libro no hay cínicos.
-Yo no sé si en periodismo habrá muchos cínicos o no. Yo he conocido muy pocos, la verdad, muy pocos. Los periodistas suelen ser gente bastante interesante y bastante noble. Para el oficio que es y para la capacidad que tienes o que podrías tener de hacer daño, yo creo que es un oficio muy noble, donde se encuentra gente apasionante. Y eso es un poco lo que quería reflejar. El periodismo es vocacional, es un oficio que te exige mucho compromiso: no es un trabajo normal. Además, el periodismo es un oficio muy cansado: da igual el talento que tengas, conseguir la información, contrastarla por varias fuentes, comprobar los detalles… eso exige muchísimo.
El libro
Periodistas en tiempos de oscuridad
- Editorial: Ariel
- Páginas: 464
- Precio: 20,90 euros.
-En la clausura del libro, Martin Baron, exdirector del 'Boston Globe' y 'The Washington Post', afirma: «Nos hemos rendido frente a los ataques de los políticos y otros poderes, y deberíamos hacer más para explicar nuestro trabajo». ¿No hablamos lo suficiente de periodismo?
-No puedo estar más de acuerdo con Baron. Ocurre una cosa muy fascinante y muy desconcertante al mismo tiempo, y es que los periodistas siempre estamos contando lo que les pasa a otras personas, pero no lo que nos sucede a nosotros mismos. Nos da apuro contar nuestro oficio, y no presumimos apenas de lo que hacemos. Es muy importante lo que está pasando con el periodismo, y es necesario que se sepa, que se conozca, que la gente sepa cuál es nuestra aportación hacia la sociedad. Hay gente que se monta películas, y nos imagina haciendo conspiraciones, teniendo reuniones para… La realidad no sé si es mucho más aburrida o no, pero desde luego en eso no estamos. Habría que preguntarse por qué viene esa desconfianza.
-¿Tenemos mala prensa los periodistas?
-Hay una imagen de la profesión que no se corresponde con la realidad, y muchas veces la culpa la tiene algún tertuliano. Muchas veces la profesión se visualiza a través de determinadas personas que igual son las más populares, pero que no son los mejores ejemplos. Y cuando vas a organizaciones periodísticas serias descubres a mucha gente muy talentosa y recta. Cuando recibes una visita en una redacción y les explicas a los visitantes cómo se trabaja en un periódico se quedan absolutamente alucinados.
-Uno de los temas del libro es el descrédito de la profesión.
-Hay un momento increíble de descrédito que tiene que ver con los ataques que sufre la prensa. Y muchos son gratuitos, mezclan cosas: la información falsa en redes sociales parece como que es algo periodístico, y que viene de un medio, y no lo es. Muchas veces las desinformación son campañas orquestadas y pagadas por vete a saber quién y con qué intereses. La prensa seria comete errores, porque afortunadamente detrás de los periódicos hay personas, pero lo que hay es infinidad de aciertos. Y los errores se reconocen.
«Hay una imagen del periodismo que no se corresponde con la realidad, y muchas veces la culpa la tiene algún tertuliano»
-Muchos de los ataques de la prensa, si no la mayoría, vienen del poder político.
-Así es, y por parte de políticos de todo signo, además. Los problemas en el periodismo se han globalizado. Hace veinticinco años, si te encontrabas a un periodista de Pakistán, a otro de Sudáfrica y a otro de Argentina y hablabas de la profesión cada uno te contaba un mundo. Hoy estamos todos hablando de lo mismo, de los mismos problemas. Es absolutamente increíble. Y en el caso de los ataques de los políticos a la prensa, lo que evidencian es que estos no tienen tanta altura democrática.
-Está ocurriendo en España.
-Por supuesto que ocurre en España: ahí tenemos la máquina del fango y todo esto. Y no solo lo hace el presidente del Gobierno, lo hacen muchos otros políticos: lanzan amenazas veladas o sospechas o especulaciones. Es algo también generalizado, pero es una muy mala señal de lo que está pasando. Ahora, por ejemplo, se habla mucho de la corrupción de los periodistas: yo no conozco a ningún periodista corrupto. Y cuando oyes casos son llamativos, excepciones. Pero claro, todo eso cala. Y cuando Donald Trump dice que el periodismo es una raza de miserables, que lo dijo, eso es tremendo. Y luego sale Milei en Argentina diciendo: no odiamos lo suficiente a los periodistas. Y eso se reproduce y se extiende en todos los países. Lo más preocupante es que políticos que no pertenecen a partidos políticos extremos o extremistas, que en principio defienden siglas supuestamente moderadas, entran en ese juego. Al final es un oficio muy frágil. Y ahora mismo está sacudido por un montón de tormentas.
-¿Ha sufrido esas presiones de primera mano, esos ataques?
-Presiones, llamadas y este tipo de cosas se reciben siempre. Si no se recibieran sería que no pintamos nada, que no lo estamos haciendo bien. Pueden ser más duras o menos duras, más veladas o más evidentes, pero llamadas recibes. A mí me han dejado de llamar determinadas personas porque saben que no tiene ningún efecto.
-Le vuelvo a citar a Martin Baron: «Si logran debilitar el papel de los periodistas, podrán eliminar la libertad de expresión para todos».
-Y es verdad. Al final lo que te hace libre como sociedad es tener acceso a información libre. Hay una idea que repiten muchos de los protagonistas en el libro: el periodismo no sirve para cambiar el mundo, pero sí contribuye a que se entiendan mejor las cosas. La principal labor que tenemos es la elaboración de información de calidad, de información libre. La sociedad tiene el derecho a estar bien informada y luego ya pues que tomen sus decisiones con esa información. Pero eso es un principio esencial de la democracia. Si no hay información libre, no hay sociedades libres.
-Entonces, ¿el periodismo está en riesgo a nivel mundial?
-Yo creo que sí, sin duda. También por el modelo económico.
-Hay una máxima que se repite mucho en la profesión: todas las crisis del periodismo son crisis económicas, todos los problemas tienen que ver con el dinero.
-Sí, es verdad. No hay prensa libre sin rentabilidad; no hay prensa independiente sin rentabilidad. El modelo de negocio es muy importante, lo que sostiene la independencia. Si tienes rentabilidad puedes invertir en periodismo, y siempre que inviertas en periodismo la calidad de toda la maquinaria será mucho mayor. Pero si el negocio no funciona y no puedes pagar, al final acabas haciendo otras cosas: acabas haciendo publirreportajes o lo que sea, cosas que no son periodismo. Ese es un riesgo enorme. Y es curioso el papel que juegan aquí las empresas. Porque nosotros tenemos que ser capaces de construir un modelo de negocio sostenible y yo creo que en ese sentido la suscripción digital es muy importante. Pero también lo es la publicidad. Y muchas veces las empresas desvían presupuestos muy importantes de publicidad a redes sociales pero no son conscientes de que ahí su marca está en un contexto donde la información fluye sin control, de que ahí puedes acabar con la marca de tu empresa asociada a páginas o a contenidos de corte nazi, racista y de todo tipo. Cuando te asocias a un periódico ya sabes a lo que te estás asociando.
Periodismo y rentabilidad
«El modelo de negocio es lo que sostiene la independencia. No existe la prensa libre sin rentabilidad»
-¿Cree que hay futuro para los periódicos?
-Sí, yo creo que hay futuro. Y todo pasará seguramente por tener una relación mucho más estrecha con el lector. Por entender mejor sus necesidades, por tener una comunicación mayor. También pasa por la suscripción, claro. Y por la calidad: no podemos pretender que nos paguen si no hacemos una calidad muy alta. Casi todos los que hablan en este libro acaban diciendo que la solución es volver a las esencias del periodismo, y luego aprovechar el momento tecnológico. Nunca ha habido un momento como este para desarrollar un periodismo de alta calidad. Hay gente que te habla de los periódicos de hace 40 años con nostalgia, pero cuando consultas algunos ves que es muy discutible, muy cuestionable, que fueran tan buenos periódicos.
-¿Qué panorama nos abre la inteligencia artificial?
-Es la otra gran revolución desde internet. Supone una redefinición de la oferta editorial, porque al final te vas a tener que centrar en contenidos y en una oferta editorial que no pueda reproducir la IA: eso es seguro.
-¿Nuestro trabajo será lo que no pueda hacer la IA?
-No es que sea solo eso, pero vas tener que diferenciarte. Vuelvo a las esencias: la IA no va a poder ir a una casa a entrevistar a nadie, y la IA no va a poder coger testimonios de un suceso ni va a poder sacar una foto de dónde ha sucedido una explosión. Ni va a estar en la frontera de Ucrania cuando los tanques rusos la cruzan, que ahí había un equipo de Reuters contándolo. La IA no va a poder hacer esas cosas. Ni va a poder contrastar determinadas informaciones hablando con fuentes anónimas y haciendo llamadas difíciles. Las esencias cada vez son más importantes. Y luego la IA es un peligro total para las democracias por la capacidad que va a tener de expandir todavía más la desinformación. Eso va a ser algo absolutamente tremendo. Y en ese contexto creo que el periodismo todavía cobra mayor valor: necesitas a periodistas sobre el terreno para comprobar lo que ha sucedido realmente. Eso cada vez será más importante.
-Entonces, cuanto peor va el mundo, ¿más necesario es el periodismo? ¿Y ocurre también al revés, que tiene menos sentido en sociedades que funcionan bien?
-Es muy curioso esto. En las sociedades nórdicas se lee muchísimo, el consumo de periódicos es muy alto, y los índices de calidad democrática son también muy elevados: tiene que ver con el nivel económico, las horas de luz... Pero los periódicos juegan un papel fundamental, aunque sea a pequeña escala. El periodismo no tiene que estar solo para cubrir los grandes escándalos nacionales, sino las pequeñas cosas de la vida diaria. Y esto lo vemos también en los desiertos informativos. Está más que demostrado que en aquellas zonas donde ya no hay medios de comunicación de repente la corrupción se incrementa. Y de repente pasan cosas que antes igual no sucedían, porque antes tenías una institución o una entidad que velaba por ver las cosas, por auditarlas, por vigilarlas. Y en esos sitios se pierde en términos de calidad democrática.
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