LIBROS

Richard Firth-Godbehere, ¿llegarán las máquinas a tener sentimientos?

ENSAYO

Nos hace viajar por gran parte de la Historia de la humanidad para descubrir y describir qué son las emociones. Muestra especial atención a nuestro tiempo y su devenir tecnológico

Una de las secuencias de 'Blade Runner', donde se hacían preguntas clave para detectar a los androides replicantes

Para el autor de este libro las emociones son «la forma en que utilizamos la suma de nuestras experiencias para comprender cómo nos sentimos en determinadas circunstancias concretas. Quiénes somos, dónde estamos, y qué estamos haciendo, son factores tan importantes como lo que sentimos. ... Cada lengua tiene sus propias palabras para expresar los sentimientos. Y cada cultura, incluso cada familia, tiene su propia concepción de cómo debemos comportarnos al experimentar dichos sentimientos. Al final, aunque todos podamos compartir una misma base neuroquímica que produce afectos nucleares similares, evolucionamos para mantenernos vivos, la forma en que construimos psíquicamente significados a partir de esos sentimientos difiere en cada uno de nosotros». Para llegar a estas conclusiones, Richard Firth-Godbehere a lo largo de su libro, nos hace viajar por gran parte de la historia de la humanidad. Las referencias más lejanas son las griegas y el mundo de la India.

ENSAYO

'Homo emoticus...'

  • Autor Richard Firth-Godbehere

Los primeros hablaban de 'pathe', emociones, pero también de experiencias y sufrimientos. Platón se refería a las alteraciones del alma, una pequeña parte de nosotros que se caracteriza por no ser de carne y hueso. Perturbaciones provocadas por sucesos o sensaciones externas que te desequilibran y perturban tu calma. En la India todo giraba en torno al camino de cada persona o dharma. Un deseo motivacional de las cosas que necesitas para vivir tu vida. Mantener a las personas en el buen camino, permitirles crecer y aprender y actuar como freno ante cualquier deseo hedónico que puedan sentir.

Pero había otros tipos más de deseos: Artha, las cosas que necesitas para vivir; Karma, suma de actos que has realizado en esta y otras vidas; Kama, un deseo hedónico de placeres mundanos; y Moksha, el deseo de conocer el verdadero yo. Griegos, budistas, jainistas, hebreos, cristianos, musulmanes. El amor a las personas como el camino hacia la verdad de San Agustín. La 'cupiditas' (el amor propio) y la 'caritas' (la caridad, el amor a Dios y al prójimo). El miedo también es un estado emocional suscitado por estímulos específicos que dan lugar a un comportamiento defensivo o de huida.

Lo bueno y lo malo

Para los humanistas, el gusto era una forma de conocer algo, pero ese conocimiento iba mucho más allá del mero sabor que percibía la boca. El gusto se podía utilizar para evaluar lo bueno y lo malo en el arte, la poesía, la prosa e incluso el comportamiento. Cultivar el gusto por lo bello era una parte esencial del vivir. A las iglesias de aquellos tiempos no les hacía mucha gracia esta distracción del camino hacia Dios. En la Ilustración se habla de sentires éticos y estéticos vinculados al gusto, también como una percepción moral: la ira, la repugnacia o la indagación. Descartes las vinculaba al «pienso luego existo». Hume a la utilidad. Adam Smith con la afinidad o solidaridad. Hobbes con la vergüenza o la histeria.

Cada cultura tiene su propia concepción de cómo debemos comportarnos

El magnífico ensayo que es 'Homo emoticus' avanza por la revolución emocional china, japonesa y africana; el amor-odio a la patria; los sentimientos de las máquinas; la repugnancia de la política; los últimos sentimientos; la emoticonciencia, los emojis, o los mensajes visuales como el que Amstrong mandó desde la Luna en 1969. Vivimos en una era emocional en la cual se siente mucha aversión política y moral. Siempre la hubo, pero este fenómeno por su trascendencia es nuevo. Sentir repugnancia ante determinados actos políticos se ha convertido en un elemento esencial de muchas culturas occidentales. Y esto no es para mejor.

Interpretar y sentir

Alan Turing, descifrador de códigos durante la Segunda Guerra Mundial y padre de la informática, afirmó que si un humano no puede saber si una de las supuestas personas a la que formula preguntas es en realidad un ordenador, significa que este último ha superado la prueba. Pero Turing no fue consciente de que para que el experimento funcionara tenía que hacer preguntas que se utilizan para detectar a los androides replicantes de 'Blade Runner'. Tanto en la novela como en el filme había que hacer este tipo de preguntas para averiguar si algo era una máquina o no.

Y ello porque para que un ordenador nos engañe convenciéndonos de que es un humano, tendría que hacernos creer que es capaz de interpretar y sentir emociones. ¿Eso es posible?¿Una máquina de inteligencia artificial no es capaz de aprender esos patrones?¿Será posible construir algún día una máquina que pueda reconocer toda la diversidad de la experiencia emocional humana aunque la diferencia entre las expresiones emocionales de dos culturas distintas sean tan grandes que resultan intraducibles?¿O construiremos una que sola reconozca una pequeña parte de esa diversidad, de modo que, voluntaria o involuntariamente, obligue a sus usuarios a cambiar su comportamiento en concordancia? Por ahora, los ordenadores solo hacen lo que se les dice.

¿Hay una «computación afectiva»? Esta terminología la acuñó Rosalind W. Picard en el 1995. Es decir, máquinas capaces de reconocer sentimientos. Sobre todo para vendernos cosas y supuestamente aumentar nuestra seguridad y felicidad. Amazon ya tiene a su asistenta virtual Alexa. Si estás enfadado o deprimido te da conversación. Evidentemente como cliente, no como amigo.

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