crítica de:
'Reyes del corso. Historia de los corsarios españoles', de Vera Moya Sordo: lealtades negociadas
Ensayo
El rescate de la figura del corsario español como agente fundamental en la política naval, relegando la visión romántica del encantador pirata individualista, constituye un gran logro
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Iniciar sesiónPor detrás de leyendas rosas y negras, asoma la historia que explica nuestro pasado hispano compartido y así otorga sentido y aventura al presente. 'Reyes del corso' de la historiadora mexicanaVera Moya Sordo, experta en 'procesos de naufragio, vida cotidiana, miedos y motines' ... constituye una novedad de alto bordo, nunca mejor dicho.
Se trata de un libro formidable y muy bien escrito. El corso hispano, definible como una colaboración de particulares en comisiones de guerra y con reparto pactado del botín, señala la autora, ha formado parte de una realidad histórica imposibilitada, diluida, negada. Según cierta historiografía rancia, acompañada de una literatura banal e hipertrófica, muy en boga estos días, los españoles no pudieron ser corsarios por un estrecho concepto del honor, que les impedía defenderse 'con malas artes'.
ENSAYO
'Reyes del corso. Historia de los corsarios españoles'
- Autora Vera Moya Sordo
- Editorial Desperta Ferro
- Año 2025
- Páginas 536
- Precio 27,95 euros
El corso, señaló el formidable historiador de la marina española Cesáreo Fernández Duro, habría sido considerado un medio de guerra «abusivo e inmoral». La verdad histórica, llena de matices, es muy distinta. En su argumento mayor este volumen, basado en una investigación larga en el tiempo y multiplicada en las geografías de la primera globalización hispana, muestra el fino entrelazamiento entre poder monárquico, comercio, marina y guerra.
Es muy convincente que la piratería represente una primera era de la confusión, luego el corso gestione la frontera de los mares abiertos con el capital y el riesgo alumbrando la expansión atlántica y, por fin, las Armadas de guerra, hasta nuestros días, resuelvan conflictos interestatales e imperiales.
Los nueve capítulos explican el desarrollo del corso desde los orígenes en Occidente de la guerra naval, con las 1.186 naves cóncavas de la Ilíada, hasta los corsarios de las guerras de emancipación hispanoamericanas y las guerras carlistas. Aunque el rescate de la figura del corsario español como agente fundamental en la política naval, relegando la visión romántica del encantador pirata individualista, constituya un gran logro, la explicación de la vida en el mar, los afanes de las comunidades marítimas subalternas y la evolución institucional, se entrecruzan de modo sobresaliente.
Lejos de ficciones imaginativas, se retrata lo que cuenta, el origen de las sociedades del riesgo que nos han precedido
Los primeros mercenarios marítimos del Mediterráneo grecorromano; la manera en que los reinos peninsulares medievales, Castilla y Aragón, utilizaron con destreza bulas y patentes de corso; el apogeo de la actividad corsaria en la Edad Moderna con Pero Niño y Juan de Oñate; el papel del corso en la defensa y exploración de las Indias; o su declive final, vinculado a la expansión del poder estatal y las reglas de obligado cumplimiento, alumbran los capítulos sucesivos.
Lejos de ficciones imaginativas, estas páginas retratan lo que cuenta, el origen de las sociedades del riesgo que nos han precedido. Aquellas en las cuales el destino de hombres y mujeres se jugaba, no es una metáfora, al abordar la embarcación más cercana. Unos versos de Luis Vélez de Guevara de 1616 expresaron esta excitación y peligro, el ansia del botín y el temor a la muerte: «El humo cuajado de balas gruesas/ me arrojé en el mar profundo/ rémora fui de su curso/ los envié a los infiernos siendo el agua su sepulcro». Él sí que estuvo allí para contarlo.
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