CRÍTICA DE:
'Primavera revolucionaria', de Christopher Clark: la Europa de 1848
ENSAYO
Ninguna revolución produjo tal conmoción como la de 1848. Surgió de manera individual y sin acuerdo previo por todo el Viejo Continente
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Iniciar sesiónNi la Revolución Francesa del año 1789, ni la Revolución Francesa de Julio del 1930, ni la Comuna de París del 1870, ni la Revolución Rusa del 1905-1917, produjeron tal conmoción como la de 1848. Surgió de manera individual y sin acuerdo previo por ... toda Europa. No fue local como las citadas sino internacional. También trascendió a los territorios coloniales y a las repúblicas que acababan de independizarse.
Clark comenta que aquella fue la única revolución auténtica. Un choque entre las demandas de libertad política y económica y las de los derechos sociales. Esta revolución generalizada fracasó por dos motivos. El primero por las luchas entre liberales-socialistas-radicales-republicanos y nacionalistas. Y el segundo por la contra revolución y el apoyo extranjero.
ENSAYO
'Primavera revolucionaria'
- Autor Christopher Clark
- Editorial Galaxia Gutenberg
- Año 2024
- Páginas 979
- Precio 44 euros
Pero el mundo cambió. El rural, el urbano, se afrontó la cuestión judía y el papel de la mujer. Se instaló el constitucionalismo, creció la libertad de prensa y opinión, se amplió el derecho al voto, la economía evolucionó así como el empleo, los horarios de trabajo y se aminoró la desigualdad social, la insalubridad, la violencia y el hambre. No en todos los lugares fue igual y de eso también trata este libro. La novela de gran éxito de Eugenio Sue, 'Los misterios de París' (1842-43), publicada en folletón lo explica muy bien.
Una de las grandes revueltas fue la de los tejedores de Silesia. Ruge dijo que fue para sobrevivir, mientras Marx adujo cuestiones políticas. La esclavitud fue otro asunto recurrente. Y no solo la evidente. Flora Tristán incluyó en este apartado a las mujeres y los niños trabajadores. En mayo de 1848 una multitud asaltó la Cámara de la Asamblea Nacional y luego en la Alcaldía de París se proclamó el Gobierno Insurreccional. Radicales unidos a extraparlamentarios.
Las barricadas y la violencia generalizada llegó después. Este capítulo podría constituir por sí mismo un libro, porque el de Clark son muchos libros en uno solo. Las luchas dialécticas entre liberales y radicales fueron continuas. Constant afirmó que el liberalismo era la defensa del derecho a estar sujetos solo a las leyes, no ser arrestados, detenidos o ejecutados por la voluntad arbitraria de otros.
Clark ratifica que el término 'liberalismo' surgió en España tras la Constitución de Cádiz (1812). En julio de 1813 en 'El Sensato', publicación de Santiago de Compostela, un anónimo escribía: «Es un sistema fundamentado en la ignorancia, inventado en Cádiz en 1812. Absurdo, antisocial, antimonárquico, anticatólico, mortal para el honor nacional». Los liberales se implicaron en la revolución con reticencias. A su izquierda estaban los demócratas y socialistas agrupados como radicales. Reclamaban el sufragio universal para los hombre no para las mujeres, la acción directa contra los poderes tradicionales, control de precios, salario mínimo, derecho al trabajo y libertad de prensa.
El nacionalismo fue el fantasma más poderoso e influyente de la década de 1840. El mayor ejemplo fueron los húngaros e italianos
El asunto de Galitzia es otro libro. Y aquí están implicados austríacos, rusos y prusianos. También la partida nación polaca. Todo un inmenso rompecabezas que nos ha llegado hasta hoy con la guerra de Ucrania. En este espacio convivían judíos, alemanes, armenios, checos, eslovacos, rumanos y otros muchos pueblos minoritarios. Sacher-Masoch , comisario de la Policía Imperial austríaca, lo explica muy bien en su novela 'El Conde Donski: una historia de Galitzia'.
El nacionalismo fue el fantasma más poderoso e influyente de la década de 1840. El mayor ejemplo fueron los húngaros e italianos. Forzó a muchos europeos a elegir entre su identidad y sus ideas políticas. 'Mis prisiones' de Silvio Pellico fue un manual de Italia contra el Imperio Austro Húngaro. Mazzinifue otro nacionalista que vivió en Londres como un mendigo. Fundó la asociación La Joven Italia, pero también la Joven Europa. Defendía una Europa de los pueblos. Hasta el Papa Pío IX fue un reformista. Llevó a cabo muchos avances pero no pudo impedir que se proclamase la República Romana, aunque no duró mucho. El capítulo dedicado a los levantamientos y sublevaciones en el Imperio Austro Húngaro da también para otro libro. Así como los primeros movimientos para la unificación alemana.
Heine lanzó la siguiente pregunta: «¿Cuál es la tarea de nuestro tiempo?». El mismo se contestó: «¡La emancipación!». La de los irlandeses, griegos, judíos, los indios occidentales, la negritud, los pueblos oprimidos y, en general, la emancipación del mundo inseparable del progreso. Y resaltaba también la superación de los conflictos europeos. Las mujeres no aparecían. Pero, por ejemplo, los judíos bajo los Habsburgo que los protegieron chocaban con antiguos privilegios locales «Non tolerandis judacis».
Libro memorable, una enciclopedia para entender también nuestro presente
Victor Hugo participó contra los insurgentes, pero les acabó teniendo simpatía. De Maistre comentó que los revolucionarios siendo esclavos de la Historia lucharon por su libertad. George Sand partidaria del republicanismo de izquierdas perdió la fe por la violencia. Marx escribió que aunque los obreros fueron vencidos habían ganado el futuro. Tocqueville nunca tuvo la menor simpatía por los rebeldes, pero reconoció que el levantamiento había sido contra la injusticia.
La presencia española en este volumen es muy amplia y relevante. El catedrático de Historia de la Universidad de Cambridge conoce muy bien todo el conjunto del siglo XIX español. Y además se le nota un gran aprecio por nuestra cultura. Y la bibliografía enorme, como toda la del ensayo, así lo demuestra. Es muy justa la importancia que le da al sociólogo coruñés Ramón de la Sagra. Pero hay mucho más.
Coloca a Madrid como una de las ciudades más adelantadas en su desarrollo urbanístico y progreso. Y ahonda en los conflictos económicos y laborales de Cataluña y Andalucía. Por estas páginas pasan Narváez, Martínez de la Rosa, los carlistas, Donoso Cortés, Alonso Martínez, Bravo Murillo, O´Donnell; al lado de Metternich, Bismarck o Garibaldi. Y la Constitución de Cádiz la expone como un faro de luz y esperanza de libertad para los pueblos.
Es este un libro memorable, una enciclopedia para entender también nuestro presente. Aquí la verdad demostrada se alza sobre las invenciones y mentiras de los políticos analfabetos. Solo historiadores imparciales como Clark tienen el derecho a decirnos lo que pasó.
Una mínima puntualización. La historia del periodismo español, otro trabajo ingente, no solo fue escrito por Mari Cruz Seoane sino también por María Dolores Sáiz. Una gran obra todavía no superada.
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