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Oliva Arauna: «Yo no colecciono artistas, yo colecciono obras»
entrevistas
Tras una vida dedicada al arte, Oliva Arauna sigue habitando Madrid con propuestas disruptivas e innovadoras. Ella sigue siendo, desde la retaguardia, protagonista en ARCO
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Steven Carlson
Madrid
Oliva Arauna cerró su galería en el año 2015. Sin embargo, su trabajo no se detuvo. Actualmente, en Almacén Abierto, su nuevo espacio en Tetuán (Madrid), invita a los visitantes a una experiencia con obras vedadas a la espera de los ojos atentos de ... coleccionistas y aficionados. Asimismo, parte de su colección se exhibe estos días en el Centro de Arte Alcobendas.
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—¿Cómo ha cambiado su rutina desde el cierre de su galería?
—En realidad, no tanto, porque cuando cerré la galería monté el despacho en casa. En el fondo trabajábamos lo mismo. Por supuesto, no tienes el compromiso de estar pendiente de los artistas. Pero sí he intentado siempre conseguirles exposiciones. Vender algunas de sus obras, en fin. Y luego poner orden en miles de piezas, entre mi colección y la propiedad de la galería.
—Ahora se reinventa con Almacén Abierto. ¿En que consiste este proyecto?
—Estuve buscando espacios para hacerme una casa. Encontré una y me hice mi hogar. De repente, me ofrecieron una nave muy cerca. La había visto cuando compré la de mi casa y pensé: «No la voy a comprar porque me vuelvo a liar y vuelvo a hacer algo público». No me apetecía. Necesitaba ese tiempo de distancia. Pero pensé: «La compro para mi hija». Y una vez comprada me daba pena verla allí sin utilizar.
Un día se me ocurrió que siempre, los coleccionistas, cuando venían por la galería me decían: «Ya, pero yo quiero ir a ver tus almacenes», y yo les replicaba que estaba todo embalado. O me dices qué quieres ver en concreto, o no vas a ver más que cosas embaladas. Entonces, se me ocurrió hacer Almacén Abierto, que reúne obras de mi colección y otras. Aquí se pueden encontrar piezas colgadas, por supuesto protegidas, pero en el suelo, como en los almacenes, sobre palés. Y otras embaladas para que si tienen interés puedan verlas, porque la propuesta tiene ese punto de búsqueda, también de encuentro, que no todo sea inmediato, que no todo sea ofrecido. Que haya que hacer un poquito de esfuerzo.
—¿Cómo ha sido la respuesta de artistas y coleccionistas?
—Muy lenta. En el fondo, la gente piensa que el proyecto está lejos. Está a cinco paradas de metro de Chueca, que está al lado. Ahora que tengo una parte de mi colección expuesta en el Centro de Arte Alcobendas, comprendo que, eso está un poco más lejos, tampoco mucho más. Está más cerca que Ifema, y la gente llega a ARCO. Creo que el concepto de distancia en Madrid la gente lo tiene muy desvirtuado.
—Como coleccionista, ¿qué le llama la atención?
—Yo no colecciono artistas, yo colecciono obras. Compro las obras de las que me enamoro. ¿Cómo explicar eso en palabras para todo el mundo? Me transmiten una pasión inexplicable. La quiero y la quiero. Si puedo pagarla, me la compro.
—¿Cómo define «Entre los ojos el deseo», en Alcobendas?
—Es una exposición que Belén Poole, en su época anterior como directora del Centro de Alcobendas, me ofreció. Después cambió el partido político, la invitaron a irse y suspendieron toda su programación. Nada más llamarla para decirle que iba a volver a ser directora, se puso en contacto conmigo para decirme: «Oliva, ¿tú seguirías pensando en presentar la colección aquí en Alcobendas? Ahora vas a abrir Almacén Abierto». «¡Vaya! — digo —. Por eso no te preocupes. Hay obra más que suficiente para esa exposición. Y diez más.»
—¿Qué le recomendaría a un espectador no especializado a la hora de ir a recorrer esta exhibición?
—Que, más que pasearla, se fijase en las obras, porque requieren un poco más de tiempo que el minuto que se les suele dedicar. Hoy los vídeos son apasionantes y hay seis. Mucha fotografía. Algo que me gustaría es que vean las fechas de las obras. Siempre he comprado en el momento que han salido, porque después no tendría dinero para ello. Y ver que hay obras de los 80, los 90 y muy principios de los 2000 te impresiona, porque han pasado muchos años y siguen teniendo la misma vigencia y conviven perfectamente piezas de los 80 con obras de 2000, 2015 o 2023, que es la última, la película de Paloma Polo.
—¿Y a un espectador especializado?
—Que se fije en la pieza de Reinhard Mucha. No es muy conocido, ha hecho muy pocas exposiciones. Sin embargo, es uno de los grandísimos artistas alemanes. Pero, al no conocerlo, la gente no se fija en la obra. Y es un piezón.
—¿Cómo ve la situación del arte contemporáneo en España? ¿Qué nuevos actores emergentes están apareciendo que antes no tenían lugar?
—El arte contemporáneo de aquí lo veo estupendo. ¿La difusión del arte contemporáneo español? Mal. Siempre hay música puesta. Yo creo que se está mirando mucho la escultura, la instalación. Pienso que, fundamentalmente, las galerías están apostando bastante por artistas jóvenes. Eso es muy importante.
—¿A dónde debería dirigir la mirada un galerista o coleccionista para descubrir las expresiones más innovadoras y disruptivas?
—Es fundamental que la gente vaya a las galerías, porque en las galerías tienes más tiempo para ver, preguntar, saber un poco más del artista. Viendo una serie de obras te haces idea de qué hace el artista. En las ferias ya tienes que ir con otra idea. No tanto a conocer si no eres un gran especialista, sino a disfrutar de las obras.
—¿Le gusta asistir y participar en ferias?
—Me entusiasma ir de visitante. También las padecí.
—¿Qué le gusta de asistir a ellas?
—Poder ver muchas obras, que no tienes la posibilidad de verlas en España normalmente. En España no todas las galerías trabajan con artistas extranjeros, y poder ver esas piezas es importante.
—¿Qué le recomendaría a un joven galerista o coleccionista para lograr sus propósitos en el mercado del arte contemporáneo?
—Ver. Ver y mirar. Viajar. Asistir a grandes eventos como Documenta, Manifesta. Bienales. Ahora el mundo está lleno de bienales. Creo que es la mejor forma para aprender. Mirando y mirando y mirando.
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