LO moderno
Edward in love
Nada era comparable al orgullo de recordar la historia de pasión a la española entre Eduardo I de Inglaterra y Leonor de Castilla
Otros artículos de la autora
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAhora que en el Congreso se va a permitir el uso de las varias lenguas patrias demostrando que nuestro gobierno es capaz de democratizar hasta la torre de Babel, yo me siento casi en la obligación de titular en inglés. Lo hago por la sencilla ... razón de que, puestos a recordar que «lo moderno es lo olvidado» reivindico como nuestra (o mía) la lengua inglesa. Resulta que estos días andaba por la Pérfida Albión de reportera cultural en la presentación de 'El problema final', la última novela de Arturo Pérez-Reverte, un guiño inteligente y divertido a las aventuras de su tocayo Conan Doyle.
Y, quien me lo iba a decir, me asaltó en pleno Londres el orgullo patrio: no ya por Nelson muerto por los francoespañoles en Trafalgar; ni por la puntualidad británica marcada por el Big Ben cuyo relojero era español, ni por la copa de Sherry (de Jerez de la Frontera, claro) que me sirven de aperitivo en el Savoy, ni porque Wellington sea también duque de Ciudad Rodrigo y vizconde de Talavera (vaya usted a saber cómo lo pronunciarán los ingleses, con tanto escollo fonético) quien, después de haber vivido en Cádiz, sustituiría de su menú y sin dudarlo, el famoso solomillo que lleva su nombre por una tortillita de camarones del Faro.
Regresaré a la Abadía de Westminster a rezar un Padre Nuestro en mi lengua cooficial
Nada era comparable al orgullo de recordar la historia de pasión a la española por la que yo hoy quiero ejercer de 'Shakespeare in love': el amor entre Eduardo I de Inglaterra y Leonor de Castilla. Ella, hija de rey Santo y hermana de rey Sabio; él temperamental, guerrero y muy alto (lo llamaban 'longshanks', 'piernas largas'). Su boda celebrada en La Huelgas estaba destinada a pacificar reinos, pero se enamoraron como locos.
Ella lo acompañó a Las Cruzadas y le dio 16 hijos y un rey heredero; él la corona de Inglaterra; ella lo salvó chupando el veneno de una picadura de serpiente que casi se lleva a los dos; él la amó más allá de la muerte levantando en su honor uno de los monumentos más famosos del mundo: Charing Cross. El 19 de agosto del año que viene se cumplirán 750 años de la coronación de ambos y yo regresaré a la Abadía de Westminster a rezar un Padre Nuestro en mi lengua cooficial inglesa recién estrenada, por tanto amor.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete