FOTOGRAfÍA

El Madrid sin estridencias de Bernard Plossu

MADRID

Pocos fotógrafos internacionales han posado su objetivo en la capital española. La Fábrica y Sala El Águila rompen el maleficio

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Fotografía de 1993 de las dedicadas por Bernard Plossu a Madrid B. P.

Clásico indiscutible de la fotografía, Bernard Plossu (Vietnam, 1945) ha recorrido el mundo capturando imágenes poéticas, azarosas y, sobre todo, exentas de espectacularidad o dramatismo. Tanto es así que, en ocasiones, ni siquiera los propios fotógrafos han entendido su trabajo; se confunde ... lo natural con lo anodino, el respeto a la realidad con desinterés estético. España se encuentra entre sus destinos más frecuentados: Almería, Huesca, Barcelona... Y su predilecta, Madrid.

La primera visita fue en los 70, cuando le invitaron a participar en 'Nueva Lente', mítica revista española con cuyos directores –Carlos Serrano y Pablo Pérez-Mínguez– forjó una importante amistad. En 1979, le dedicaron incluso un monográfico. Después, ha vuelto intermitentemente durante 40 años para encontrarse con amigos de profesión (Luis Baylón, Miguel Á. Campano, Juan M. Bonet…) y retratar una urbe apenas homenajeada en libro porlos grandes nombres internacionales. Por suerte, esto empieza a cambiar.

'In memoriam'

La editorial La Fábrica ha publicado 'Madrid', catálogo dedicado a la memoria de la mujer de Plossu, la fotógrafa Françoise Núñez, que compendia imágenes de la capital tomadas por el autor desde los 70 hasta hoy. Destaca la cuidada edición, con sutiles juegos visuales y una cadencia rítmica que se traslada al espacio expositivo.

La Sala El Águila reúne 150 imágenes, la mayoría inéditas, sin orden cronológico con el objetivo de reflejar una ciudad tan atemporal como su obra. El diseño es sencillo y sobrio. No esperen golpes de efecto porque no los hay. Las fotos, de tamaño pequeño, se organizan en conjuntos a la altura de los ojos para facilitar narrativas literarias abiertas.

El montaje es acorde a la filosofía de Plossu, franca y de costumbres: solo positiva sus copias en dos tamaños reducidos (un par de veces ha aceptado ampliaciones a petición de comisarios), utiliza siempre rollo de 36 y un objetivo de 50 mm. (en su inseparable cámara Nikkormat) porque es la óptica más discreta y cercana al ojo, la que permite hacer paisajes, retratos y bodegones con la distancia justa.

Un Madrid que no mata. En las imágenes, distintas fotografías de las dedicadas en las últimas décadas por Plossu a Madrid B. P.

No reencuadra, ni usa trucos; ni siquiera acentúa los contrastes para conseguir un cielo más oscuro: «La vida es gris, no blanca y negra». Su mayor logro es rescatar «el azar que se merece» a través de una práctica fotográfica que orbita entre «la concentración de un monje y una disposición muy delirante».

Las obras seleccionadas muestran el Madrid de la vida que pasa con normalidad desde su peculiar óptica espontánea, repleta de sombras, misterio, luz de mediodía, diagonales pronunciadas, pasos escurridizos, miradas publicitarias, mujeres que esperan, edificios escorzados, fotógrafos que fotografían, estructuras silueteadas y escenas en movimiento similares a fragmentos de las películas de la Nouvelle Vague que tanto admira.

Los que residimos en Madrid, nos reconocernos en ella, en sus gentes, sus rincones y ese ambiente que persigue: no los «instantes decisivos», sino la atmósfera y los momentos corrientes que ocultan una belleza inesperada. Los que no conocen la ciudad pueden hacerse una buena idea a través del regalo de su mirada atenta.

Bernard Plossu

'Madrid'. Sala El Águila. Madrid. C/ Ramírez de Prado, 3. Comisario: Rafael Doctor. Hasta el 17 de septiembre

Les invito a que lean el maravilloso texto del comisario, Rafael Doctor: podrán imbuirse en un Madrid privado que se siente como propio y emociona. Pocas veces las líneas de un catálogo desencadena impresiones tan efectivas como las obras, pero, en este caso, las palabras son también imágenes que llegan por transfusión directa porque están escritas con sangre vivida. La ambigüedad emocional y la fuerza de la capital no deja indiferente. Coincido con Doctor: «Pues, Madrid, me amas, me matas, me atas, me comes, me llevas, pero nunca me calmas».

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