PALABRAS CONTADAS
El pájaro y Werner Herzog
Están a punto de publicarse las memorias del cineasta, tituladas 'Cada uno por su lado y Dios contra todos', que rebosan aventuras
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Tengo una amiga arqueóloga que quiere excavar con una colega brasileña el pecio del barco que salía en 'Fitzcarraldo' (1981), perdido durante el rodaje en pleno Amazonas (aparece en Google Earth, por cierto). La vida andariega de Werner Herzog comenzó cuando caminó 800 kilómetros ... hasta París porque creía que esa ofrenda salvaría a una querida amiga suya, la crítica Lotte Eisner, de la muerte, cosa que no ocurrió. La editorial Blackie Books está a punto de publicar las memorias del cineasta, tituladas 'Cada uno por su lado y Dios contra todos', que rebosan aventuras.
Hay cosas magníficas como su llegada a Estados Unidos, su vida como inmigrante, su integración en un proyecto de la Nasa, donde trabajaba sin papeles (la casualidad reina en su mundo), y su salida del país a la carrera, hacia México, cuando alguien preguntó por cosas prácticas. En los infinitos lugares de su vida, la realidad se muestra cervantina, libre, la amistad y la lealtad son allí metales nobles. Pero su humanidad contiene disparates formidables.
Descubrió la vida de Hiroo Onoda, al que dedicaría una novela, un soldado japonés perdido en una isla que se quedó librando él solo una guerra que ya no existía. Ese encuentro le cambió la vida. Pese a ser un gran cineasta, decide cerrar el libro sin acabar la última frase, como podrían acabar los días de cualquiera, tan sólo porque un pájaro llegó a su ventana y cantó y el relato termina sin (fin)
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