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El disgusto sobre el gusto que nos dio Bourdieu
Tiphaine Rivière publica en España 'La distinción', relectura en tebeo de este clásico de la sociología
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Iniciar sesiónComo los 'perjúmenes' de mujer, a Pedro Sánchez le sulibeyan Los Planetas, a Pablo Iglesias Los Chikos del Maíz y a Inés Arrimadas, Extremoduro. ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? Hay poco libre albedrío, me temo. Detrás de nuestros santorales seculares hay una ... estructura socioeconómica que Pierre Bourdieu en 'La distinción' (1979) puso sobre la mesa de los condicionamientos en clarificadora autopsia: el 'habitus'. Y ahora un cómic, de Tiphaine Riviere en Garbuix Books, facilita los aportes de este sociólogo francés.
«Los gustos son algo natural», «sobre gustos no hay nada escrito», «los gustos son como las posturas sexuales, cada cual prefiere una»… Pues según Bourdieu, estas afirmaciones son falsas: nuestros gustos son los de nuestra clase social. Si te gusta Debussy, Morad, el Donosti Sound, Melody, Almodóvar o Joan Didion es por algo. Y nada más infantil que sentirte superior a nadie por ello pues no incumbes. Y vale para la ropa: ¿chándal o camisa? El proletariado preferirá cantidad sobre calidad, cosas útiles, fáciles de limpiar y resistentes: «La misma idea del gusto es típicamente burguesa, puesto que presupone una libertad de elección absoluta».
Además, el arte moderno no está hecho para las clases populares. Sin formación, al asistir a una obra, uno busca empatizar con los personajes, emocionarse, seguir la acción… y no está fácil. Pero tampoco sería para ricos, porque el arte moderno, hecho por la clase dominada de la clase dominante, busca «transgredir las censuras éticas que las otras clases se dejan imponer». Y así se pueden aliar con las clases populares contra la burguesía. ¿Y el algoritmo? Bourdieu fliparía ahorita. En el tebeo, un chaval humilde se echa una novia de alto linaje: «Somos iguales: ella escucha la misma música que nosotros, lleva las mismas zapatillas, se pone Netflix mientras mira TikTok…». «¿La verás esta tarde?», le pregunta otro con malicia. «No, se va… a su 'casa de finde'».
La conclusión es que no hay un gusto mejor que otro, son sólo códigos sociales. Recuerdo cuando entrevisté a Miguel Bosé que me dijo: «Vengo de una casa con biblioteca, cuidado, con Franco no se leía». ¡Abajo la dictadura del buen gusto! Pues no hay placer culpable, son solo los padres.
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