LIBROS
Cuando los hispanos 'reinaron' en Roma
Ensayo
Carlos Goñi enumera, en un ameno friso, los hombres y mujeres que aportó Hispania a la misión colectiva que llevó a cabo la Antigua Roma en la Historia universal

La civilización romana, ese modelo imprescindible de ética y de estética que, a partir de orígenes griegos, nos sigue dictando al oído qué debemos hacer para salir medianamente airosos de la prueba iniciática de la existencia, no fue un constructo elaborado por las gentes de ... un pueblo itálico bien dotado para generar ‘gloria ad infinitum’, sino una operación conjunta de una serie de pueblos instalados en los cimientos de nuestra cultura. Entre ellos, cómo no, las innumerables tribus de la Iberia prerromana, que solo empezó a llamarse Hispania cuando los romanos pusieron el pie en la Península Ibérica con ánimo de incorporar a su naciente imperio los territorios del extremo occidente, a fin de que no hubiese otra frontera con el oeste que no fuese un abismo gigantesco poblado por criaturas ‘lovecraftianas’.
El libro al que me estoy refiriendo nos habla, con voz clara y con verbo entretenido y sugerente, de los hombres y mujeres que aportó Hispania a la misión colectiva que llevó a cabo la Antigua Roma en la historia universal, que es de primerísima importancia y perennidad asegurada. Para conocer la nómina -nunca exhaustiva, gracias a Dios- de personajes hispanos que participaron de forma especialmente significativa, cada uno desde su nicho conceptual, en el devenir republicano e imperial de Roma, basta consultar las páginas 283-285 del libro, donde figuran por orden alfabético los más de ciento cuarenta hispanos lo suficientemente célebres como para figurar en una monografía de alta divulgación y para todo tipo de públicos como la de Carlos Goñi objeto de este comentario.
Ensayo
'Hispanos'

- Autor Carlos Goñi
- Año 2022
‘Hispanos’ consta de cinco partes, de las que la primera tiene como protagonistas a los caudillos ilergetes Indíbil y Mandonio, a Aníbal Barca (considerado un hispano más por sus vínculos con Hispania), al lusitano Viriato y a los numantinos, cántabros y astures, naciones estas últimas que tuvieron en jaque al invasor latino desde la segunda mitad del siglo II a. C. hasta la época de Augusto, más de cien años después, cuando el primer emperador romano acabó con los últimos focos de resistencia céltica en Cantabria y Asturias.
Trajano y Adriano
La segunda parte, rotulada ‘Todos los caminos conducen a Roma’, versa en lo fundamental acerca de las tres aportaciones de Hispania al trono imperial: Trajano y Adriano, ambos nacidos en Itálica, muy cerca de la actual Sevilla, y Teodosio el Grande, nacido en Coca (actual provincia de Segovia), comprometido paladín de la fe cristiana en un imperio en el que todavía aleteaban con fuerza los viejos y nobles mitos del paganismo, sobre todo en las clases acomodadas.
La tercera parte nos habla de los hispanos que contribuyeron decisivamente al desarrollo de la auténtica sabiduría romana, basada en las grandes filosofías helenísticas, con el estoicismo a la cabeza. Me refiero a los dos Sénecas cordobeses, el Viejo y el Joven, padre e hijo, quienes, desde sus trincheras personales, la retórica y la filosofía, hicieron del tránsito entre los siglos I a. C. y I d. C. una época de oro en lo que concierne a las disciplinas por ellos abordadas.
Personajes significativos que participaron en el devenir republicano e imperial de Roma
Por no hablar de otro gran retórico, Quintiliano, natural de Calahorra (La Rioja), el más brillante pedagogo de su tiempo, o de tres gaditanos ilustres, como el geógrafo Pomponio Mela, el agrónomo Columela y el filósofo neo- pitagórico Moderato. En la cuarta aparecen los poetas, entre los cuales sobresalen tres nombres imperecederos: el épico Lucano (nieto y sobrino, respectivamente, de cada uno de los Sénecas), el satírico Marcial (bilbilitano de nacimiento) y el vate «a lo divino» Prudencio (de Calahorra como Quintiliano), adalid de la poesía cristiana.
La monja viajera
La quinta y última parte, ‘La cepa hispana’, nos informa de los frutos hispanos más cercanos a la fatídica fecha de 476 d. C., pero no por ello menos importantes: Osio de Córdoba, debelador de arrianos en el Concilio de Nicea; Paciano, obispo de Barcelona; Dámaso, santo patrón de los arqueólogos y primer papa hispano, nacido en la Gallaecia que fue también la provincia que vio nacer al heresiarca Prisciliano, a los historiadores Paulo Orosio e Idacio y a Egeria, la monja viajera. Con la figura de Egeria, que consiguió llegar a Tierra Santa desde su ‘finis terrae’ particular y nos dejó escrita una deliciosa crónica del viaje en su ‘Peregrinatio Egeriae’, termina el libro de Carlos Goñi: un paseo, también delicioso, por las aportaciones de los hispanos a la historia y a la cultura romanas.
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