Crítica DE:
'Una filosofía de la resistencia', de Carlos J. González Serrano: zombis digitales
Ensayo
El pensador madrileño da la voz de alarma ante los preocupantes síntomas de disolución, servidumbre emocional y estrés en el sujeto contemporáneo
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Iniciar sesiónMaría Zambrano escribió en 'Persona y democracia' que los seres humanos podemos vivir de dos maneras. La primera, pasivamente, resbalando por la existencia como si lo que ocurriera a nuestro alrededor no nos interpelara, no fuera con nosotros. La segunda, de forma activa, tomando ... parte responsablemente en lo que acaece en el escenario de nuestra existencia.
La madurez, en cierta media, depende de que sepamos surfear las olas de lo que algunos autores llaman el mundo VICA (Volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad). Nuestra cultura, cada vez más tecnologizada, conspira contra la base de lo que pudiéramos llamar una filosofía de la resistencia, la necesidad de enseñar y enseñarnos a decidir. La pregunta sería cómo formar hoy un sujeto autónomo con criterio. Un ejercicio cada vez más complicado en la sociedad del gobierno emocional.
ENSAYO
'Una filosofía de la resistencia'
- Autor Carlos Javier González Serrano
- Editorial Destino
- Año 2024
- Páginas 224
- Precio 18,90 euros
El profesor de filosofía Carlos Javier González Serrano, presidente de la Sociedad Española de estudios sobre Schopenhauer, con esta propuesta de filosofía de la resistencia, da la voz de alarma ante los preocupantes síntomas de disolución, servidumbre emocional y estrés en el sujeto contemporáneo que impiden la autonomía y la independencia en el pensar libre.
El libro contiene no poca dosis de reflexión y una no menor cantidad de experiencia de trato con sus estudiantes. Con una especial incidencia en el fracaso de determinados presupuestos sobre los que se articula el proyecto educativo, tanto en los niveles de enseñanza inferior como en la Universidad, González Serrano argumenta sobre la necesidad de un despertar emocional y una revolución intelectual que desemboque en una pedagogía de la responsabilidad cívica o comunitaria.
Se argumenta sobre la necesidad de una revolución intelectual que desemboque en una pedagogía de la responsabilidad cívica
A medida que leía estas páginas, en varias ocasiones me pregunté cuál era la relación de su concepción de la resistencia entendida al modo de determinadas corrientes políticas de la izquierda. Creo que, aunque pueda coincidir en determinados diagnósticos, aquí tenemos una propuesta de resistencia más antropológicamente completa.
Disecciona las causas de por qué sus estudiantes se han convertido en «precarios emocionales», subyugados a unas teorías de la felicidad que están lejos de ofrecer las claves del sentido de pertenencia. Proceso que concluye en la desafección cívica y en la manipulación emocional. A la hora de realizar este diagnóstico, bebe de fuentes múltiples. Desde sus incursiones en el pensamiento ético y político de Aristóteles, pasando por Hanna Arendt, Zambrano, con guiños a Foucault o Derrida, hasta llegar a su admirado Schopenhauer, que decía aquello de que quien no se hace cargo de los dolores del mundo genera un saber estéril.
La filosofía de la resistencia acaba convirtiéndose en una propuesta (contra)pedagógica. Una propuesta que reivindica las mejores humanidades que nos empujan a ser dueños de nuestra libertad. Eliminar las humanidades y sustituirlas por «gestión emocional» o «emprendimiento» transforma a los estudiantes en individuos que no cuentan con las herramientas intelectuales suficientes para reflexionar sobre los prejuicios de los que se están nutriendo. Plantea también la necesaria respuesta a la «competencia digital» en las aulas. Una dinámica que ha hecho que la clase magistral, escuchar, atender y comprender, se considere hoy retrógrada. Reivindica la importancia del conocimiento —el qué—por encima de la utilidad —el para qué—. Se trata de poner límites a la aceleración, la «pantallización» y la mecanización de la existencia, sin que nos convirtamos en zombis digitales.
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