Eurovisión 2023
La batalla entre la cigarra finlandesa y la hormiguita sueca: guía canalla para seguir la final
Las casas de subastas sentencian pero no rematan. La 67 edición del festival que se celebra en Liverpool este sábado dan por vencedores a Suecia o Finlandia. Pero Ucrania, Israel, Francia e incluso España podrían dar la campanada. Estas son sus bazas, leídas de forma desenfadada
Eurovisión 2023, en directo: actuaciones, votaciones, ganador y resultado de Blanca Paloma hoy
Orden de España en Eurovisión 2023: en qué puesto actúa Blanca Paloma y a qué hora
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Iniciar sesiónLas casas de subastas sentencian pero no rematan. La 67 edición del festival de Eurovisión que se celebra en Liverpool este sábado dan por vencedores a Suecia o Finlandia. Pero Ucrania, Israel, Francia, e incluso España con Blanca Paloma, podrían dar la campanada. Estas son ... sus bazas, y las de los 26 participantes por orden de participación en la cita, leídas de forma desenfadada.
1
Austria
Teya & Salena. 'Who The Hell Is Edgar?'
Empezamos fuentecito la final de Eurovisión de Liverpool, con una de esas entradas favoritas de la segunda semifinal que ponen en duda las capacidades intelectuales del ser humano. Porque 'Who the Hell is Edgar?' es una de esas propuestas basadas en la repetición machacona de una sílaba, algo que flipa al personal, de 'millennials' para abajo, y que nos remonta a cuando nos enseñaban a hablar siendo bebés.
El caso es que la tonadilla de Teya & Salena (no confundir con Sonia y Selena) supuestamente es más profunda de lo que parece, ya que versa sobre lo mal pagados que están los compositores musicales. Y el «po», «po», «po», de su estribillo remite al escritor Edgar Allan 'Poe', de forma que muchos de los infantes que ahora lo repiten de forma 'random' seguramente hagan gala del título de la entrada austriaca. Por lo demás, una puesta en escena basada en la repetición en las pantallas del cuerpo de baile a modo de multitudinario ejército soviético, aunque, créanme, la celebración del Día de la Victoria en Moscú esta semana resultó mucho más refrescante.
2
Portugal
Mimicat. 'Ai Coraçao'
Cuando no están lamentándose enfangados en un fado o perdiendo el norte en la senda experimental, los vecinos portugueses, que solo han ganado el festival una vez menos que nuestro país (y van 'sobrados' con Sobral), te cuelan una de esas composiciones que te ves repitiendo como un bobo y que le dan ritmillo al cuerpo. Esta es sin duda la entrada favorita de Dani Mateo este 2023.
Es el caso de este 'Ai, Coraçao', que su intérprete, emplumada y empoderada en el escenario, autodidacta y comparada con la Amy Winehouse lusa (¡ahí es nada!) compuso hace diez años. Si entonces aquello no tuvo salida, no entendemos porque la versión se descongela para Liverpool. Debe de ser que la inflación en Portugal afecta a algo más que a huevos y frutas. El coro de baile y la iluminación de barrio rojo hacen lo que pueden para que no descubramos el tono bajo por el que se mueve la cantante. ¡Ay, corazón! Pero, ¿esto qué es?
3
Suiza
Remo Forrer. 'Watergun'
He aqui otro alegato antibelicista, que siempre visten mucho en Eurovisión, y que se han prodigado en esta edición ucraniano-británica. Y aunque Remo Forrer dice llegar desarmado a ella, hay quien destaca de él su chorro de voz como arma de destrucción 'pasiva'. Ahora, no llegará la sangre al río, al menos tras lo visto en la primera semifinal, en la que pronto descubrimos como no tiene tan claro cómo esta debe colocarse, de forma que acabó tirando de engolados envueltos en gasas. Guante de cabritilla.
Mientras, el cuerpo de baile (la de la gente descalza en esta edición es una plaga) juega al despiste en un ejercicio de gomas de gimnasio bien aliñado de humos, que, obviamente, es siempre una buena cortina de ídem para salir por patas si la cosa se descontrola. No cabe duda de que las pistolas del suizo, como dice su canción, están cargadas con agua. Armas de fogueo.
4
Polonia
Blanka. 'Solo'
Llega a esta edición de Eurovisión otra «Blanca», que no paloma, a la búsqueda de animal que la represente, aunque la polaca apunta a leona o tigresa. Pero ya se sabe: en el festival la que araña primero antes hace herida. Y cuidado con esta entrada, que provoca eurodramas por donde pasa. De hecho, no era la favorita en su país, y allí terminó arrasando con todo lo que se le puso por delante.
Aquí, en Liverpool, no es únicamente el nombre lo que comparte con nuestra representante. Se atreve con el español en el estribillo, y se ve que hondo calado le dejó el chanelazo del año pasado, porque algunas reminiscencias se atisban en una coreografía que, para sus fondos, se sirve de todas las posibilidades de escenarios que ofrece Tik Tok. Brilli, brilli, fuegos artificiales y hasta cambio de vestuario en tres minutos. Esta Blanka mete de todo en su propuesta, para no sentirse tan «sola, sola».
5
Serbia
Luke Black. 'Samo Mi Se Spava'
Tras la campanada de Serbia de 2022, y el 'Corpore sano' de Konstrakta, Luke Black nos deja mal cuerpo con su 'Gamo mi se Spava', que podemos traducir como 'Solo tengo sueño'. Aunque sueño es lo que transmite este cantante, que de cansado que entra en el escenario, tiene que iniciar su canción tirado por los suelos sobre una especie de iceberg-orquídea gigante.
Pero claro, esto es lo que pasa cuando dejas a un Zeta customizado de muñequita vestida de azul que represente a un país en el que alguien tuvo a bien mezclar una versión descafeinada de The Cure con los zombies de 'Walking Dead' o los infectados de «The last of Us». Alguien debería decirle a Serbia que la OMS ha dado ya por finalizada la pandemia de coronavirus. Se ve que los bailarines del país balcánico se llevaron sus mascarillas para no liarse con su uso en un país extranjero y que no les deportaran. Aunque hay otras razones –musicales, de imitaciones razonables– para hacerlo.
6
Francia
La Zaira. 'Évidemment'
No le vengáis a Francia con que hay una inflación desbocada en Europa y el mundo, o que sus compatriotas se pelean en las calles por unas pensiones dignas, no. Francia es Francia, y la grandeur se tiene que notar en una puesta de escena de fanfarrias y vestuario kilométrico, con pedrería suficiente para acabar con el hambre en todas sus ex colonias en África.
Lo de La Zarra en el Arena de Liverpool es un mitin político en toda regla, con ella, casquete en la cabeza para coger wifi incluido y uñas largas que aseguran una buena limpieza de orejas, se erige en faro del Viejo Continente, subida a su grúa de dudosa estabilidad, para acabar con una lumínica bandera francesa, que ríete tú de la española de la Plaza de Colón.
A 'todas luces' se ve que el regidor es inglés, porque le afea todos los golpes de efecto en sus cambios de la puesta en escena, que el espectador ha de intuir. Estamos a punto de presenciar el inicio de una nueva guerra franco-británica como esto afecte a lo que pronostican las casas de apuestas, con una Francia, muy arriba (ya lo decía la ochentera Vicco: «Sube, Zarra, sube!»), y sin ayuda de grúas.
7
Chipre
Andrew Lambrou. 'Break a broken heart'
Decían los comentaristas españoles de las semifinales y la final del festival, un año más, Julia Varela y Toni Aguilar, que a Andrew Lambrou, el representante chipriota (en realidad hace trampas, los chipriotas son los padres; él es australiano) «no dejaban de crecerle los seguidores». Estamos seguros de que no se referían a su OnlyFans, pero ya tenemos a Ana Pastor haciendo 'fact check' del asunto.
El caso, y para que la cosa «no decaiga», el joven cantante sale al escenario con un traje sin mangas, como si viniera de una pelea callejera, dejando a la vista unos brazos con los que puede partir troncos. Lo que parece que le han partido a él, a tenor de su canción, es el corazón (como ya le ocurriera con anterioridad a Alejandro Sanz, que se quejaba más). Lo cuenta descalzo, desafiando él también, como más tarde el moldavo, las supersticiones eurovisivas, y con una cantidad de pirotecnia directamente proporcional al falsete que se gasta. Ya sabéis. Tenéis tres opciones: mandarle votos, hacerle bizzums para otro traje, o «send nudes». El chico lo merece.
8
España
Blanca Paloma. 'Ea, Ea'
Lo digo desde ya y me hacéis 'unfollow'. No me considero pichón. No me gusta la entrada de Blanca Paloma. Pero como esto es la guerra, moriremos con las alas puestas defendiendo hasta el final a la representante española. Su nana lorquiana (aunque con tanto grito, yo no sé cómo piensa dormir al niño, aunque es verdad que en España hablamos muy alto) suena a 'dejà vu' después de haberle escuchado una canción similar en el Benidorm Fest de 2022. Y asímismo se le puede echar en cara que pocos milímetros haya movido su puesta en escena desde la edición del festival español de este año para llegar a Liverpool. Esto ya generó el primer eurodrama nacional.
De hecho, los cambios han llegado (segundo eurodrama) de la imposibilidad de la BBC de colocar una cámara cenital sobre un soporte de flecos, que se ve que Eurovisión tiene seguro de incendios para pirotecnia pero no para desprendimientos (llegados a este punto, tememos por Loreen). Dicho todo esto, el factor sorpresa aquí no llegará del corpiño-llama, ni del mantón-útero de la 'iaia' Carmen, sino del chorro de voz de la intérprete y la fuerza del cuerpo de baile. Blanca Paloma alza el vuelo y Europa se calla. Eso, si se repone de los efectos lumínicos: sí, este año el primer país que provoca epilepsia es el nuestro. Un saludo a todos los pichones... y palomos.
9
Suecia
Loreen. 'Tattoo'
Alguien en Estocolmo o Malmo, quizás en Laponia, tuvo a bien pensar que sería buena idea devolver a Loreen al festival de Eurovisión después de ganarlo con 'Euphoria' en 2012 (de hecho, ya lo intentó hace cinco años con 'Statements', pero no pasó el corte). Y que la mejor manera de hacerlo era entre las dos galletas de un corte de helado y con las uñas lo suficientemente largas para ser la única capacitada para abrir la tarrina. El problema es que el certamen es traicionero y no trata bien a las divas de vieja hornada, ya que el eurofan graba en sus retinas a fuego cada segundo del pasado eurovisivo y es muy, muy selecto.
En definitiva, que el público pide a la sueca de hace 10 años y lo que nos manda AliExpress en 'Tattoo'. Dicho esto, Loreen se lleva de calle a la audiencia con una puesta en escena inexplicable (a no ser que en Suecia uno se haga un tatu de esta guisa) en el que el espectador sufre los tres minutos por que a la cantante no se la lleve por delante la pantalla que planea sobre su cabeza. Su canción tiene fuerza (sobre todo en estudio) y Loreen la defiende con un directo correctito en el que no trasmite absolutamente nada. Aún así, la intérprete tiene en la punta de sus uñas una nueva victoria para el país nórdico y empatar a victorias con Irlanda. Aunque ojo: la mancha de un país nórdico con otro nórdico se quita, y Finlandia va muy fuerte.
10
Albania
Albina Kelmendi. 'Duje'
Lo de Albania no tiene nombre. Y que golpe no se dio en la cabeza el jueves Europa, para descabalgar de la segunda semifinal a delegaciones mucho mejor y hasta favoritas como la de Georgia. Lo del clan de los Kelmendi tenía gracia como flashmob en una boda, cuando el 'cuñao' gracioso se levanta y hace bailar al padrino, pero esto se transforma en Liverpool en un la versión balcánica de los Gipsy Kings con su 'yeli, yeli' y sus extensiones.
Su canción, como no podía ser de otra manera, empieza con grito ancestral y se empaña enseguida de rojo, algo justificado en el caso de este país (como en el de España). Bienvenidos, pues a este regreso a la Eurovisión de los noventa. Lo importante es que sus representantes se diviertan, porque son farolillo rojo en casas de apuestas.
11
Italia
Marco Mengoni. 'Due Vite'
Siete vidas tiene un gato y dos, Marco Megnoni, que ya estuvo en Eurovisión en 2013 dándolo todo con 'L'esenziale'. Nos llega desde entonces, más hecho, más hombre, más casual, cambiando traje por 'maglieta metallica' (y así descubrimos uno de los misterios de la enrevesada letra de 'Due vite'), aunque apreciamos que llegue más maduro; al menos la canción, que tuvo que ser recortada para adaptarse a las normas del festival, desde San Remo, donde fue elegida y donde la voz iba por un lado y Mengoni por otro.
Aún así, el italiano abusa de falsete que da gusto, que uno entiende porque sufren de insomnio los protagonistas de su entrada, que imaginamos que son los dos bailarines que le acompañan y hacen gimnasia en una cama elástica (cosas de las cabezas de los coreógrafos). El resultado final es una balada (pocas hay este año) que entra suavecito, en un escenario Dreamworks con su luz baja, sus efectos de humo y su luna gigante, que quizás también tiene una segunda vida, recuperada de la puesta en escena de Blas Cantó de hace un par de años.
12
Estonia
Alika. 'Bridges'
Llega Alika, llega la Aitana estonia. Lo hace tendiendo puentes entre las repúbicas bálticas y el Viejo Continente. Con un piano que toca solo. Y lo mismo ella tampoco canta y le hace las voces una inteligencia artificial. Con coautor de 'Bridges' compartido con el 'Arcade' de Duncan Laurence. Y ella utiliza el escenario como puente, dándose unas carreras por el mismo que parece una agrimensora tomándole medidas. Las cinchas para hacerlo ya las lleva colgando del traje.
Y no tendría necesidad, porque muestra un vozarrón que ya lo quisieran otras favoritas de la edición. Aún así, hay que dejar claro que Alika es un déficit de atención de manual: tan pronto te está cantando, que tocando el piano, que haciéndose unos largos. Cuidado con los tropiezos con los lazos.
13
Finlandia
Käärijä. 'Cha, cha, cha'
Y aquí llega el bombazo eurovisivo de 2023 en todos los sentidos. Imposible quedar impasible ante los tres minutos de Finlandia que entierran a los otros tantos de The Rasmus del pasado año en Turín. Podemos tachar de la lista, que ya tenemos también al 'estroboscópico' de la edición. Una mezcla entre rap, electrónica a lo Chimo Bayo y baile de salón, con una letra que, para un español, suena igual que cuando a Locomía le dio por cantar en falso japonés.
En la clase de cardio en la que se convierte la puesta en escena no faltan los bailarines con baile de san Vito (los cuales salen de una caja y están convenientemente atados para no contagiar la rabia), los twist plot (spoiler alert: habrá 'trenecito'. ¡Y el cha-ca-chá del tren! Guiño al Consorcio sin saber ni quiénes son), y la torera, esa torera verde del cantante que hace imposible no estar identificándole toda la canción con un saltamontes o, peor, la rana Gustavo pasados los cincuenta.
14
Chequia
Vesna. 'My sister's crown'
Estaba faltando en esta cita un grupo de mujeres más o menos empoderadas, aunque el resultado final (color rosa incluido) les quede como un anuncio de compresas. Las componentes de Vesna dicen defender «la feminidad eslava», a pesar de que lo que el espectador español vislumbra es la recuperación para el ámbito musical de las Flos Mariae con el pelo aún más largo. Tan largo, que con sus trenzas hacen ellas su pared y las pasean y menean como los protagonistas de 'Avatar' en la nueva versión 2022.
Su canción, en la que piden que nadie les toque la corona a su hermana, es el nuevo 'devuélveme el rosario de mi madre'. Está más que claro que si la partenogénesis se pudiera dar en mamíferos, empezaría con este grupo de un país, que, además, estrena nombre en Eurovisión. Las cosas del directo.
15
Australia
Voyager. 'Promise'
Con un primer plano que solo aguanta un holandés (Common Linnets o los representantes de este año, aunque a estos, de poco les sirvió, descabalgados en la primera semifinal) comienza la propuesta australiana. Un desengrasaste a mitad de la tabla. De 'rock progresivo' se define lo de Voyager, aunque aquí lo único progresa, y no adecuadamente, es la graduación de sus gafas. Y como el nombre del grupo, lo suyo es un 'Regreso al futuro', un salto a sonidos y estilismos más propios de los ochenta.
No en vano, se traen hasta la versión inglesa (volante a la derecha) de Kit, el Coche Fantástico, sobre el que desarrollan una presentación que podría ser banda sonora de cualquier temporada de 'Stranger Things'. Australia sorprende por dos cosas: por su entrada fresquita y porque nos permite descubrir lo mal repartido que está el pelo en ese país, que sale, a lo bestia, pero en zonas localizadas del cuerpo, dejando áreas desertizadas, que ríete tú de la sequía en España.
16
Bélgica
Gustaph. 'Because of you'
Dice Gustaph que en el pasado tuvo que dar un golpe de timón a su vida cuando le recomendaron guardar silencio sobre su sexualidad. Ahora con el ala de su sombrero bien alta, encuentra acomodo sin problema en Eurovisión, donde el público gay hace acopio del «hermano, yo si te creo» feminista. De hecho, el tema belga, más que un canto a la diversidad, es, en su puesta en escena, un spoiler de lo que pueden ser en un mes las fiestas del orgullo en cualquier rincón del planeta que permitan celebrarlas.
Se ve que el rosa es tendencia en Liverpool y que el pantalón cortito o bombacho es lo más en el Reino Unido, porque en esto el belga no se sale del guion. Más difícil de digerir en esta actuación desparramada es la bailarina de vogue. Ya se sabe con Eurovisión: más es siempre más.
17
Armenia
Brunette. 'Future Love'
¡Y nos queríamos perder lo de Brunette por Armenia, que tan pronto te usa la pantalla inclinada sobre la que comienza la actuación como cámara de rayos solares que la transforma en una tabla de surf!
En este país de la Europa más oriental se paró alguna vez el tiempo y desde allí no dejan de mandarnos representantes de aire medieval de largas melenas y cuentos de las mil y una noches. Brunette no iba a ser la excepción, con un 'outfit' de retales cosidos con una aguja de hueso de mamut y una danza ascestral por coreografía que la convierte en la heredera femenina de 'Dragon Ball'. Con todo, lo suyo tiene garra.
18
Moldavia
Pasha Parfeny. 'Soarele si luna'
La de Moldavia es la típica entrada de 'hemos venido a jugar, Maira' (guiño, guiño a los 'boomers'. Para los que no lo entiendan: canción tipo 'nosotros venimos aquí a hacernos un Chikilicuatre y un pasárnoslo bien sin medir las consecuencias'). Tanto, que hasta el cantante se atreve a actuar descalzo, con el mal fario que eso trae en Eurovisión. Y desde que suena su primer acorde, el país balcánico nos retrotrae a los noventa con una tonadilla que actúa mas como 'haka' ante Rusia y la posibilidad de ser el próximo país invadido por los vecinos.
Lo que vemos sobre el escenario es una sucesión de gags pegados con mocos uno detrás de otro, donde no falta ni el Tyrion Lannister de 'Juego de Tronos' tocando el flautín, ni las del coro que, literalmente, le ponen los cuernos a Pasha, que vuelve al certamen eurovisivo tras su undécima posición en Bakú 2012. Gracias, Moldavia. Ya les llamaremos…
19
Ucrania
TVORCHI. 'Heart of Steel'
Un moreno y un (para nada) rubio conforman el dúo Tvorchi, que este año representa a Ucrania en Liverpool. Este país fue realmente el que venció el año pasado en Turín, pero es la invasión rusa (mal llamada 'guerra' en Europa) la que impide que se celebre en Kiev el certamen de 2023. Ucrania se valió entonces de los aires mundiales de solidaridad con la causa, y este año no van a renunciar tampoco a seguir estirando el chicle. De hecho, las casas de apuestas sitúan alto una entrada dedicada a los niños que sufren el drama de la guerra (¿lo van pillando, verdad?).
Así queda todo dicho: empacho de colores de la bandera en la puesta en escena, vítores a la resistencia, guiños electrónicos a 'tvorchi' y mochi para un intérprete que recicla la estética del Principe de Bell Air y 'Men in Black' para el siglo XXI, de dudosa calidad vocal. Pero ya se sabe: esto es la guerra. Y Bisbal preguntándoles: ¿cómo vais, máquinas?
20
Noruega
Alessandra. 'Queen of Kings'
Son estas cosas de Eurovisión, sin base científica ninguna, las que hacen que se impongan en sus respectivas semifinales y suban alto en las casas de apuestas entradas como la de Noruega de este año, una mezcla de representación teatral infantil y de espectáculo de 'Piratas del Caribe' de un parque de atracciones venido a menos.
A Alessandra, de padre italiano y madre noruega, parece que le gusta lo de ir de reina: ganó un concurso de talentos con una versión de 'Dancing Queen' y pretende alzarse con el micrófono de cristal del festival ofreciéndose como reina entre reyes, madre de dragones, musa de Devota & Lomba o lo que sea que quiera representar ese frutero de Ikea que luce a modo de corona a juego con su corpiño y su capa de superheroina.
Es posible que Ucrania tenga ya apalabrados sus 12 puntos. No en vano, Miss Ucrania usó este tema en inglés como banda sonora de su candidatura en el último festival de Miss Universo. Desde entonces, Alessandra lo goza internacionalmente como bucanera, aunque luzca más como tigretona. Porque la vida pirata es la vida mejor.
21
Alemania
Lord of the Lost. 'Blood & Glitter'
Tengo un amigo brasileño que dice que nunca es demasiada purpurina. Alemania se lo toma al pie de la letra y lo mezcla con sangre, para hacer más expansiva la mezcla entre punk, glam, heavy y grima. Sobredosis de látex, falsete en grave y agudo y luminotecnia en rojo desgarro visceral.
Menos mal que Megara no llegó a ganar la final española del Benidorm Fest o habríamos tenido original y copia de «Tu cara me suena». Alemania no repara tampoco en pirotecnia, aunque eso suponga que solo quede presupuesto para alas chamuscadas de su solista y una pernera en su mono-pantalón. ¡Sí que va perdida esta gente, sí!
22
Lituania
Monika Linkyte. 'Stay'
A esta fiesta de reincidentes (Loreen, Mignoni) no quería dejar de faltar Monika Linkyte, a la que parece que se le rompió el amor. Ella fue la del beso de la final de 2015, y ahora llega en solitario pidiendo a un amante inexistente que se quede (lo hace a modo de mantra y en su lengua para que éste la entienda bien).
Una entrada con su coro gospel y todo, que bien podría servir para anunciar colonias unisex, y que ella interpreta entre grafismos que parecen del horóscopo y un traje naranja que, o bien es de papel maché o que a alguien en la delegación báltica se le olvidó planchar.
23
Israel
Noa Kirel. 'Unicorn'
El festival de Eurovisión no sería lo mismo sin una diva de turno, y entre tanta 'boy y girl band' de este año, era fácil no pasar desapercibida, aunque se mandara a Carmen de Mairena recauchutada. Israel fue uno de los primeros países en elegir representante: Ocho meses atrás ya lo tenían claro. Esperemos que no decidieran igualmente mandar hace ocho meses a Noa Kirel a Liverpool y ocho meses lleve la muchacha esperando para entrar en el estadio.
La joven intérprete nos regala a España una de cal y otra de arena: de un lado, se decanta por nuestro idioma para el estribillo (aunque solo sea una palabra, 'fenomenal', que repite mientras se toca el… cuerno de unicornio). Sin embargo, su puesta en escena, con su cuerpo de baile de circuncidados, recuerda mucho, demasiado, a Chanel, sin llegarle a la suela de los zapatos. Aquí, 'clara, mente', ella es la 'secondary'. Por lo demás, una realización propia de una Zeta, con su cámara inclinada, sus efectos de luz y sus selfies mentales. Unicornio como animal de compañía.
24
Eslovenia
Joker Out. 'Carpe Diem'
Meler sí que llegó a la final en Eslovenia pero se travistieron de Joker Out. Decían Toni Aguilar y Julia Varela en su presentación durante la segunda semifinal que arrasan en los Balcanes. Será entre los 'teenagers' tik-tokeros. Claro, que también dijeron que uno de sus hitos fue haber compuesto el himno de su escuela, así, vendido como si hubieran ganado el Nobel de física, y uno compara y le da bajona.
Eslovenia llega a la final de Liverpool sin que haya explicación racional para ello, disfrazados tras meterse en el guardarropa de sus abuelos y derrochando amor, mucho amor («Corazón de Eslovenia», que diría Anne Igartiburu), más del que un vídeo de youtube de Álex Gibaja pudiera derrochar. Es el resultado de dejar a un puñado de héteros entre purpurina en una despedida de solteros.
25
Croacia
Let 3. 'Mama SC'
En un universo paralelo en el que España se solapa con Croacia, Let 3 serían su Ojete Calor (o Glutamato ye-yé). Seis mamarrachos que nos pueden dar la temperatura de cómo habrían envejecido los Village People de seguir en 2023 sobre los escenarios. En realidad, su 'Mama SC', que se ha permitido dejar en la cuneta el baladón holandés con participación de Duncan Laurence, encubre (o no tanto) un pepinazo político y antibélico de acción lenta que a la UER y el Festival no les importa que se prodiguen en los escenarios cuando les conviene. Sin duda es más fácil y barato componer una canción contra Rusia que enviar tanques a Ucrania, país con el que se levanta la mano cada vez que se hacen alegatos políticos en el certamen (y ahí tenemos a Jamala ganando el festival en 2016).
El caso es que este nuevo 'colectivo', con sus bigotones y sus disfraces para el Oktober Fest de Maspalomas, hacen alarde en la música de un nuevo tractor, que no amarillo, repiten tantas veces la palabra 'psicópata' que miedo tenemos a que se presente ante nosotros la niña de la curva, y reactualizan los acordes de los Cantajuegos españoles. Dicen que los croatas están muy locos, y que les suele dar por el exhibicionismo y el nudismo en sus actuaciones. En Eurovisión apuestan por lo políticamente correcto, que es hacerlo por el blanco neutro de los gayumbos de Abanderado. Vuelven los ochenta, también de esta guisa.
26
Reino Unido
Mae Muller. 'I Wrote a song'
¡Qué casualidad que los anfitriones actúen en la última posición, cerca de los minutos de oro! Será en pago de los servicios prestados. La verdad es que de nada tenemos que asustarnos porque por muy Mae Muller que sea Mae Muller, la canción de la británica se desinfla sola según se va desarrollando en escena.
En su cabeza sonaba mejor, y por eso, por momentos, ella canta dentro de su sesera, tal y como se observa en las proyecciones de las pantallas. 'I wrote a song' suena a la España de los dosmiles en todos los sentidos, guitarra flamenca incluida. Y esto, créeme, querida Mae, solo es un halago si hablas de David Bisbal y su pirueta mágica, que ella no tiene tan controlada.
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