'asterisco volcánico avatar frutal', de avaf, en la galería Marlborough: Éxtasis multicolor y chute caleidoscópico

La principal es de avaf (asume vivid astro focus), colectivo con una llamativa estética multicolor cuya fama se extiende en eventos y bienales por el mundo. Algo así como un Okuda internacional, con el mismo tipo de producción masiva industrializada, pero 'queer' y concienciado con cuestiones de género, políticas culturales y terapias sanadoras.

Aunque se denominan colectivo, detrás de este extravagante nombre (cuyo acrónimo sirve de base para inventar títulos locos en cada expo, véase 'asterisco volcánico avatar frutal') solo hay dos personas, Eli Sudbrack y Christophe Hamaide-Pierson, siendo el primero la cabeza visible y operante. Su obra suele tener un carácter instalativo-inmersivo donde el color y el dinamismo son vehículo de buenas vibraciones.

Un 'viaje de tripi' artístico que alienta la participación del espectador y su amor por la vida. Lo consiguen. La dimensión festiva se traslada a la sala pintando los muros de rosa chicle con formas orgánicas entre las que se insertan pinturas acrílicas sobre doble hoja de papel kraft corrugado.

Los marcos se adaptan a la rebeldía indómita de unos pigmentos que reproducen la intensidad de la pantalla del ordenador y esperan inocular estados positivos al visitante. Tapices de lana de alpaca peruana (uno de ellos danzante y 'practicable') y cortinas de aluminio anodizado bastante kitsch completan la muestra.

Por su parte, la colectiva 'Tú pelo es mi bandera' es sencilla, pero efectiva y con un discurso bien hilado: cuatro artistas, dos de la galería (Anna Bella Geiger y la recién fichada Victoria Civera) y dos externas (Sandra Gamarra y Vásquez de la Horra) resignifican el simbolismo de la bandera a partir de parámetros igualitarios, libertadores y antirracistas.

avaf (asume vivid astro focus)

'asterisco volcánico avatar frutal'. Galería Marlborough. Madrid. C/ Orfila, 5. Hasta el 23 de marzo. Cuatro estrellas.

Mucho menos acertado es el 'dúo show' donde, bajo el paraguas del metamorfismo y el contraste de materiales, se ha forzado una mezcla casi imposible: las esculturas graníticas de aves de Francisco Leiro con las sugerentes sedas llenas de personajes fluidos y disidentes de Nino Bulling.