PANTALLAS
El arte de documentar el arte
arte
Caravaggio, Luis Gordillo, Tàpies... Los artistas cambian de bando y se alían por un momento con el cine documental
Lea otros textos de Natividad Pulido
Lea otros textos de Javier Díaz-Guardiola

Muchas sombras y algunas luces en 'The Sleeper. El Caravaggio perdido', dirigido por Álvaro Longoria. Compitió en la sección oficial del Festival de Málaga y se estrena en los cines españoles el día 13. Concebido como un 'thriller documental', aborda el periplo de un 'Ecce Homo' de Caravaggio, ... desde que iba a subastarse en 2021 en Ansorena como obra de la escuela de Ribera con un precio de salida de 1.500 euros hasta su exhibición en el Prado hace un año. Se halla en una muestra en el Palazzo Barberini de Roma. Es un 'sleeper' (durmiente): obras de arte de gran valor que permanecen ocultas o erróneamente atribuidas.
Rodado durante tres años en España, Italia, Gran Bretaña y Mónaco, en planos claroscuros propios de Caravaggio y con una banda sonora de película de misterio, reúne testimonios de los antiguos propietarios (habla por vez primera la familia Pérez de Castro; su matriarca relata cómo la pintura salió de casa de forma casual), expertos caravaggistas (Maria Cristina Terzaghi, Gianni Papi o Nicola Spinosa), marchantes de arte, su restaurador...
Como en las obras de Caravaggio, hay luces. Es curioso ver a los marchantes desvelar sus ofertas: uno ofreció 600.000 euros y después 3 millones; otro, entre 4 y 5; un tercero, 10 millones. Cuentan sabrosos detalles: el Gobierno italiano estaba interesado en hacerse con el cuadro, que estuvo expuesto en el escaparate de una tienda de Madrid durante tres meses por unos pocos miles de euros y nadie llegó a comprar.
Pero es una ingenuidad creer que el documental nos abre las puertas al mercado del arte y a todos sus entresijos. Las artimañas y transacciones secretas se mantienen en la sombra en un mundo donde prima la opacidad. Las charlas y reuniones de Jorge Coll y sus socios en la autentificación y la venta del cuadro, Andrea Lullo y Filippo Benappi, son 'de cartón piedra'. Conversaciones ante una cámara que distan mucho de resultar convincentes. Un publirreportaje para mayor gloria de estos tres jóvenes marchantes. En ocasiones semeja un anuncio publicitario de moda masculina de unos grandes almacenes.
«¡Jackpot!»
No sale muy bien parado que digamos el sector: hay «hienas», «jaurías»... Se compara el negocio con una partida de póquer, donde gana el más listo o el que tiene más suerte: «Una partida en la que tú decides quiénes son tus aliados y quiénes tus enemigos». «¡Jackpot!» (¡Premio gordo!), exclama Coll. Pero un tema muy interesante, como que haya expertos que cobran por validar cuadros, se toca de pasada. «Es simple corrupción», dice Scott Reyburn, de 'The New York Times'.
El artista vuelve a ser esa vaca gorda de la que se amamanta todo el sector artístico. Y por lo que se ve, hasta agentes de otros sectores. También los del ámbito audiovisual, los del cine. No hay más que ver el juego que le ha dado la plástica contemporánea a una serie como 'Bellas artes' (Movistar Plus+) donde no ha faltado ni un tópico (del 'eso lo hace... mi vecino' a las cuestiones ecologistas o de género), contadas con mucha retranca, todo hay que decirlo.
Pero algo tiene el arte cuando, como el agua, lo bendicen en festivales documentales específicos como Documenta Madrid (que esta semana celebra nueva edición con Ricardo Bofill o El Paso como platos fuertes) o DART en el otoño barcelonés. También secciones específicas en plataformas como Filmin.



Por ello, y como recompensa, no decimos ni mu cuando el artista es el protagonista. «Hace diez años habría dado saltos al decirme que me van a hacer un documental. Ahora lo tomo como parte del oficio», exclama Luis Gordillo en el que le acaban de dedicar Antonio García Jiménez y Sema D'Acosta (que no es cineasta, sino comisario de exposiciones, pero que le ha quedado una cosa muy pinturera). 'Manual de instrucciones' se titula, también presentado en el último Festival de Málaga.
En el mismo, Manuel Segade, actual director del Museo Reina Sofía (y también el último, Manolo Borja-Villel), son algunos de los agentes del mundillo que analizan la figura del que es posiblemente nuestro artista vivo más destacado y el menos internacional (eso lo dicen ellos en la cinta, que no me lo invento), que, aunque confiesa su tendencia «a la negatividad y a lo doloroso», se muestra cantarín y coplero en una película que comienza como acaba (o viceversa), algo fundamental en alguien que «si deja la pintura, caería en el infierno». Círculos viciosos.
También estos días, resultado de una invitación de Luisa Espino, la responsable de su Programa de Residencias Artísticas, Fernando Sánchez Castillo salta al documental mostrando los resultados de su investigación sobre la historia de Matadero-Madrid, ahora que cumple cien años.
Lo que comenzó siendo un par de paseos performativos por sus espacios se convierte hoy en el documental 'De Matadero a Vivero', que ha hecho las presentaciones en el programa de Documenta-Madrid. Y, aunque la cinta recorre un periodo que va desde la Prehistoria (el Manzanares en el que se instaló es enclave arqueológico) hasta su actual dimensión como centro de arte, Sánchez Castillo, especializado en memoria histórica, ha encontrado un filón en esa etapa oscura entre 1940 y 1941 en que este lugar fue trasformado en campo de concentración de mendigos, apoyado en el archivo fotográfico (al que dota de vida gracias a la IA), de Francisco Fernández Agudo –uno de esos niños que pasó por allí–, que a su vez lo consiguió haciéndole justicia al trabajo de los integrantes de Auxilio Social, que documentaron el horror que allí se experimentaba en un momento en el que la pobreza era delito en España porque se contradecía con la propaganda del régimen que exhortaba la presencia de pan en todos los hogares. Pero lo cierto es que por allí pasaron 1.500 personas y en el invierno de 1941, debido a las hambrunas y la desatención, murieron 838...

Y podríamos seguir el listado con el homenaje de Albert Serra a la estética de Tàpies («que evoca, pero no ilustra») en 'Fe sense obres morta és', otro encargo del museo barcelonés del pintor... Hay carrete, o como diría un cineasta, celuloide, para rato.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete