Cambio de tercio
Vagos y Maleantes
Uno de los grandes hitos de la Segunda República Española fue la creación de la Ley de Vagos y Maleantes
Perfil de Alfonso J. Ussía
Alfonso J. Ussía
Uno de los grandes hitos de la Segunda República Española fue, sin duda, la creación de la Ley de Vagos y Maleantes, aprobada el 4 de agosto de 1933 para el tratamiento de vagabundos, nómadas, proxenetas y cualquier otro individuo que pudiera ser considerado ... por las autoridades como antisocial. Sería interesante exhumarla y que sirva contra los mismos que consideran que alguien debe dimitir por algo en lo que también chapotean. La confusión la regala la mentira y lo soez el mentiroso. Ser rico está al alcance de cualquiera, lo difícil es ser honesto.
Vivimos ahora en un tiempo confuso, lleno de contradicciones alimentadas por esa falta de pudor que conlleva la doble vara de medir que usamos para ganarle la partida a nuestra conciencia. Lo vemos a diario en la prensa, la política y la calle. Existen dos yoes entre lo que pensamos y lo que hacemos. Una falta de claridad que obstruye el caudal de este río que se desborda de lo sucio que tiene el fondo: ramas, basura, hipocresía, el cauce se estrecha, el agua no pasa. Es como si fuéramos niños grandes en un patio de colegio jugando a ser mayores, una ausencia de rubor que ensucia de la cabeza a los pies lo que somos ahora. Nuestro mejor termómetro, el norte que no debemos perder de vista, la vergüenza, la propia. La ajena dejémosla al Congreso.
Recuerdo el episodio de los Simpson en el que Homer se marea porque tiene al bien y al mal en los hombros
A veces aparece cuando no cumplimos una promesa, otras llega como una nube de miedo sabiendo que lloverá, pero lo ignoramos pese a mojarnos al aceptar que la vida no está bien hecha del todo. ¿Y quién está bien hecho del todo? Recuerdo el episodio de los Simpson en el que Homer se marea porque tiene al bien y al mal en los hombros instalados: el de rojo y cola ‘luciferciana’ es más simpático, molón y cachondo; el otro, siempre anda con la tabarra de no hacer daño al prójimo, cansino y correcto. En medio, esa cabeza llena de contradicciones que soy yo mismo o cualquiera de ustedes, creo. Y en cada vicio, cada atajo o cada vez que agarramos el brazo de otro para tomar impulso, tragamos un poco de veneno. Miren esta barca, este río ¿qué mas darán los metros que tengan su barco o su polla si al final nos metemos en el mismo agua?
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