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Zenobia y Juan Ramón, tanto monta, monta tanto
Se editan la biografía de Zenobia Camprubí, el gran amor de Juan Ramón Jiménez, y parte de su epistolario. Su retrato más fiel
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Iniciar sesiónYa no vale aquello de que detrás del gran poeta y premio Nobel, Juan Ramón Jiménez , estuvo Zenobia Camprubí, el amor de su vida, su señora esposa, la que le aguantó lo indecible, lo confesable y lo inconfesable, las debilidades del cuerpo y del ... alma. Al lado de Juan Ramón estuvo Zenobia y -¿por qué no decirlo?- a ratos le tomó la delantera. Zenobia fue todo eso que se esconde tras el tópico de la abnegación pero también algo más . En las páginas de la exhaustiva biografía que le ha dedicado Emilia Cortés ( Zenobia Camprubí. La llama viva ), emerge con una rica y efervescente personalidad; su retrato ya no languidece entre los tonos sepia de las fotografías de época.
Ella vivió intensamente, inasequible al desaliento, a los sinsabores, a los vaivenes de la vida y del poeta con sus constantes altibajos. Zenobia en absoluto fue una mujer al uso de la época: de casa para adentro. Escribió desde niña (relatos, cuentos... que editó, sobre todo en publicaciones norteamericanas) con relativa gracia y soltura. Textos que no esconden mayor importancia pero que delatan esas inquietudes culturales que le llevan a conocer a Juan Ramón y a traducir junto con él a Rabindaranath Tagore.
Culebrón
El poeta bengalí les unió en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. De todo esto hubo -amén de los detalles propios de un culebrón juvenil al uso cuando el poeta no entra bien por el ojo de la familia Camprubí - en los años que permanecieron juntos, hasta que la muerte separó al matrimonio: Zenobia fallece en octubre del 56 y Juan Ramón, en mayo del 58.
Ella vivió inasequible al desaliento, a los sinsabores, a los vaivenes del poeta
La biografía de Emila Cortés centra la atención en todo aquello que todavía no se había narrado sobre Zenobia . El detallismo del estudio no deja ni un asunto en la carpeta: sus antepasados en Puerto Rico; sus ancestros catalanes; su abuela y su madre, a las que estuvo muy unida; su padre (cabeza de un matrimonio malavenido) y hermanos; la fortuna más que considerable de la familia dilapidada entre unos y otros; la alegre vida social en sus años de formación; sus pretendientes antes del poeta , los distintos viajes a Nueva York para codearse con la crème de la crème ; su visión práctica de la existencia, que le lleva a montar varios negocios a este y al otro lado del charco y que sacan del atolladero al matrimonio en distintas ocasiones... Zenobia no era, ni mucho menos, una manirrota, ni una escueta figura a la sombra del universal poeta. Para los asuntos de la vida estaba ella y para los del alma, Juan Ramón.
A la edición de esta cuidada biografía se suma el epistolario que ahora publica la Residencia de Estudiantes, también bajo la supervisión y edición de Emilia Cortés. El periodo que abarca va de 1895 a 1936. No se incluyen las misivas a Juan Ramón, porque estas ya aparecieron en su momento, pero sí a la infinidad de personajes que entran y salen de su vida según pasan los años, desde la correspondencia de juventud que manda a su madre y firma como Zenobita; sin obviar los asuntos monetarios de traducciones y negocios varios.
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