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Romanones, predicar en el país equivocado

Guillermo Gortázar dibuja una biografía política y sentimental del Conde de Romanones, reflejo de toda una época

El Conde de Romanones

10/03/2021 a las 01:08h.

Álvaro Figueroa y Torres nació en Madrid en 1863 y falleció en la misma ciudad en 1950, porque decidió morir en ella para culminar sus 87 años de vida. Como se decía antes, su existencia estuvo marcada por «el veneno de la política» ... . Sin embargo, no tuvo, de la cuna a la tumba, ninguna necesidad de vivir de sus ganancias. En realidad, como señala Guillermo Gortázar en esta formidable biografía política y sentimental de «un carácter y una época», hizo un mal negocio. Aunque nació rico, en términos constantes falleció más pobre de lo que era. La política, disgustos y diversiones aparte, le costó dinero. No es un detalle menor. Tampoco la motivación de su conducta, que refiere la trayectoria de un linaje meritorio . Francamente, aquí no hay supuesto feudalismo, ni «poderosos», ni otras pamplinas habituales en las explicaciones de la «historia oficial» sobre la monarquía alfonsina, que ha considerado a Romanones arquetipo de una época corrupta y fallida.

Haciendo uso de una eficaz narrativa que traslada al lector al escenario con abundantes testimonios , Gortázar ha dividido la vida y obra de Romanones en cuatro partes. La primera está dedicada a «Los orígenes familiares de Don Álvaro de Figueroa y Torres». A alguno que ignore la enorme movilidad social de la España ilustrada, le sorprenderá conocer que la fortuna familiar sea tan reciente. El fundador fue el fascinante extremeño Luis Figueroa y Casaus, que pasó «de guardia de corps a industrial multimillonario». No hace falta decir más.

«Romanones». Guillermo Gortázar. Espasa, 2021. 688 páginas. 29,90 euros

Cambios de bando

El lector interesado en oportunos y oportunistas cambios de bando, espionaje, ruinas y matrimonios triunfantes, como el de los padres del protagonista, hallará mucho en qué pensar y entretenerse. La segunda y tercera parte se ocupan de la arrolladora vocación de Romanones, que confesó desde joven sin complejo alguno: «De la política soy, lo reconozco, un profesional. El hombre que dedica solo su tiempo sobrante a la política, el que no está preparado, o la sigue sin convicciones, es un aficionado pernicioso». Liberal y empírico, un tipo pragmático , ajeno a la demagogia de los «filósofos metafísicos».

Romanones atravesó la regencia y el reinado de Alfonso XIII en posición preponderante. Fue dos veces alcalde de Madrid y tres veces presidente del Consejo de Ministros, en 1912, 1915 y 1918. La cuarta parte, apasionante y revisionista, establece un nuevo enfoque sobre el periodo que comprende desde la dictadura de Primo de Rivera y con ella la disolución del régimen de la Restauración, hasta el comienzo de la guerra civil.

Aunque nació rico, falleció más pobre de lo que era. La política le costó dinero

En la medida en que los partidos dinásticos, liberal y conservador, fueron reformistas y la monarquía representó un proyecto modernizador , resulta obligatorio preguntarse por las razones de una crisis que llevó al cambio de forma de Estado y a una espantosa guerra civil. Esta puede ser interpretada como resultado no de una crisis «de arcaísmo», sino «de crecimiento».

Gortázar plantea una apasionante dialéctica entre reformistas procedentes del régimen de 1876 y regeneracionistas primoriveristas: «Fracasada la transición de la monarquía liberal a la democracia, esta prorrumpió como una fiesta; al cabo de un mes, como un drama». Salvado del paredón republicano en 1936 por el gobierno francés, Romanones tuvo tiempo de relacionarse con Don Juan y pensar el futuro. En 1917 escribió: «Hay que salir de la pasividad, porque la inacción es la muerte». Parece de ayer mismo.