LIBROS
Rafael Guastavino, un arquitecto español en Nueva York
Andrés Barba novela el «sueño americano» de Guastavino y cómo patentó allí la técnica medieval de la bóveda tabicada
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Iniciar sesiónDespués de su formidable novela República luminosa , al recibir Vida de Guastavino y Guastavino , tan diferente, tuve la falsa impresión de que Andrés Barba con la beca en la Public Library de Nueva York, origen de este libro, se ... había tomado un descanso en su excelente trayectoria literaria. Es un descanso, sí, en cuanto invención de mundo, pues se acoge a un recurso bastante frecuente en escritores que toman prestada una vida real para novelarla . Lo han hecho Elena Poniatowska, Vargas Llosa, Juan Bonilla o Javier Montes. Pero en la elección del personaje ya hay mucho, pues no es lo mismo novelar a Leonora Carrington, Roger Casement o Maiakovski y Naoui Olin, que hacerlo con la vida de un emigrante español a Nueva York, que triunfa como arquitecto por un ingenio algo picaresco capaz de vender a la emergente gran urbe un sistema constructivo de bóvedas del mediterráneo medieval.
Hay dos opciones de esta nouvelle que la rescatan del peligro de la obviedad: su tamaño, y su punto de vista. Ambas me han parecido inteligentes solucione s para un problema que la novela tiene desde el comienzo: cómo resistirse a dar sin más la vida verdadera o documentada de quien viene desde la nada al triunfo, desde ser un inmigrante que no sabe inglés a ser invitado a tertulias de J. P. Morgan, Vanderbilt y Rockefeller.
Ascenso social
La fórmula del ascenso social, salvo que quieras entrar en una saga de proporciones dickensianas, es buena solamente si se cifra al modo como aquí se ha hecho, como un punto ciego. La nouvelle de Barba ofrece muchas más preguntas sin resolver que soluciones, de manera que la novela camina en profundidad hacia un enigma condensado en pocas páginas, es decir, adoptando el punto de vista del rellenado de unos moles de sentido, como si Guastavino padre y Guastavino hijo tuvieran más misterio en sus biografías que lo que muchas de ellas han reflejado.
Se distancia del personaje como si lo importante fuera colmar un vacío del propio protagonista
La perspectiva es el otro recurso inteligente de Barba, pues se distancia del personaje como si lo importante fuera colmar un vacío del propio protagonista. La solución aportada es renuente a contar muchas cosas externas. Se ofrecen solo las fundamentales de la vida industrial de la factoría Guastavino, pero siempre enfrentadas al propio personaje, sobre todo Rafael Guastavino padre, quien se retira a Carolina del Norte sin que sepamos bien por qué, y tiene una lacónica comunicación por teléfono con su hijo.
Aquí reside el hueco que la novela no quiere resolver, como si los dos Guastavino fuesen actores de una película cuyo guion desconocen y del que se ofrecen partes disjuntas de un rodaje. Esta estructura de oquedad me ha parecido destacable. También sobresale Barba en algo que su narrativa va acrecentando: la densidad reflexiva, con lapidarias sentencias relativas a los asuntos vitales que ha situado al comienzo de las dos partes de la novela: el miedo puede haber sido el motor de una vida que como fábula recupera sus trazos de ciencia, de verdad y de amor.
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