LIBROS
Las luces de bohemia de Manuel Longares
Max Estrella y Max Aub se esconden tras el protagonista de «El oído absoluto». Longares en estado de gracia
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Iniciar sesiónSi pensamos en un escritor que vive solo literatura y respira desde ella y para ella, encontramos a Manuel Longares. Casi podría decirse que esta novela, la más personal de las suyas, cierra el mundo abierto en sus tres primeras , reunidas bajo el ... titulo de «La vida de la letra», e implica una especie de profesión de fe de su autor. Aunque decir que es personal no debe llevar a equívoco, pues Longares huye de lo autobiográfico y autoficcional como de la peste. Si en alguien hace pensar es en los dos «alter egos» ocultos tras el nombre de su protagonista, Max Bru, que bien puede ser Max Estrella , pero que también esconde a Max Aub , quien le conviene mucho, tanto por compartir el exilio como por un regreso en el que las puertas no eran ya las mismas. Del otro, de Max Estrella, tiene lo de la vida bohemia y esa especie de irreverencia castiza del que no quiere jaulas o cánones.
La gran lección de este libro es la pregunta por la herencia, por la pervivencia misma del mundo de los libros . Tanto el primer capítulo como el último, semejantes en su tonalidad casi elegíaca, que el resto del libro evita, se interrogan por la cuestión del final de una época y de unas referencias que únicamente tendrán sentido si alguien les concede eco.
Percibir lo auténtico
Decía Ortega y Gasset , personaje central, aunque no aparezca directamente citado, que lo que diferencia al hombre de los animales es que estos tienen descendientes, en tanto que los humanos tienen herederos. ¿Tendrán herederos los escritores de hoy? , ¿quién habrá que siga perpetuando el oído fino, ese oído absoluto musical que te hace percibir lo auténtico, la nota que distingue a un artista de quien es solo sucedáneo? Tal es el gran tema del libro; también el de nuestro tiempo.
Literatura en estado puro, esto es, lenguaje, creatividade imagen sorprendente
Para abordarlo, sigue las vicisitudes de un poeta llamado Max Bru, y luego de su hijo, Máximo , y finalmente la presencia de Palmira; una historia que es familiar, junto con el tío Bernardo o la madre, asesinada por falangistas irredentos en una escena antológica, mientras representa « El caballero de Olmedo » como actriz de una compañía de teatro republicano que recorre los pueblos.
Mucha vida
Antes de ese episodio, narrado con un temple magistral, hemos asistido a un Madrid de bohemios y poetambres en busca de una gloria efímera que la novela retrotrae con homenajes a todas las tradiciones. No estoy seguro de si ha sido un acierto trazar una contigüidad entre la gran literatura y los géneros chicos del teatro y la zarzuela, pero Longares ha querido entregarnos un mundo que es también el suyo. No hay página que no se llene de intertextualidades , con citas de versos de poetas del Siglo de Oro y figuras que van desde Larra y Baroja hasta Dickens, Chéjov, Proust y Tolstói. Un verdadero canon, aunque sin pretenderlo.
Vida, mucha vida pulula en estas páginas, que rinden tributo a la literatura desde su lenguaje . No se trata de que esta novela hable de escritores y de literatura; es que es literatura en estado puro, esto es, lenguaje, creatividad, imagen sorprendente, asociación original. No es posible leer la novela sin releer sus frases, admirando a Longares, quien se ha hecho en este libro la pregunta de todo aquel que tiene una biblioteca. ¿Tiene sentido hacer crecer una biblioteca si quien te sigue, tu hijo, no es lector, como le ocurre a Max con Máximo? Ahí está, sin embargo, la joven Palmira, su sobrina, como un hilo de esperanza. Y no solo ella. La literatura está viva, más viva que nunca, piensa el lector al cerrar un libro como este.
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