Lide Aguirre, corriente subterránea

«Estoy convencido al ciento cincuenta por cien de que es mi vecino quien lo tiene secuestrado. Me da igual su aspecto de ángel redentor», confiesa en un potente arranque la voz narradora del relato en primera persona: Mikel Matesanz, fotógrafo free lance de un influyente diario vasco. El secuestrado es Pablo Martiarena, un joven de familia bien, cuya madre ha empapelado la ciudad con la imagen de su hijo a quien busca desesperadamente , pues no le convence la explicación, que incluso le ofrece la Ertzaintza, de que se ha marchado a Chile con su nueva novia, y lo ha hecho porque su progenitora no aprobaba la relación.

Y el vecino es Iván Katz, que, tras una vida dando tumbos, en la que no faltaba el enganche a las drogas, perdido «en las fauces del lobo durante más de diez años», parece haber emprendido el buen camino, abriendo una academia de pintura que cuenta con numerosos alumnos y creciente éxito. ¿Pero realmente Iván Katz se ha convertido en una persona que ha dejado atrás para siempre su problemático pasado?

Una noche lluviosa, al volver a su casa, Mikel Matesanz ve a Iván conduciendo su vehículo, y en el asiento trasero cree divisar al muchacho de la «extraña desaparición». Mikel le cuenta a su prima Lorena, que se ha instalado en su domicilio, lo que ha avistado. Mikel se obsesiona con averiguar la verdad, y a ese cometido arrastra a Lorena, y a nosotros los expectantes lectores. A partir de ahí se desarrolla una intensa trama, donde sus vueltas de tuerca nos llevan de sorpresa en sorpresa y nos sumerge en siniestras corrientes subterráneas, en el lado oscuro de una atractiva urbe , San Sebastián, por cuyas calles paseamos, en especial por el barrio de Gros, principal escenario de la novela. Y, a la vez, nos zambulle en los repliegues más lúgubres del corazón humano. Cuando se abre la caja de Pandora lo más terrible puede suceder.

No por azar hace tres años Lide Aguirre quedó la cuarta entre diez finalista del Premio Planeta con La sombra del cerezo , que también transitaba por la senda del thriller . Ahora, con su primera novela publicada, demuestra un sólido manejo de los resortes narrativos, y sabe poblar la historia, escrita con cuidado estilo, con personajes que nos resultan creíbles y muy sugerentes.

Sin duda, uno de los hallazgos, y no es el único, de Los trucos de la bestia , que nació, según explica la propia autora en una Nota final, de un encuentro real fortuito con un chico de «rarísima mirada de un azul casi transparente» -igual a la del personaje de Iván Katz-, es la pareja formada por Mikel Matesanz y su prima Lorena, que funcionan a modo de singulares detectives y merecerían protagonizar otra aventura en una nueva novela.