Recuerdos de Cuba libre

Era un viaje de trabajo al que acudimos invitados profesionales de toda Europa. La primera, en la frente: a los españoles nos negaron el visado de prensa (no a los franceses, alemanes, italianos), y tuvimos que recurrir a la triquiñuela de entrar con el sello de turista en el pasaporte . Fuimos ingenuos al pensar que burlaríamos los férreos controles del régimen y, una vez allí, podríamos mandar crónicas del ambiente artístico, callejero, de todo lo que viéramos al ardor del Caribe y su exultante creatividad, y de las incipientes protestas. En nuestro primer día, recién levantados, fuimos requeridos por instancias mayores. De la oreja, acudimos a un organismo oficial en el que nos esperaba una funcionaria uniformada en su vestimenta caqui y en su discurso, que nos recalcó que no podíamos escribir ni una sola línea de lo que viéramos, bajo peligro de ser facturados en el primer avión de vuelta . Nos abstuvimos de dar un paso al frente conscientes de que estábamos vigilados en cada esquina.

El punto en boca siempre ha funcionado muy bien en la calles de la vieja Habana, pero parece que se han saltado todos los pespuntes del régimen. Releo en estos días de contrarrevolución a Leonardo Padura y su ‘Como polvo en el viento’ , retrato de muchas generaciones perdidas en el desencanto.