LIBROS
Jonathan Coe, banda sonora original
El autor británico se acerca al mundo del cine de Wilder en una historia protagonizada por una compositora de ‘soundtrack’
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Iniciar sesiónA esta altura cabe suponer que en esas casas de apuestas británicas hay sitio y tiempo para arriesgar unas libras en cuanto a de qué tratará la próxima novela de Jonathan Coe (Birmingham, 1961). Y, por supuesto, salir perdiendo. Y es que resulta imposible prevenirlo ... aunque, premio consuelo, se vuelve a entrar ganando y sin riesgo alguno a otra de sus ficciones. Porque a Coe ( al igual que su compatriota William Boyd o el más recién llegado norteamericano Amor Towle s) sólo parece importarle, sin límites argumentales, tener una buena historia para contarla con gracia, elegancia y firme pulso narrativo.
Así, Coe ya gratificó, entre otras, con la feroz sátira de bajísima clase alta (el díptico compuesto por ‘¡Menudo reparto!’ y ‘El número 11’), la melancolía Made in the UK (’La lluvia antes de caer’), el ‘psycho-thriller’ alucinado (’La casa del sueño), la trilogía generacional yendo del rock sinfónico a los desafines del Brexit (’’El club de los canallas’, ‘El círculo cerrado’ y ‘El corazón de Inglaterra’ ), el ‘grahamgreenesco’ y ‘evelynwaughiano’ divertimento con espía accidental (Expo 59), o la saga doméstica de antihéroe desorientado (’La espantosa intimidad de Maxwell Sim’). Ahora, por fin -luego de haber evocado en todo lo anterior numerosas guiños cinematográficos; por lo que, si se lo piensa, esta era la apuesta más segura- se estrena «una de Coe» en el mundo del séptimo arte.
Un Hollywood ocre
La protagonista es la ahora madura y en horas bajas compositora de ‘soundtracks’ Calista Frangopoulou. Pero el héroe es el septuagenario director Billy Wilder. Un genio inmerso, en 1977, en el rodaje griego de su ‘Fedora’ ; viniendo de fracasar con muy personal aproximación a Sherlock Holmes y soñando con remontarse en el crepúsculo no sólo de su carrera sino de todo un Hollywood más ocre que dorado (entran y salen de escena el co-guionista I. A. L. Diamond, Peter Lorre, Miklós Rósza y Al Pacino ) ya devorado por las fauces de tiburones y con el corazón atravesado por sables guerreros y galácticos.
A Coe sólo parece importarle, sin límites, tener una buena historia para contarla con gracia
Lo que no implica que ‘El señor Wilder y yo’ sea apenas un melancólico ejercicio de adoración o que se prive (en la evocación de los horrores del Holocausto con formato de guión) de detalles experimentales-meta-posmodernos à la B. S. Jonhson: héroe de Coe y al que le dedicó una formidable y muy original biografía. Compaginada en ‘flashbacks’ que devuelven a 1976-77 y moviéndose a base de fundidos geográficos que la llevan a Los Ángeles y Múnich y París y Londres , ‘El señor Wilder y yo’ acaba proyectando lo mejor de ambos mundos: un elegante ‘vaudeville’ de iniciación a la vez que una madura y nostálgica evocación de un mundo perdido pero que, si se le busca, aún se puede encontrar.
Se sabe que ‘Fedora’ (suerte de coda-espejo de ‘Sunset Boulevard’, variación sobre ‘El retrato de Dorian Gray’, anteúltimo film de Wilder) fue un fracaso económico y considerada como una bien intencionada pero innecesaria antigüedad por buena parte de la crítica. ‘El señor Wilder y yo’, seguro, sería una buena película pero -como suele ocurrir- la novela ya es y será mucho mejor.
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