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«Cincuenta sombras de Grey»: porno que da risa
Como la «gran novela porno». Así nos venden «Cincuenta sombras de Grey» (Grijalbo), primera parte de la trilogía que firma E. L. James. Un libro que se queda en simple comedia
antonio fontana
Chica conoce a chico, chica pierde a chico, chica recupera a chico. Rizando el rizo, en ocasiones la chica descubre que el chico es un vampiro o un hombre lobo. En Cincuenta sombras de Grey lo que descubre la chica con horror, terror y pavor ... es que al chico le va el sadomaso . Pero de eso se nutre la literatura: de vueltas de tuerca.
Por culpa de un catarro, Kate, directora de una revista universitaria, no podrá entrevistar al presidente de Grey Enterprises. Hasta arriba de aspirinas y paracetamoles, le pide a su compañera de piso que acuda a la cita en su lugar. Es así como Anastasia, una joven de veintiún años, conoce al multimillonario Christian Grey. Quedará conmocionada.
Una mezcla de «Crepúsculo» y «Nueve semanas y media»
¿Y cómo es él? Los adjetivos se acumulan: atractivo, sofisticado, arrebatador. «El David de Miguel Ángel no tiene nada que hacer a su lado –piensa Ana–. Es tan irresistible, tan macho alfa.» Cuando Christian se pasa el índice por el labio inferior, la chica pone los ojos en blanco: «¡Madre mía!».
De ella se nos describe su inexperiencia y sus pezones; de él, absolutamente todo. Su sonrisa, su pelo despeinado, su barba de dos días, sus vaqueros y lo que esconden sus vaqueros: un arma de destrucción masiva . Pura fantasía sexual.
Contrato delirante
La fascinación de Ana se transforma en atracción y, aunque él la previene ( «Deberías mantenerte alejada de mí» ), ella pronto se decide: «Sí, quiero irme a la cama con Christian Grey» . Pero antes deberá firmar un acuerdo de confidencialidad. Ana acepta encantada: «¿Quiere decir eso que vas a hacerme el amor esta noche?» . Él la saca de dudas: «Yo no hago el amor. Yo follo... duro» .
Los orgasmos son «sublimes»; las penetraciones, «exquisitas»
El papeleo aún no ha terminado: falta un contrato que incluye perlas como «La Sumisa no comerá entre horas, a excepción de fruta» , «El Amo proporcionará a la Sumisa un entrenador personal», «La Sumisa estará limpia y depilada» o «La Sumisa no beberá en exceso, ni fumará , ni tomará sustancias psicotrópicas».
Con Christian perderá Ana la virginidad y pasará del «¡Uau!» al «¡Mmm!» y al «¡Oh!» y al «¡Ah!» y al «¡Ay!» y al «¡Aaaay!» y al «¡Oooh!». Y así hasta llegar a la última página de esta mezcla de Crepúsculo versión dos rombos, sin vampiros ni hombres lobo, y Nueve semanas y media por delante, por detrás y a la pata coja .
Ana, la protagonista, se «deshace» por Grey: «Es tan macho alfa», piensa
El resto son azotes, látigos, fustas, grilletes y demás parafernalia. Un tratado de sadomasoquismo de andar por casa donde los orgasmos son «sublimes»; las penetraciones, «exquisitas»; y los diálogos... Ay, los diálogos. Mi preferido es este, que mantienen la primera vez que Ana visita el apartamento de Christian:
–Qué casa tan grande –dice ella.
–¿Grande? –pregunta él.
–Grande –confirma ella.
–Es grande –admite él.
Pobres mamás
Háganme caso. Si buscan morbo, lo encontrarán en La mujer de sombra , de Luisgé Martín . Si buscan el cosquilleo del erotismo, no se pierdan El año del calipso , de Abilio Estévez . Ahora bien, si quieren reírse leyendo una historia ridícula , asistan a las piruetas verbales y sexuales de Cincuenta sombras de Grey . Aunque suene a amenaza, la trama continúa en Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas. Nos la venden como la «gran trilogía porno para mamás» (pobres mamás), pero en realidad es una comedia. Una mala comedia.
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