LIBROS
‘El italiano’, obra maestra de amor y de guerra
La última novela de Arturo Pérez-Reverte concentra las mejores condiciones literarias de un autor que parece haberla escrito en estado de gracia
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Iniciar sesiónLos del Mediterráneo son dioses sabios y cansados, leemos al comienzo de esta novela. Acompañan a los héroes literarios, les urden trampas, como aquella en que estuvo a punto de caer Ulises con Nausícaa, hija del rey los feacios, quien lo encuentra en la playa, ... en el conocido canto de la ‘Odisea’, y recrea en esta novela de Pérez-Reverte , cuando Elena Arbués, uno de los mejores personajes femeninos salidos de su pluma, descubre en la playa de Algeciras, el cuerpo herido de Teseo Lombardo , el hermoso soldado veneciano que habrá de cambiar su destino. Siempre inspiró el mar de Homero la obra de Pérez-Reverte. ‘Corsarios de Levante’, por ejemplo, la novela de la serie de Alatriste más pegada a ese mar, es mi preferida de la serie. Y habrá de serlo ahora ‘El italiano’, novela que concentra las mejores condiciones literarias de un autor que parece haberla escrito en estado de gracia.
Es una novela de amor y una novela de guerra, como las epopeyas antiguas. Elena, Dido, personajes de ellas, enamoradas, viven las tesituras propias y las del destino de unos héroes que en esta novela no están cansados, como solían estarlo los últimos de Pérez-Reverte.
Intensidad nueva
Es un misterio de dónde haya sacado el novelista la fuerza para saber decir el amor de una joven y un soldado, en las precisas y sutiles escenas de aproximación, y que, siendo varón, quizá haya dicho como pocas veces he encontrado el pensamiento (y conmociones) de una mujer cuando está siendo asaltada por la flecha de Cupido, como una Galatea lo fue por el fingido sueño de Acis.
Esa fuerza, ese fuego, llena la novela de Pérez-Reverte de una intensidad nueva. Lamento que Gregorio Salvador no haya podido leerla, por un rasgo que me parece definitivo: quizá sea de las suyas la que mejor haya elegido los adjetivos precisos. No sólo en las descripciones de la aventura militar, submarina, con los tempos y angustias del torpedo tripulado, sino en ese momento en que la psicología necesita la palabra exacta que pueda decir el alma del personaje. «Eso fue todo, seguido por un silencio más intenso que incómodo, menos desconcertado que expectante». Tal leemos en el momento en que los amantes no saben qué decir y dejan que el silencio cubra de sentido cuanto callan.
Quizá sea la que mejor haya elegido los adjetivos precisos de la aventura militar
En otro momento, en una novela que rezuma admiración y conocimiento de la vida italiana, tanto de los paisajes próximos al canal de la Giudecca veneciano, como en la terraza de un bar de Nápoles, Pérez-Reverte rememora cómo grandes actores del cine (Alberto Sordi, Ugo Tognazzi, Dino Risi, Luigi Zampa y otros) reflejan « la Italia vieja, sabia, escéptica e infeliz , el humor y el drama combinados, asumidos con naturalidad estoica». Pero antes de ello, la reflexión sobre la capacidad imaginativa de ese pueblo, zarandeado tantas veces por los dioses de la guerra o la necesidad.
La presencia de los secundarios es excelente, como en las películas del viejo Hollywood
Sobrepasada la línea de sombra, en el momento quizá más maduro de su carrera de novelista, sabe Pérez-Reverte darnos la dimensión de artista que tuvo Conrad , ese modelo suyo de escritor marinero , en el adjetivo, en la fuerza expresiva de los pensamientos interiores, en haber captado atmósferas y situaciones que han sido y son vida antes y después que palabra. Otra condición excelente de esta novela ha sido la presencia de los personajes secundarios, igual que en las películas del viejo Hollywood, o en las del neorrealismo romano, llenan las escenas con su presencia contundente.
Entre ellos destaca el comisario de policía gibraltareño, Harry Campello, aun mejor que otro muy bien trazado como el doctor Zacos. Hay, por último, algo que el lector agradece: haber sido tratado como inteligente , sabedor que en el azar de los días y los fríos de las noches fluye una vida alejada de maniqueas consignas de buenos y malos. Esos claroscuros en que se mueve la condición humana en héroes iguales que los de Homero y Virgilio, en el amor y en la guerra. De amor y de guerra es esta espléndida novela.
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