«Diosas, santas y malditas», de Afrodita a Lady Gaga

Las amplísimas lecturas y visionado de un sinfín de películas en las que se apoya no impide un estilo ágil que convierte la lectura en un placer. En el prólogo, bien destaca Luis Alberto de Cuenca que « sentido del humor , fusión entre la gran cultura y la cultura popular, gracia expresiva, guiños continuos al lector, amor incondicional hacia el tema abordado» son algunos de sus rasgos más destacados.

A partir de un título que nos adelanta los principales modelos en los que se ha encuadrado a las féminas, el libro se divide en cuatro partes y una breve «coda de hadas». En la primera rastrea el concepto de «mujeres sublimes» , que subyace y recorre todo el volumen.

En la segunda, se interna en «las chicas malas», en la enigmática figura de aquella a la que Shakespeare se refirió como «tan negra como el infierno y tan oscura como la noche», y que puede revestirse de depredadoras felinas -memorable el filme «La mujer pantera» , de Jacques Tourneur-, venenosas serpientes, hambrientas lobas o despiadadas vampiras. Mitos que revelan, con acierto señala Arias, « atávicos temores varoniles , trenzados con deseos no menos evidentes».

El tercer capítulo se centra en su reverso. Frente a las «malditas», las «benditas» , empezando por la propia Virgen María. Se incluye aquí un singular estudio de la novela «La leyenda del santo bebedor», de Joseph Roth , tratada desde el papel que en ella desempeña santa Teresita de Lisieux.

Finalmente, se ocupa de las diosas grecolatinas, y cómo se han transmutado en el posterior mundo literario y cinematográfico. Todo en un gran puzle por el que desfilan personajes reales o de ficción: Lilith , Afrodita, Marilyn, la teniente Ripley, Medea, Lady Gaga, la Holly de « Desayuno con diamantes» ..., entre muchos otros.

Este ensayo nos sumerge en el poderío femenino, bien sea luminoso u oscuro , y ofrece un caudal de conocimientos y afilados análisis. También una inquietante realidad: los hombres han visto a las mujeres sobre todo como ángeles o demonios. ¿No es hora de que las vean como sus iguales? Ni en el pedestal ni en el fango.