LIBROS
El Boalo, el refugio sagrado de Carmen Martín Gaite
La fundación que constituyó la hermana de la escritora custodia en El Boalo, a los pies de la sierra de Guadarrama, el legado de la familia. Allí se conservan la biblioteca personal de la autora y enseres que forman parte de su universo literario
Casa de la familia Martín Gaite en El Boalo
El día que Carmen Martín Gaite por fin se reconcilió con la casa de su familia en El Boalo, que tantos recuerdos le traía de su hija Marta, lo hizo con una celebración junto a sus mejores amigos. Una foto la retrata vestida ... con un abrigo estampado y una de sus características boinas a lo alto de la escalera por la que entraba a la segunda planta, la suya, del «refugio sagrado» que tenía a los pies de la Sierra de Guadarrama. La autora, que en aquellos años noventa solo le faltaba por ganar el Premio Nacional de las Letras Españolas , recurrió a su vena más actoral y realizó una actuación ante todos sus invitados.
«Es una pena que nadie lo grabara. Fue un discurso precioso, muy divertido», recuerda Patricia Caprile , amiga de las hermanas Carmen y Ana María Martín Gaite . Nadie lo grabó porque los amigos de la escritora estaban allí de celebración. La inauguración de la escalera era la excusa para arropar a Carmiña, que tras supurar el dolor por la temprana muerte de su hija, había regresado de Estados Unidos transformada en otra persona. Se había inventado un personaje, como le concedió a su hermana en el lecho de muerte, y aquella nueva Martín Gaite le atribuyó a la casa de El Boalo un valor terapéutico.
Allí se acercaba en verano a nadar, en la piscina de la finca; allí descansaba mirando las estrellas, en «ese cielo amplio y limpísimo como una cobertura que solamente se redescubre de verano en verano». Con el tiempo se dio cuenta de que uno «también pertenece –de forma más profunda y secreta– al lugar que tuvo la generosidad de acoger a nuestros seres más queridos y darles tierra». En El Boalo pasó su último mes de vida. Cuando cayó enferma, su hermana le habilitó una cama en la planta baja, donde falleció con el manuscrito de 'Los parentescos' entre las manos.
Ana María Martín Gaite cuidó a su hermana Carmen en esta habitación durante su último mes de vida
Hoy ya no queda nadie de la familia Martín Gaite. Carmen, que murió en el año 2000, y Ana María, en 2019, fueron fin de estirpe. Pero la hermana mayor quiso que perdurara el legado de la autora de 'Entre visillos' y, ya de paso, de su familia. Para ello constituyó la Fundación Martín Gaite , con sede en El Boalo. Patricia Caprile, patrona de la entidad, comanda las visitas mensuales que organiza el ayuntamiento en el inmueble. Se financian con lo poco que ingresan por estas visitas y por los derechos de autor. El objetivo inmediato es organizar en 2025, con motivo del centenario, una exposición en la Biblioteca Nacional y, si es posible, un musical.
Lo que hoy queda en El Boalo no tiene nada que ver con la concepción inicial de la vivienda. El padre, José Martín , compró el terreno en 1960, después de deshacerse de la casa que tenían en Piñor (Orense). «Ya próximo a la jubilación, buscaba un lugar recóndito pero cercano a Madrid para pasar temporadas de descanso, que mucho se lo merecía –escribió Martín Gaite en 'Agua pasada'–. Se enamoró de este pueblo nada más verlo, compró unas hectáreas de terreno, plantó árboles allí y encargó a canteros del mismo pueblo que le hicieran una casa. La piedra para construirla se sacó de un grupo grande de peñas que había en medio de la finca y que la casa vino a sustituir. [...] Permanecen los otros grupos de peñas que mi hija escalaba cuando jugaba con otras niñas del pueblo, hoy casadas ya».
Los primeros croquis los realizó la mujer de don José, Marieta Gaite , pero Ana María se encargaría de las sucesivas reformas. Los padres hacían su vida en Alcalá, 35, donde tenían la notaría, y Carmen residía en Doctor Esquerdo, 43. Ana María, la que pasó más tiempo en El Boalo, hizo cuatro grandes obras. En la primera, tras la muerte de la hija de Carmen y Sánchez Ferlosio a los 29 años, víctima de la droga, quitó la escalera y cerró la segunda planta. Carmen había dicho que nunca volvería a aquella casa, pero cuando cambió de opinión reabrieron la planta y construyeron una escalera exterior. Ana María luego añadió una torre para meter la biblioteca y los enseres que tenía su hermana en Madrid. Y en la última reforma reconvirtió el cuartito del jardinero en un estudio que hoy acoge las nuevas ediciones de los libros de la autora.
El despacho del padre de las hermanas Martín Gaite notario, formó parte de la Exposición España fin de siglo 1898
Se puede decir que Carmen y Ana María, que trabajaba por temporadas como correctora en la sede de Ginebra de Naciones Unidas, tenían una planta propia. Siempre mantuvieron una relación independiente, con entradas y salidas diferenciadas en la casa de El Boalo. Su padre las distinguía como Marta y María por su forma de ser. A pesar de ello, siempre se apoyaron. Fue Ana María quien animó a Carmen a viajar a Estados Unidos cuando falleció su sobrina, y también fue ella quien la cuidó en su último mes de vida, sin decirle que su enfermedad era un cáncer fatal.
La casa tiene dos plantas muy diferenciadas. En la que está al nivel del suelo solo hay rastro de Carmen en la habitación que ocupó cuando ya estaba tan débil que no podía subir las escaleras. El resto es el mobiliario que Ana María llevó de otras viviendas: figuras de decoración del gabinete de Marieta, el comedor de Alcalá, 35, espejos y relojes de los abuelos, libros de la familia Gaite, cuadros procedentes de la plaza de los Bandos de Salamanca y obras de arte que coleccionaba don José. También se conserva el despacho que el padre tuvo primero en Salamanca y luego en Madrid, con una librería que es una copia exacta del Patio de Los Irlandeses, en el Palacio de Fonseca de Salamanca. La pieza formó parte de la Exposición España fin de siglo 1898.
Esta suntuosidad contrasta con el tono kitsch de la planta de arriba, la de Carmen Martín Gaite. Hay cuadros de pajaritos, láminas infantiles y collages, pero también muebles de herencia familiar. Entre ellos, el «aparador grande con molduras negras» que la autora describe en 'El cuarto de atrás' donde aprendió a jugar y a leer, «bajo la presidencia de este antepasado de madera de castaño». También «el sofá verde desfondado» o «pobre sofá» que con los años Ana María restauró.
La biblioteca personal de la autora consta de unos tres mil ejemplares
Si «los muebles y los objetos hablan», como decía la guardiana del legado de los Martín Gaite, la decoración de esta planta habla de una mujer que vivía entre el equilibrio y el caos. Para ella, Greta Garbo representaba lo primero y James Dean lo segundo. Cuelgan de las paredes dos grandes láminas tuneadas por ella de los dos actores. Hay también dibujos de Rafael Sánchez Ferlosio y su hija Marta, una vista de Salamanca hecha por Juan Benet y dos retratos obra de Alicia Iturrioz y María Antonia Dans. En la entrada de la habitación donde sigue su escritorio cuelga un cartel con las horas de despacho: mañana de 11 a 1, tarde de 4 a 6.
La torre fue un añadido que Ana María construyó para poder guardar la biblioteca personal de Carmen. Son alrededor de 3.000 ejemplares que revelan su gusto por la lectura. Conservaba libros dedicados por escritores amigos, pero muy pocas primeras ediciones de los suyos porque siempre los regalaba. En algunos hay anotaciones suyas y entre las páginas de otros encontraron, al inventariarlos, cartas, facturas, tarjetas, notas, poemas manuscritos o dibujos. El listado de títulos revela que, en lugar de comprar los libros que necesitaba para sus investigaciones, acudía a las bibliotecas: la del Ateneo, la Nacional, la del CSIC y la del Círculo de Bellas Artes, principalmente, apunta José Teruel , editor literario de la 'Obra completa'.
La Fundación Martín Gaite no conserva los cuadernos de todo – que dan «una idea más aproximada de sus lecturas», según Teruel– ni el resto del archivo de la escritora, depositado en la Biblioteca de Castilla y León. Tampoco su correspondencia, pues Ana María la quemó. Sí perdura el aroma de una mujer muy singular, autora de algunas obras cumbre de la literatura española del siglo pasado: sus orígenes, con aquella educación liberal entre institutrices extranjeras; la devoción por su hija Marta, «esa niña de rojo» que se perdió jugando al escondite inglés.
Todos los miembros de la familia Martín Gaite están enterrados en El Boalo
Todos los Martín Gaite descansan hoy en el cementerio de El Boalo. En la lápida de su hija, Carmen y Ferlosio inscribieron estos versos de Antonio Machado: «¡Oh, descansar en el azul del día / como descansa el águila en el viento / sobre la sierra fría, / segura de sus alas y su aliento!». Decía Ferlosio que este era el mejor poema de la lengua castellana.