Hazte premium Hazte premium

libros

«Hacia el infinito»: Veinticinco años durmiendo con Stephen Hawking

Un genio, sí; pero también un ser terco y vanidoso. Así retrata Jane Hawking a quien durante veinticinco años fue su marido: Stephen Hawking. Lo cuenta en «Hacia el infinito»

«Hacia el infinito»: Veinticinco años durmiendo con Stephen Hawking

anna caballé

Nada es más difícil que sentir curiosidad por alguien y no verse obstaculizado por ideas preconcebidas. Y no hay duda de que las imágenes del científico Stephen Hawking , tan popular por su teoría de los agujeros negros como por su aspecto inconfundible, incrustado en una silla de ruedas y sin ninguna movilidad, siquiera para poder mantener la cabeza erguida, despiertan la curiosidad y favorecen las ideas preconcebidas. ¿De veras es posible que una persona con sus severas limitaciones físicas, aquejado de una enfermedad motoneuronal irreversible, haya podido sacar adelante no un matrimonio sino dos, y tener hijos?

Supongo que todos, contemplando alguna fotografía del eminente científico, nos hicimos alguna vez, azorados, esta pregunta y vimos ahí una especie de agujero negro, reacio a ser comprendido y presto, por el contrario, a dejar que nuestras ideas preconcebidas tuvieran su pequeña vida. Pero para las preguntas que nos salen al paso ante las cosas del mundo, a veces hallamos respuesta y otras, no. He aquí el poder de la autobiografía, capaz de descorrer el velo de una historia personal y ofrecerla a los demás como testimonio de una lucha no siempre bien comprendida por el entorno (sin conflicto, sin la necesidad de que alguien nos escuche o conozca nuestras razones, no hay autobiografía).

Jane Hawking analiza la evolución de sus vidas y su agotamiento emocional

Confieso que mi curiosidad nunca llegó al punto de leer Music to Move the Stars (1999), la historia que de su relación con Stephen Hawking a lo largo de veinticinco años escribió su primera esposa, Jane, dolida por la forma en que Hawking puso fin a su matrimonio. Ahora, con ocasión de la adaptación cinematográfica de aquella historia, se publica una nueva versión, más «sosegada y optimista», según la solapa del libro, titulada en castellano Hacia el infinito . Por cierto, ¿por qué cambiar los títulos originales de los libros? El título inglés, Travelling to Infinity, se ajusta más a la idea de la autora, pues su matrimonio con Hawking se propone como un doble viaje: la proyectó al espacio infinito, al desafío de los enigmas del origen del universo, pero también al infinito doméstico, cotidiano, de tener que luchar contra las fronteras del tiempo (a Hawking, a los veintiún años, le dieron dos años de vida... y tiene setenta y dos), y del espacio, un espacio hostil, lleno de escaleras y obstáculos, ajeno hasta fechas recientes a los problemas de movilidad de un discapacitado. No hay duda de que el estado de Hawking y su valentía para no dejarse amilanar hizo que la sociedad tomara conciencia de ello.

Galardones y obstáculos

El interés de la autobiografía de Jane Hawking radica no tanto en la escritura, cargada de «lluvias torrenciales», «hijos encantadores» y tópicos difícilmente aceptables (la elección de Francia como lugar de veraneo por la devoción del país a la Virgen María :–«la intermediaria femenina con las figuras masculinas de la Trinidad»), como en la sinceridad con que nos habla de una larga historia personal de triunfos y fracasos.

La autora preserva la intimidad de su matrimonio, no entra en detalles que serían de mal gusto, mantiene una actitud compensada hacia Stephen Hawking –es un genio y en su mente bulle un mundo, pero es un ser retraído, terco y vanidoso que utiliza su fama creciente para compensar su inmenso sufrimiento interior–, pero sí analiza la evolución de sus vidas y el agotamiento emocional de ambos ante una existencia llena de triunfos y galardones en su aspecto público y de miserias y obstáculos innumerables en el privado.

La imagen de Stephen Hawking queda muy maltrecha en el libro

En la fantasía de Jane, el punto de equilibrio lo aportará la aparición de un amigo y amante con el que puede mantener una relación normal, compensatoria de su inevitable insatisfacción conyugal. Su esperanza es que su marido acepte la situación. En la fantasía de Stephen, la aparición de Jonathan significa el comienzo del fin de la pareja, pues él, dolido en su orgullo, encontrará la forma de lastimarla y de recuperar su autoestima.

Se alza, pues, un muro entre ellos, dejando dos bandos rivales: a un lado Jane, su amigo Jonathan y en parte sus tres hijos; al otro Stephen y el séquito de cuidadores y enfermeras que se hacen cargo de su día a día, le siguen a todas partes, en todos los viajes, y que acaban por tomar el poder. Es probable que en una de las enfermeras, Elaine Mason, Hawking encontrara una persona más fuerte que Jane (o menos agotada) con la que, de algún modo, podía volver a tener una relación física.

Jane Hawking sobre España

Sea como fuere, su imagen queda muy maltrecha en el libro, a pesar del esfuerzo evidente de la autora por no hacer sangre. Pero no sería extraño que muy pronto conociéramos su propia versión del drama familiar. Su matrimonio con Stephen duró diez años.

Al margen de la peripecia familiar, y del deseo evidente de Jane Hawking de abrazar amorosamente su pasado, es interesante conocer de primera mano el funcionamiento de los campus universitarios más prestigiosos del mundo ( Oxford y Cambridge ) y comprender la intensidad con que los científicos compiten en la esfera internacional (olvidémonos de España, a años luz en cuanto al prestigio concedido a sus docentes y a los recursos puestos a su disposición).

A veces los seres humanos somos alcores, pese a la fragilidad

En el caso de Hawking resulta evidente que sin el firme apoyo y las posibilidades de una universidad como la de Cambridge, él no hubiera podido desarrollarse intelectualmente al nivel en que lo hizo. De haber nacido en otro lugar, su genio se hubiera marchitado, atrapado en un cuerpo que muy pronto se negó a acompañarlo en su viaje. Lo asombroso es que Stephen Hawking haya podido hacerlo sin contar con él, y más asombroso todavía que encontrara a una joven, que tenía sus propios ideales profesionales, dispuesta, sin embargo, a entenderlo y a proporcionarle el entorno que necesitaba para sobrevivir y madurar.

Una palabra sobre la vocación de Jane Wilde por la literatura española medieval. La descubrió como estudiante de la mano de Alan Deyermond y Peter Dronke y sorprende en el libro encontrar ideas, a veces un tanto pueriles pero seductoras, sobre la importancia de la corte alfonsina en el siglo XIII o el valor del Romancero, con sus moros y cristianos, sus doncellas y alcores de los que hablan sus fuentes. A veces los seres humanos somos alcores, pese a la fragilidad, firmemente asentados en nuestro ideal, y con eso puede llegarse muy lejos.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación