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Cristina Iglesias: «Entre mis obras, esta exposición es un laberinto más»

Cristina Iglesias, Premio Nacional de Artes Plásticas 1999, por fin tiene la exposición que se merece en el Museo Reina Sofía. Una retrospectiva que abrirá sus puertas el próximo martes y que nos acerca en esta entrevista

Cristina Iglesias: «Entre mis obras, esta exposición es un laberinto más» IGNACIO GIL

laura revuelta

Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) está en capilla. Apenas le quedan tres días para inaugurar su primera gran exposición en el Museo Reina Sofía . Un complejo montaje que teje una red de redes, cuyas geometrías, curiosamente, casan a la perfección con la otra muestra estrella de este centro, la que exhibe parte de la colección Patricia Phelps de Cisneros. Pero no nos desviemos, aquí estamos para hablar con Cristina Iglesias, una de nuestras artistas más internacionales.

¿Le ha resultado difícil resumir toda su trayectoria en estas cincuenta piezas?

Es una gran oportunidad para manejar la gramática con la que he estado construyendo todos estos años y construir otro viaje. Algunos elementos te remontan a la memoria más antigua, otros están más cercanos y otros tantos afectan a la lectura que se pueda hacer hoy. En ese sentido, para mí es difícil sintetizar, ver qué piezas expresan las preocupaciones que he ido teniendo. Es algo que la comisaria de la exposición, Lynne Cooke, conoce muy bien para que no se pierda la esencia de mi trabajo, que se resume en explorar la experiencia física y mental del espectador.

Señala al espectador. ¿Se pone en lugar del público cuando trabaja?

Siempre. Yo soy la primera espectadora. Vivo con la preocupación, con la búsqueda, de que se abran las puertas de la percepción. Aquello que la escultura es capaz de estimular.

Lynne Cooke comenta en el texto del catálogo que usted siempre ha sido una artista difícilmente clasificable. ¿Está de acuerdo?

«Quisiera que la evolución de mi obra hubiese dado más saltos mortales»Hay momentos en la Historia, como el actual, en el que todas las voces son muy individuales en todas las disciplinas (en el cine, la literatura...). Todos introducimos nuevos medios para expresarnos y estamos ahí. En cuanto a la escultura, creo que pertenezco a un tiempo en el que la representación de los mecanismos teatrales participa en la capacidad de contruir imágenes y experiencias. Nunca he evitado pertenecer a un grupo, aunque no sé dónde me englobaría. Por otro lado, ha habido movimientos en la Historia a los que no me habría importado pertenecer. Por ejemplo, la Bauhaus. Aunque es evidente que una tiene que vivir en su tiempo.

Ha trabajado en muy diferentes ámbitos: en museos, edificios oficiales, al aire libre, debajo del mar... ¿Cómo se enfrenta a cada uno de ellos?

Mi trabajo consiste en enfrentarte a un espacio dado y descubrir qué posibilidades hay de construir debajo de la superficie, de lo que se ve. Cada proyecto te ayuda a enfrentarte a problemas distintos que añaden cosas nuevas a la obra.

¿Para esta exposición en concreto del Museo Reina Sofía, ha elegido usted las salas o le han sido dadas?

Me lo ofrecieron el director y la comisaria, Lynne Cooke . Elegimos este porque se conecta al patio-jardín. Pero esta parte más antigua del museo es muy complicada. Sin embargo, esta complicación me gusta y me interesa. Siempre se ha dicho que hago laberintos y este es otro laberinto más, en el que una pieza te lleve a otra. Esas conexiones me gustan, favorecen los recorridos y van con mi manera de pensar.

El agua es un elemento relativamente reciente. ¿Cómo brota en esta exposición?

«Un artista se arriesga a que algo no se entienda en un momento dado»No es tan reciente. Aquí hay cuatro pozos que están instalados en el patio, donde el agua tiene ritmos distintos. Dentro de las salas hay dos piezas con agua, también. Entre unas celosías, se forma una especie de plaza con un pozo en el centro. Hay otra al final de la exposición. Además, podemos hablar de los vídeos que se llaman «Visitas guiadas», en los que se muestran piezas con agua que realicé en otros lugares.

Escultura, arquitectura, literatura... tres elementos que confluyen en sus trabajos.

Lo literario en mi obra es una parte constitutiva. En cualquier caso, no podría separar una parte de otra. La escultura lo engloba todo.

Pero usted ha llegado a decir que le gustaría escapar de la escultura.

Quería significar que las fuentes de las que he bebido no eran solo escultóricas. Por ejemplo, la utilización del muro es una manera de escaparse de los preceptos clásicos. Incluso, se admite que mis serigrafías sean consideradas como esculturas.

¿Considera que la evolución de su obra ha sido equilibrada?

«El montaje es para mí una extensión del estudio»Me encantaría que hubiese dado más saltos mortales, pero va creciendo sola. Un artista siempre se arriesga a que algo no se entienda en un momento dado, pero siempre con la confianza interior de que se llegará a entender. Es parte de la actitud de ser artista.

¿Con qué momento de su carrera se queda?

Siempre las piezas últimas son las más queridas. Con las que estoy trabajando ahora, por las que pueda estar preocupada y ocupan un lugar en tu pensar.

A la hora de definir su obra, ¿qué le molesta más, que la balanza se incline del lado formal o del conceptual?

Me preocuparía que primara sólo lo formal. Es la manera superficial de acceder a cualquier trabajo, y ocurre a veces. Lo bueno son todas las capas que forman una obra. La apariencia es una forma de construcción. Por supuesto, está por algo.

¿Interviene mucho en los montajes de sus exposiciones?

Mucho, porque en cada lugar las piezas cambian, viven de manera muy distinta. El montaje para mí es una extensión del estudio. Un momento fundamental, tengo que estar. A veces las piezas se van de las manos.

¿En qué trabaja ahora?

En dos exposiciones en Brasil. En casa de Lina Bo Bardi, en un proyecto ideado por Hans Ulrich Obrist . También en Rio de Janeiro, en casa França. Y construyendo en Toledo un proyecto que terminaré en 2014 y en la Fundación Botín en el proyecto de Renzo Piano.

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