Adiós al mito del megalodón, el tiburón con esteroides
Era más largo de lo que se creía pero también bastante más delgado y no se pasaba el día devorando ballenas. Un nuevo estudio describe al animal sin convertirlo en un monstruo de película
La historia del megalodón que partió la espalda a una ballena

El megalodón es al océano lo que el tiranosaurio rex a la tierra. Dos animales prehistóricos terroríficos cuya leyenda les precede y que forman parte de la colección de monstruos presente en la cultura popular. Sin embargo, algo les diferencia: mientras los paleontólogos ... tienen claro que el enorme dinosaurio era una excelente máquina de matar, con la dentellada más poderosa que jamás haya exhibido ningún animal vivo o extinto, las capacidades como depredador y el aspecto del que se considera el tiburón más grande de todos los tiempos pueden haber sido exagerados.
Un equipo internacional de investigadores cree que el megalodón era menos mega de lo que se creía. Su estudio, dado a conocer en la revista Palaeontologia Electronica, describe una criatura incluso más larga de lo que se suponía, pero también bastante más delgada que el tiburón con esteroides de películas como 'The Meg' (2018) o 'Meg 2: The Trench' (2023). Estos hallazgos cambian la comprensión que se tenía hasta el momento del comportamiento de estos animales y pueden ayudar a entender por qué se extinguieron hace unos 3,6 millones de años.
Investigaciones anteriores calculaban que el megalodón alcanzó una longitud de al menos 15 metros, pudiendo superar los 19. Sin embargo, esta conclusión fue tomada a partir de los dientes y vértebras del animal en el registro fósil, un conjunto de datos bastante incompleto que lleva a sacar suposiciones para completar el resto de anatomía. Tradicionalmente, el gran tiburón blanco moderno ha sido tomado como modelo para proyectar el cuerpo del megalodón. Ese modelo llevó a los investigadores a concluir que el tiburón prehistórico era redondo y rechoncho como los tiburones blancos modernos.
Más similar al tiburón mako
«Nuestro equipo volvió a examinar el registro fósil y descubrió que el megalodón era más delgado y posiblemente incluso más largo de lo que pensábamos. Por lo tanto, un mejor modelo podría ser el tiburón mako moderno», afirma Phillip Sternes, biólogo de la Universidad de California - Riverside (UCR) y primer autor del artículo. «Sin embargo, la realidad es que necesitamos el descubrimiento de al menos un esqueleto completo para tener más confianza sobre su verdadero tamaño y forma corporal», afirma Kenshu Shimada, profesor de paleobiología de la Universidad DePaul. «Aún habría sido un depredador formidable en la cima de la antigua cadena alimentaria marina, pero se habría comportado de manera diferente según esta nueva comprensión de su cuerpo», puntualiza Sternes.
Para el nuevo estudio, el equipo de 26 científicos de todo el mundo, codirigido por Sternes y Shimada, se inspiraron en las diferencias en las longitudes corporales previamente estimadas para el megalodón: 11,1 m de longitud vertebral frente solo 9,2 m de longitud total, incluida la cabeza. «Fue un 'momento eureka' cuando nuestro equipo de investigación se dio cuenta de la discrepancia entre dos longitudes publicadas anteriormente para el mismo espécimen», dice Shimada.
Después, el equipo comparó los fósiles de vértebras de megalodón con los de parientes vivos de tiburones lamniformes. «Medimos todo el esqueleto vertebral de un gran tiburón blanco vivo con un escáner CT y lo comparamos con la reconstrucción anterior de la columna vertebral del megalodón», explica Sternes.
Todavía era un tiburón depredador gigante, uno de los más grandes que hayan existido jamás en los océanos. «Pero los resultados sugieren fuertemente que el megalodón no era simplemente una versión más grande del gran tiburón blanco moderno», subraya.
Menos comidas
Que esta bestia tuviera un cuerpo distinto no solo refleja una nueva imagen de sí misma sino que también implica un impacto distinto en la ecología marina. «Un cuerpo alargado de megalodón probablemente significaría que también tenía una cavidad corporal alargada para los órganos internos, probablemente incluido el sistema digestivo. Y un tracto digestivo alargado podría haber aumentado la eficiencia para descomponer grandes trozos de comida ingerida en busca de nutrientes», señala Shimada. Esto implicaría que no habría tenido que comer con tanta frecuencia como se creía anteriormente.
«Con una mayor capacidad para digerir su comida, podría haber aguantado más tiempo sin necesidad de cazar. Esto significa menos presión de depredación sobre otras criaturas marinas», aclara Sternes. «Si solo tuviera que comer una ballena de vez en cuando, las poblaciones de ballenas se mantendrían más estables con el tiempo».
El competencia del tiburón blanco
Algunos científicos sobre tiburones han teorizado que una disminución natural de las presas llevó a la extinción de los megalodones. Sin embargo, Sternes tiene otra teoría. «Creo que hubo una combinación de factores que llevaron a la extinción, pero uno de ellos puede haber sido la aparición del gran tiburón blanco, que posiblemente era más ágil, lo que lo convertía en un depredador incluso mejor que el megalodón», sugiere. «Esa competencia por los alimentos puede haber sido un factor importante en su desaparición«.
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«Ahora que sabemos que era un tiburón más delgado, necesitamos volver a investigar su estilo de vida, cómo vivía realmente y qué causó su muerte» -dice Sternes. «Este estudio representa un importante paso a seguir por otros». Aunque el megalodón era probablemente un tiburón delgado y de navegación lenta en relación con el gran tiburón blanco moderno, lo cierto es que era gigantesco y poseía grandes dientes dentados, lo que debió de convertirlo en un carnívoro destacado en su ecosistema marino.
El megalodón se ha convertido en un mito, hasta el punto de que incluso se ha hablado de que podría seguir vivo. «Todavía hay muchos conceptos erróneos o preguntas sin respuesta sobre la biología de este animal, y a mis colegas y a mí nos gustaría seguir esclareciéndolos... -dice Shimada- Y no, no ha habido evidencia científica convincente de que el megalodón viva«.
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