Marta Ferrusola tendrá que explicar sus frecuentes viajes a Andorra

Uno de los «platos fuertes» estará en el interrogatorio sobre los frecuentes viajes a Andorra de la esposa del expresidente catalán. Estos desplazamientos, en coche oficial y acompañada por mossos armados, fueron desvelados por ABC.

PP, PSC, ICV, Ciutadans y la CUP velan armas para la segunda oportunidad que tendrán de interrogar al «exhonorable» –que ya compareció voluntariamente en el hemiciclo el 26 de septiembre– sobre su fortuna oculta 34 años en Andorra, fruto de un supuesto legado paterno. Una segunda oportunidad también para atacar indirectamente al presidente de la Generalitat, Artur Mas, o a su consejero Felip Puig, por sus relaciones con los Pujol. Y es que una cierta moral de derrota planeó en la oposición tras la comparecencia del presidente en esta comisión del pasado 4 de febrero. Con evasivas y retórica, Mas salió apenas con rasguños del lance.

Esta semana, Ciudadanos y el PP acusaron a Mas de mentir por negar que conociera los negocios de Jordi Pujol Ferrusola. Porque en 2003, como consejero jefe de la Generalitat, asistió a la inauguración de las obras de Puerto Rosario, en Argentina, un proyecto en el que invirtió –se sospecha que con fondos públicos– el primogénito de los Pujol. «No mentí, ustedes no me preguntaron», se limitó a declarar Artur Mas.

La comparecencia de Pujol en el Parlamento se produce una semana después de que su cuñado, Francesc Cabana, asegurara que no le consta que «el dinero oculto sea una herencia». La oposición teme que los miembros del clan se refugien en el silencio. En el mejor de los casos, quizá aporten algo nuevo respecto a la tesis sobre el legado paterno que Pujol y sus hijos explicaron –sin aportar pruebas–el pasado enero ante la juez de Barcelona que les ha imputado. Esta misma magistrada imputó la semana pasada a Jordi Pujol hijo tras ser apuntado por su padre y sus hermanos como el gestor de la herencia tras otros dos antecesores... ya fallecidos.

Tratándose de una comisión de investigación parlamentaria, los Pujol están obligados a acudir, pero no tienen por qué contestar a nada. De hecho, es posible que al menos Marta Ferrusola –que ya se negó a declarar ante la juez– y su hijo mayor no declaren y se limiten a leer un escrito. O aleguen que están imputados para acogerse a su derecho a no declarar en su contra, una estrategia que siguieron en 2010 los exdirigentes del Palau de la Música Félix Millet y Jordi Montull. De ser así, no habría ocasión para inquirir a la matriarca sobre sus constantes viajes a Andorra cuando su marido presidía Cataluña.

En el caso de Jordi Pujol Jr., la maniobra escapista podría ser más espectacular si alega que no tiene residencia en España –ante la justicia no ha confirmado aún dónde vive– y directamente no aparece