La Reina regresa con el «honor» de haber representado a España

Su última jornada la dedicó a visitar la Casa Tomada, un centro cultural alternativo, gestionado por España con fondos de la UE, que cede espacios a distintos colectivos y en el que todas las decisiones se adoptan en asambleas. Hay grupos musicales y de teatro, centro de tatuajes, mujeres que cuentan sus historias sobre el escenario, huerto ecológico, tienda con los productos que elaboran y otras muchas secciones más que Doña Letizia recorrió detenidamente.

La Reina vio actuar a unas mujeres indígenas y cantar a un grupo musical y disfrutó del ambiente relajado y acogedor que se respira en el centro. El objetivo de este centro alternativo, apéndice del Centro Cultural de España (más convencional), es ofrecer alternativas culturales atractivas a los jóvenes para que no caigan en manos de las maras, las pandillas juveniles violentas que tienen a El Salvador sumido en la inseguridad. De hecho, está situado en una zona frontera entre la comunidad de Las Palmas, en la que viven 10.000 personas en situación de pobreza, y el resto de la Colonia de San Benito, de clase media alta.

Después, Doña Letizia cruzó la acera y visitó el Centro Cultural Español, donde contempló una impresionante exposición de fotografía que refleja la estremecedora realidad de una pequeña nación (seis millones de habitantes y del tamaño de Badajoz), que acumula 1800 homicidios en lo que va de año (21 al día).

La Reina se quedó impactada ante la fotografía «El último atuendo de los desaparecidos», de Fred Ramos. Y es que, a falta de una política de búsqueda de desaparecidos mediante ADN, la esperanza de las familias es reconocerlos por la ropa que llevaban en el registro de fotografías que hacen los forenses a los restos que se van encontrando. La violencia es tan rutinaria que algún programa electoral ofrece como promesa un «kit de funeral» gratuito para los asesinados. Y la foto de ese siniestro kit la aporta el fotógrafo Edu Ponces. «Esta recopilación de imágenes muestra una sociedad que ha convertido la violencia en normalidad, unas calles en las que es habitual encontrar cadáveres ensangrentados y una población civil acostumbrada a los llantos de las familias», explica el fotógrafo.

Justo antes de emprender regreso, la Reina se cambió la ropa informal de la mañana (pantalón blanco y chaqueta verde) por un vestido blanco y estampado en gris y rosa que ya lució en ocasiones anteriores, para asistir al almuerzo que le ofrecieron el presidente salvadoreño, el exguerrillero Salvador Sánchez Cerén, y su esposa, Margarita. Fue allí donde manifestó que haber representado a España había sido «un honor».