Manipulación por WhatsApp: así se puede identificar una relación tóxica

Reconozcamos que la aplicación tiene algunos ajustes que es bueno tener en cuenta, como por ejemplo el doble 'check' azul o la última conexión. El primero demuestra que la persona a la que hemos mandado el mensaje nos ha leído -o por lo menos ha abierto nuestra conversación-, y la segunda indica la hora exacta en la que estuvimos por última vez a WhatsApp. Es decir, ambas son «chivatos» en caso de que hayamos escrito a alguien que no nos ha contestado.

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Los motivos por los que no contestamos un mensaje al momento de leerlo pueden ser infinitas. Tal como asegura Lidia Asensi, psicóloga en Cepsim, es un tema muy recurrente en consulta: «El WhatsApp se emplea como forma de comunicarnos, por tanto, en función del uso que hagamos de ello puede generar daño en la otra persona». Hay personas que lo utilizan como:

1. Forma de control. Hay urgencia por que la otra persona conteste, la idea de que la otra persona tiene que estar siempre disponible y contestar de forma inmediata. La psicóloga señala que exigir que contesten preguntas como «¿qué haces, por qué o contestas?», «¿ya te has olvidado de mí?», «a saber con quién estás?»... solo empeora las cosas.

2. Seguimiento de su ubicación, para que la otra persona esté al tanto en todo momento. «No quiero decir que siempre sea negativo; hay personas que lo usan por si ocurre algo, en un momento dado recurrir a esa ubicación. Pero en otros caso, he visto que es una forma de tener controlado al otro. Si la persona mira la ubicación sin ningún motivo aparente y de manera regular, estaríamos ante una estrategia de control», alerta Lidia Asensi.

3. Pedir una foto. Con esto quieren ver si la persona está donde dijo que estaría.

4. Castigo. Ante un enfado porque no han contestado, hay quien bloquea a la persona, les hacen sentir a la otra persona que está haciendo algo mal por no contestar. Esto hace también que en el móvil tengamos una infinidad de mensajes negativos e hirientes porque la otra persona no sabe de nosotros.

5. Sexting: esta es una de las formas más común de maltrato por whatsapp. Obligar a enviar fotos intimas cuando la otra personas no está de acuerdo con ello.

«Tenemos que tener en cuenta que esto refuerza la inseguridad de la otra persona, la que necesita tener ese control constante. Y con esto estamos normalizando conductas que son dañinas y peligrosas. El simple hecho de que se considere que tenemos que estar 24 horas disponibles ante cualquier mensaje que recibamos y que no se entienda que esto no es así, hace daño. Alguien puede enviarnos un mensaje y nosotros ser libres de contestar en el momento que nos apetezca, sin que la otra persona se enfade por ello», recalca la experta.

Todos llevamos el teléfono móvil cerca y podemos entrar en WhatsApp u otra aplicación de mensajería con solo un clic, pero eso no significa disponibilidad inmediata ni contacto constante. Esta idea convierte una herramienta muy cómoda en una dañina y peligrosa.

Una forma de detectar esta manipulación es mirar cómo nos estamos sintiendo nosotros con esa conversación o situación. A veces es muy difícil darnos cuenta de ello, pues estas personas logran que seamos los demás los que sintamos que estamos haciendo algo mal. Lidia Asensi afirma que los manipuladores utilizan lo que llama «refuerzo intermitente»: la persona da cosas y luego las quita. Por ejemplo, puede comunicar que tiene muchas ganas de vernos, pero cuando preguntamos por cuándo vernos, no contesta.

También hay que prestar atención a si es una persona con quien poder hablar de manera fluida o aparece y desaparece: hoy hablamos, después desaparezco durante un día o varios días. Además, en ocasiones, los manipuladores no responden a mensajes importantes, como por ejemplo si tenéis que cerrar una hora para veros o si estáis hablando de otro asunto que hay que dejar cerrado.

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Otra fórmula que utilizan es la de los mensajes ambiguos en redes sociales: suben algo relacionado con la otra persona, quizá una frase o una canción y no queda claro que sea por ti, pero que te deja pensativo.

«Todo este tipo de conductas puesta en marcha generan malestar en la otra persona, así como ansiedad, sentimiento de culpabilidad, angustia y frustración. Esto puede llevar a la persona a estar pendiente del móvil y realizar comprobaciones para ver si obtiene respuesta. También llegas a analizar el mensaje una y otra vez por si has dicho algo que podía haber estado 'mal'», confirma Lidia Asensi.

Teniendo en cuenta los consejos de la psicóloga de Cepsim, cabe tener en cuenta que una persona no manipuladora que está ocupada nos avisará de que en este momento no puede hablar. En cambio, la manipuladora no avisa y nos acabará haciendo sentir mal a nosotros. «Alegara que no le ocurre nada y que son cosas nuestras, haciéndonos creer que somos paranoicos o que estamos controlando. Esto nos llevará a sentirnos culpables, pensado que somos nosotros los que hemos hecho que la otra persona se enfade y por tanto los responsables de haber estropeado todo», concluye. Si sentimos que estamos siendo manipulados, es importante cortar la comunicación pero antes explicar que no nos sentimos bien con esta situación.