Ansiedad anticipatoria: cómo escapar del «¿y si sale mal?»
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Psicología
S.B
El trastorno por somatización es conocido desde antiguo y se diagnostica a pacientes que se quejan de forma crónica y persistente de síntomas físicos que, a pesar de realizarse todas las pruebas pertinentes, no se les encuentra ningún tipo de origen físico. Es decir, se ... trata de la expresión de fenómenos mentales en forma de síntomas físicos que pueden desarrollarse de forma inconsciente e involuntaria o de modo consciente y voluntario.
Las personas diagnosticadas de trastorno de síntomas somáticos y de sus trastornos relacionados se caracterizan por síntomas físicos asociados a pensamientos, sensaciones. Estos trastornos son angustiantes y muy a menudo pueden interferir en la vida del paciente tanto a nivel social, laboral o académico.
No se debe confundir con los casos de simulación en los que se finge de modo intencionado con objeto de conseguir beneficios externos como bajas por enfermedad, evitar acciones judiciales o pagos por incapacidad. Si la motivación es un incentivo externo, no se trata en ningún caso de una somatización.
Las somatizaciones pueden ser de dos tipos, agudas o crónicas. Las agudas se dan en personas con personalidad y nivel de adaptación normales que debido al estrés comienzan a presentar síntomas somáticos. Precisamente estas personas necesitan una atención médica adecuada para no cronificar su situación. Por su parte, las somatizaciones crónicas suelen darse en pacientes con un nivel de adaptación insatisfactorio y con frecuentes problemas de personalidad. Normalmente presentan síntomas físicos inaplicados que les producen incapacidad durante un mínimo de seis meses.
Esta somatización tiene tres componentes. Uno experiencial que tiene que ver con los síntomas que experimenta la persona y que vive desde el sufrimiento. Otro cognitivo que tiene que ver, precisamente, con esa vivencia, es decir, con el modo en que el paciente interpreta la somatización como una enfermedad amenazante que no se detecta. Finalmente, existe un aspecto conductual, consistente en la búsqueda de un diagnóstico y de un tratamiento de forma persistente. De ahí que las personas con este trastorno suelan contar con un extenso historial médico en el que se suceden diferentes pruebas diagnósticas.
Presencia varios síntomas vagos y mal definidos
Los síntomas se expresan con una preocupación desproporcionada
Existencia de estresantes
Presencia asociada de ansiedad o de depresión
Los síntomas se viven con mucha preocupación y sufrimiento
Sintomatología fluctuante
Angustia latente
Búsqueda de atención
Astenia y cansancio
Dolores generalizados o cervicalgias
Gases, dolor abdominal, distensión abdominal, diarrea o estreñimiento
Mareos, cefaleas, debilidad muscular
Prurito, picores, eccemas
Alteración de la visión
Alteración de la marcha
Palpitaciones, dolor torácico
Sensación de falta de aire
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