¿Perfumas o apestas?: Así es la huella emocional que dejas en los otros

Tenía claro que era un hombre. Le gustaban los aromas cítricos, como a mí. Me encantan los perfumes con aroma a verbena. Por la intensidad del aroma creo que había abusado. He pensado que quizás lo había estrenado y no había calculado bien la dosis de perfume, pero lo he vuelto a valorar y me he decidido por la opción de que era presumido y quería que se notase que iba perfumado. Quizás iba a una entrevista de trabajo o a una cita. Muy temprano para ir a un cita. Sin duda se trataba de un 'affaire' profesional.

Al llegar a la cafetería he notado de nuevo el intenso olor a perfume. Estaba allí. Era él. Un hombre de unos treinta y pocos años, repeinado, con una carpeta en la mesa. Tenía enfrente suyo a una mujer, estaba atenta a sus palabras, se tocaba el pelo sin parar y tenía la cabeza ladeada en una actitud coqueta.

Se podía observar dos registros de acción . La comunicación no verbal indicaba, sin duda, cierta tensión sexual, una especie de juego de seducción , un flirteo en toda regla. Pero por otro lado la escena era clara, el perfumado estaba tratando de convencer a su interlocutora de algo. Posiblemente fuera una acción comercial.

«¿Lo de siempre?», escuché. De repente conecté de nuevo con el mundo, volvía a la tierra y tomé consciencia de que había dejado la imaginación volar, la curiosidad revolotear y el fisgoneo campar a sus anchas. «Sí, lo de siempre», dije. Cómo voy a cambiar si hacen unos croissants de chocolate espléndidos. Si alguna vez venís por la Massana, no podéis dejar de visitar a mis amigas de Gure Txokoa y, si tenéis un poco de suerte, me veréis allí mismo tomando «lo de siempre».

Decidí dejar de hacer el chafardero con las vidas ajenas y me sumí en una reflexión que quiero compartir con vosotros. De la misma manera que ese joven dejó huella allí por donde pasó gracias a la ingente cantidad de perfume que gastó ese día, los humanos solemos dejar huella allí por donde vamos pasando.

Últimamente se ha trabajado mucho a nivel ecológico y ya tenemos asumido y claro que los humanos dejamos una huella medioambiental pero hoy te quiero hablar de otro tipo de huella, la huella emocional . Nuestra personalidad, nuestras decisiones o nuestras acciones dejan una huella emocional en las personas que tenemos cerca.

Ese perfil tóxico que lidera un club deportivo provoca que el ambiente dentro del mismo club esté en consonancia con su tóxica personalidad. De la misma manera que el perfume del joven repeinado dejó una estela que perduró durante un buen rato en el ambiente, ese perfil tóxico deja una huella emocional tóxica en su trabajo, en su familia y en su grupo de amigos.

Podemos perfumar allá donde fuéramos o podemos dejar un hedor nauseabundo. Yo siempre he sido más de perfumar que de apestar , consciente de que lo que hago y lo que dejo de hacer tiene un impacto en las personas que tengo cerca.

Te animo a que pienses y analices qué huella emocional estás dejando en las personas que tienes cerca; especialmente si tratas con niños o con perfiles vulnerables.

En mi próximo libro desarrollaré con más detalle el concepto de huella emocional, pero de momento me quedo satisfecho si te animas a analizar qué huella emocional dejas en las personas con las que tratas. Analízalo desde la autocrítica . Sin autoengañarte. Tratando de ser objetivo .

No lo olvides, tu perfume, tu hedor, habla de ti, incluso cuando te has ido.

Puedes descubrir otros consejos para pensar bonito de Tomás Navarro, @tomasnavarropsi en instagram, en su obra ' Piensa bonito '.