«Estoy tan vacío sin mí»: lo que pasa cuando te llenas de lo que no forma parte de tu esencia

Me gusta imaginarme a las personas como armarios, como un trastero, un sobrado o como un sótano. Quizás la culpa sea de un artículo que acabo de leer sobre cómo ordenar tu casa. A veces puedo ver a personas a las que le han hecho creer que todo lo que tenían en su armario no era bueno y ellas, a golpe de fe, a veces acompañado de rabia, vacían todo su ser en sintonía con lo que creen que debe ser.

Pero claro, un armario vacío invita a ser llenado y esa persona a la búsqueda y captura de un nuevo ser empieza a llenarlo de manera accidentada, sin un plan, con retales de aquí y de allá, con ideas vagas de lo que debería tener un armario, con lo que le dicen que es mejor que guarde.

¿Te ha pasado alguna vez? A veces rellenamos ese vacío con objetos que vamos coleccionando sin orden ni concierto esperando que llenen ese vacío que tenemos. A veces no son objetos sino experiencias , de lo más variado e intenso posible. A veces tratamos de llenar ese vacío con personas . Amamos rápido, quemamos amistades y rompemos corazones tratando de que nuestro vacío deje de serlo. A veces, las que más, tratamos de rellenar ese vacío con ruido, mucho ruido. El silencio nos da miedo, pensar por qué nos sentimos vacíos nos duele, nos da miedo, nos aterra.

Pero a veces yo mismo, me siento vacío sin mí. A veces no sé qué ha pasado, a veces un cúmulo de emociones propias y ajenas me deja completamente vacío, a veces el miedo se apodera de mi armario y lo vacía por completo y a veces, la vida, con sus exigencias y sus dificultades, entra directa a mi armario y de un revuelo lo deja patas arriba. Nadie me ha vaciado el armario. Nadie me ha presionado para que vacíe el armario. Tan solo se ha vaciado. Como si de un terremoto que lo ha abierto y vaciado se tratara. ¿Sabes de qué hablo? ¿Te resulta familiar?

Cuando me siento vacío sin mí lo primero que hago es pensar bonito , desde la calma. Me imagino de pie, plantado delante del armario, del sobrado, del trastero o del sótano. Estoy inmóvil, analizando la magnitud de la destroza, en calma, tranquilo, escudriñando, examinando, observando, pensando, inspeccionando. Quieto, atento, sin prisa.

Trato de analizar qué ha pasado. Trato de buscar lo que había en el armario, de localizarlo por el suelo, cerca de la trifulca. Recojo todo lo que veo y valoro si quiero que vuelva al armario. A veces guardamos cosas que no necesitamos y que nos quitan espacio. Quizás no vuelva a poner todo en el armario. El verlo vacío me da cierta perspectiva.

A menudo no lo guardo todo en el mismo orden ni el mismo lugar. A veces dejo espacio para nuevas piezas que van a llegar a ese armario y a veces salgo a buscar nuevas piezas, nuevos aprendizajes , nuevos significados .

Lo que sí que tengo claro es que cuando la vida vacía mi armario, no vuelve a ser el mismo. No necesita ser el mismo. No puede volver a ser el mismo. Jamás he perdido ni un solo minuto tratando de que mi armario volviera a estar igual que cuando quedó vacío.

A veces me siento vacío sin mí, pero sé que cuando la adversidad , el dolor o la pena te vacían la vida, siempre puedes volver a rellenarla, eso sí, con algo que tenga sentido para ti, que te ilusione de nuevo, que te anime a vivir cada día como si fuera el último, mirando de dentro a fuera, de mi esencia a mi proyección, de mis deseos a mis realidades.

¿Y tú? ¿Qué me dices? ¿Cómo está tu armario? ¿Cómo tienes el trastero? ¿Necesita que le metas mano?

Puedes descubrir otros consejos para pensar bonito de Tomás Navarro ( @tomasnavarropsi en instagram) en su obra ' Piensa bonito '.