La nutricionista Elisa Escorihuela explica qué responde a los que preguntan: ¿Y si empiezo con Ozempic?

Como nutricionista que trabaja cada día frente a muchas personas que quieren mejorar su composición corporal, cada semana veo a pacientes que llegan con la misma pregunta, '¿y si empiezo con Ozempic?'. Dependiendo del caso, mi respuesta casi siempre es la misma: puede ayudarte con un empujón, pero no lo hará por ti.

Los agonistas GLP-1, como semaglutida (Ozempic) o tirzepatida (Mounjaro), reducen el apetito y enlentecen el vaciamiento gástrico. Esto quiere decir que hacen que te sacies antes y comas menos. Funcionan bien, pero claro, en el contexto médico adecuado.

El reto que nos encontramos en consulta no se trata de conseguir comer menos, sino de aprender a comer mejor. Ni el fármaco es el encargado de elegir los alimentos que consumimos, ni los cocina y tampoco nos enseña a escuchar a nuestro cuerpo.

Ese papel sigue siendo tanto del profesional que te va a ayudar a elegir mejor tu alimentación en función de tu salud y estilo de vida y por supuesto del paciente que tiene que ir implementando este cambio de hábitos.

Cuando se usa uno de estos tratamientos, el trabajo nutricional va mucho más allá de contar calorías ya que hay que proteger la masa muscular, llegar a los micronutrientes necesarios y tratar de evitar los efectos adversos como las náuseas, estreñimiento o diarrea y posibles mareos.

Por otra parte, está el impacto que tiene el consumo de estos fármacos en la relación con la comida, ya que muchos pacientes pierden el interés por la comida y esto a largo plazo puede producir déficits nutricionales importantes además de la creencia de que para adelgazar hay que dejar de comer, cuando se trata realmente de comer mejor.

Por eso, la clave es trabajar durante el tratamiento la educación alimentaria: aprender a comer por necesidad, placer y equilibrio, no solo por obligación o restricción.

Las redes sociales en este aspecto están jugando un papel que nada favorece a mejorar la salud. En la mayoría de ocasiones se expone el fármaco como un recurso exprés para perder peso y este mensaje en adolescentes y personas que sufren trastornos de la alimentación puede ser muy peligroso. El fenómeno de las «inyecciones milagro» se ha viralizado, especialmente entre los más jóvenes, ya que normaliza de nuevo la restricción (con los años que llevamos peleando los profesionales de la nutrición de que no es necesario pasar hambre para mejorar la composición corporal) y puede hacer pensar que la el peso define nuestro valor personal.

Y el problema viene después, porque una vez se suprime el tratamiento, que por cierto es carísimo y difícil de mantener en el tiempo, llega el efecto rebote si no se han cambiado los hábitos alimentarios y estilo de vida. De ahí la importancia de acompañar el fármaco con tratamiento nutricional personalizado. El tratamiento abre la puerta, pero son los hábitos los que van a hacer duradero la efectividad del mismo.

Además, se debe de recalcar que estos tratamientos no son para todos y siempre deben estar pautados por un profesional médico, que tras una valoración y ya descartadas todas las vías de conseguir en objetivo sin resultados, plantee su uso como apoyo al tratamiento nutricional. Porque creer que va a resolver el problema del peso sin cambiar nada mas es un grave error.

Puedes saber más de la nutricionista Elisa Escorihuela a través de su cuenta de Instagram: @eliescorihuela , su labor en el Centro de Nutrición Nutt y en su libro 'Dietoterapia'. Además puedes leer todas las recomendaciones nutricionales que recogen sus artículos en ABC de 'Aula de nutrición'.