Cordero

Esta es la carne más antigua de una especie animal domesticado que consume el hombre. Comenzó a ser criado hace más de 9.000 años en Oriente Medio, convirtiéndose en muchos lugares en la mayor fuente de carne que se consume. De hecho, los platos de cordero se encuentran en gastronomías muy diversas y en recetas tan diferentes como los tayín de cordero, típicos del Magreb o en los kebab, típicos de la India o Irán.

En los países mediterráneos también se consume mucho cordero. En España se comen, las chuletitas (o costillitas) a la parrilla o el lechazo y la paletilla, asados. Pero no es lo único que se aprovecha del cordero. También se consume de casquería los sesos y las mollejas.

Pero vamos a centrarnos en lo que no es casquería. La carne del cordero es muy rica en proteínas, zinc, fósforo, niacina, vitamina B6 y vitamina B12 . Si hablamos de cordero lechal tiene un gran contenido de agua (40% de su carne). Sin embargo, su carne se considera grasa y cuanto mayor es el animal sacrificado, mayor es la grasa que contiene. De hecho, las chuletas de palo son las más grasas. Aproximadamente, el 50% de la grasa del cordero es polisaturada, así que para mantener una dieta equilibrada no se recomienda un consumo excesivo de esta carne, porque además de ser considerada grasa tiene un contenido en colesterol considerable.

Sin embargo, comer cordero de vez en cuando es una fuente muy buena de proteínas, no solo desde el punto de vista cuantitativo, sino también cualitativo. Tiene una proteína de calidad biológica que contiene un 40% de aminoácidos esenciales para nuestra dieta.

Como se ha mencionado, el cordero también es fuente de minerales , entre los que destacan el zinc, que estimula el sistema inmunológico y el fósforo, que tan necesario es para que el cuerpo produzca proteína para el crecimiento, conservación y reparación de células y tejidos.