Diez años de música y segundas oportunidades

La Música del Reciclaje, la orquesta que tengo la gran suerte de dirigir, nació con el objetivo de demostrar que nada ni nadie es de usar y tirar, y que las segundas oportunidades existen. Esto podría haberse hecho de muchas formas, pero Ecoembes eligió hacerlo a través de la música por una sencilla razón: la historia de la música es la historia del reciclaje.

Si lo pensamos, un violín clásico no es más que una madera bien cortada que emite un sonido gracias a que una persona sabe cómo construirlo y otra, cómo hacerlo sonar. En nuestra orquesta los instrumentos están hechos de bidones, envases, sumideros... pero suenan, transmiten las emociones que buscamos y, con este sonido tan particular, hemos conseguido una identidad que fuimos reafirmando a través de estos 10 años.

Lo mismo sucede con las personas. No importa de dónde vengan, no importan las dificultades que les haya deparado la vida, la música les brinda una nueva oportunidad. Eso hacemos en La Música del Reciclaje: acercar la música a todos aquellos que lo necesitan e inculcarles los valores indispensables para vivir. Porque este arte no solo nos inspira, nos trae recuerdos, o nos emociona, sino que nos invita muchas veces a soñar y a pensar de otra manera.

Nuestra concertino, Cristina, forma parte de este proyecto desde sus inicios y siempre dice que somos una familia. Ese es el primero de nuestros valores: todo lo que consigamos lo haremos juntos, en grupo. Siempre buscamos héroes, pero la realidad es que, si queremos construir un mundo más justo, seguro y responsable con el medioambiente, la única salida es el trabajo en equipo.

Nuestro pilar es la educación, y con ella pasa algo muy especial: es circular. Para empezar, estamos edificando sobre enseñanzas que nos fueron dadas y contadas, alguien lo hizo por nosotros, nos lo enseñó y ahora debemos mantenerlo, transmitirlo y ensancharlo. Nuestros chicos mayores ya están tutelando a los más pequeños dentro de la «Escuela de Aprendices», les están enseñando a tocar un instrumentos como nosotros lo hicimos con ellos. La circularidad no es más que eso: la transmisión de conocimiento y de experiencia. Este es el éxito de nuestro proyecto, y el objetivo ahora es ser capaces de hacerlo durante otros diez años como mínimo.

En todo este tiempo, hemos dado grandes pasos, pasando de estar solo en la Comunidad de Madrid, hasta llegar a dos ciudades más, como Granada y Valencia. Y lo hemos hecho de la mano de Aldeas Infantiles.

Hemos conseguido cosas que no imaginábamos: nuestro luthier, Fernando, ha fabricado casi 100 instrumentos a partir de material reciclado; hemos viajado para llevar nuestro mensaje a otros rincones de España; hemos hecho un «Canto a La Madre Tierra»... son infinidad de cosas las que podría contar, pero la más importante es que hay 140 niños y niñas que han encontrado una esperanza en la música, y que hoy saben que son importantes.

Lo que podemos aportar es un pequeño granito de arena, pero es esencial para nuestros jóvenes músicos que están descubriendo una nueva vida porque tienen acceso a algo tan sencillo y mágico como la música.