Galicia

«Alguien se acabará cayendo por un acantilado de la playa»

La llegada de más de 20.000 personas a la playa de As Catedrais disparó las alarmas. Alertan de que en 15 años se podría acabar con lo que el mar tardó milenios en labrar

Los acantilados de este arenal ofrecen un espectáculo único
Los acantilados de este arenal ofrecen un espectáculo único - miguel muñiz

La pasada Semana Santa la lucense playa de As Catedrais batió su récord histórico de visitas. Aunque sin un cómputo exacto del número de turistas que accedieron al vistoso arenal durante el puente festivo, los técnicos de turismo de la localidad hablan de unas 20.000 personas. O lo que es lo mismo, un «auténtico aluvión de gente» en palabras de su alcalde para una playa que solo es accesible cuando la marea baja y que tiene una longitud aproximada de un kilómetro y medio. La masiva afluencia con la que cuenta este paradisíaco entorno desde hace unos cuantos años llegó a su cénit el pasado fin de semana, cuando los kilométricos atascos que se produjeron impidieron el acceso a la playa durante horas.

El alcalde de Ribadeo, Fernando Suárez, dejó constancia del colapso en los accesos al municipio en un vídeo que colgó en Internet y que ya ha recibido cerca de cuatro mil clics. Una medida a pie de playa para exigir un plan de coordinación entre el Ministerio, la Xunta, la Diputación de Lugo y el propio concello que regule las llegadas a As Catedrais. En una conversación con ABC, Suárez reconoce que «desde hace un tiempo, los que visitan Galicia quieren ver la Catedral de Santiago y As Catedrais de Ribadeo». «Eso es muy beneficioso para nosotros —dice— pero no queremos que dé la sensación de masificación ni que el entorno se empiece a degradar».

Aparcamientos disuasorios

Como medidas para atajar esta peregrinación «indiscriminada», el regidor propone la creación de aparcamientos disuasorios que se ubiquen a unos dos kilómetros del arenal y que el acceso rodado se controle. También preocupa en Ribadeo la seguridad de los miles de visitantes que la playa recibe al cabo del día y que, en la actualidad, no está garantizada. Y es que este paraje solo cuenta con vigilancia y servicios de socorrismo durante los meses estivales. Para concienciar a los turistas, el ayuntamiento colgó carteles con prohibiciones como la de subirse a los acantilados o la de saltar entre las piedras. Recomendaciones que los visitantes suelen incumplir y que la Semana Santa de hace tres años se saldaron con dos heridos al despeñarse por una pendiente. «Afortunadamente no ocurrió nada, pero es cuestión de tiempo que alguien se caiga porque controlar a tanta gente es imposible y una caída por uno de los acantilados, que tienen 20 metros de altura, puede ser muy grave». Consciente del valor natural y patrimonial que la Mariña lucense tiene en sus manos, Fernando Suárez exige que una solución rápida y efectiva ante un riesgo seguro, «el de que en 15 años se acabe con lo que la naturaleza tardó milenios en labrar».

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