Suscribete a
ABC Premium

EL ÁNGULO OSCURO

El León de Damasco

El mantenimiento de Al Assad en el poder es la única esperanza que resta a las comunidades cristianas de la región

JUAN MANUEL DE PRADA

E N algún artículo anterior, hemos empleado el término paulino «katéjon» (obstáculo) para referirnos a Bashar Al Assad, el León de Damasco, que durante estos últimos años ha sido un bastión inexpugnable contra la extensión de la barbarie islamista. A algunos de mis lectores, intoxicados ... por la propaganda anglosionista, les causó gran perplejidad mi defensa de Al Assad, como en su día les causó estupor mi defensa del dictador Sadam Hussein. Pero no hay nada oculto que a la postre no haya de manifestarse; y la perspectiva de los años, a la vez que ha desvelado las patrañas de los intoxicadores, ha hecho esta defensa mucho más comprensible: cuando Sadam Hussein gobernaba Irak, había en el país más de millón y medio de cristianos, protegidos por las leyes del dictador, que incluso contaba con cristianos entre sus ministros. Hoy puede decirse sin temor a incurrir en la hipérbole que el cristianismo ha sido borrado de Irak; y, aunque haya sido la barbarie islamista la firmante de su defunción, hemos de recordar que durante los años en que Irak permaneció bajo control directo de Estados Unidos y de sus colonias, la seguridad de los cristianos iraquíes nunca fue garantizada, hasta el extremo de que fueron obligados a la diáspora sin que Estados Unidos y sus colonias parpadeasen, o parpadeando a destiempo, de tal modo que sus parpadeos más bien parecían guiños de connivencia dirigidos al islamismo.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia